El Carnaval ya terminó en Brasil, y quedó claro que no favoreció al presidente brasileño Jair Bolsonaro, que en las últimas horas protagonizó una serie de acciones que lo colocaron en una situación para nada confortable. En el comienzo de la semana, el presidente polemizó con la cantante bahiana Daniela Mercury y vio cómo un bloco, un desfile callejero, pasaba frente al edificio en el que vive en Río de Janeiro exhibiendo su vestuario naranja –en referencia a las “candidaturas naranjas”, o “fantasmas”, que precipitaron la renuncia del secretario de Presidencia, Gustavo Bebbiano–. La noche del martes Bolsonaro sumó otro episodio cuando publicó en Twitter un video registrado durante un desfile callejero en la ciudad de San Pablo.

En el video se puede ver a un hombre que baila sobre el techo de una parada de taxi, con las nalgas al aire y tocándose el ano. A continuación se inclina y otro hombre, que estaba al lado suyo, le orina en la cabeza. “No me siento cómodo al mostrar esto, pero tenemos que exponer la verdad para que el pueblo tenga conocimiento y sepa sus prioridades. En esto se han transformado muchos grupos callejeros del carnaval brasileño. Comenten y saquen sus propias conclusiones”, escribió Bolsonaro en Twittter.

La reacción que generó no fue la que esperaba, y creció cuando esta mañana el propio presidente preguntó públicamente en Twitter: “¿Qué es golden shower?”, nombre en inglés utilizado para la práctica fetichista de orinar a alguien o recibir orina de otra persona.

Un aliado de Bolsonaro, Kim Kataguiri, diputado del partido derechista Demócratas y fundador del Movimiento Brasil Libre (que impulsó en las calles el impeachment contra la ex presidenta Dilma Rousseff), manifestó en Twitter: “El tuit de Bolsonaro es incompatible con la postura de un presidente, más aun si es de derecha. Le erró”. A continuación, Kataguiri agregó: “Hay muchas buenas razones para criticar el Carnaval, porque hay problemas que podrían ser expuestos y evitados, pero eso no justifica mostrar una obscenidad para millones de familias por medio de una red social, bajo el pretexto de criticar la festividad. Esa no es la postura de un conservador”.

Por su parte, políticos del Partido de los Trabajadores (PT) dijeron que van a acudir a la Justicia para denunciar al presidente e incluso manejaron la posibilidad de pedir que se lo someta a una pericia psiquiátrica. El diputado Paulo Teixeira, del PT, dijo que “la Ley 13.718, recientemente aprobada, tipifica el crimen de divulgación, sin el consentimiento del implicado, de una escena de sexo, desnudez o pornografía”. Según consignó el diario Folha de São Paulo, otra ley, la 1.079, que versa sobre los crímenes de responsabilidad, incluye entre los delitos contra la probidad en la administración “proceder de modo incompatible con la dignidad, la honra y el decoro del cargo”.

El diputado Alessandro Molon, del Partido Socialista Brasileño, afirmó en su cuenta de Twitter que las publicaciones de Bolsonaro en las redes sociales son “incompatibles” con el cargo que ocupa. “Un presidente tiene la obligación de actuar con un mínimo de decoro. Él demuestra no tener la postura y la noción para ser presidente. Es increíble”, afirmó el legislador.

Otro congresista, el senador Randolfe Rodríguez –perteneciente al partido Rede, que lidera Marina Silva–, consideró: “Claramente él [Bolsonaro] infrigió la Ley 1.079, pero por más indecente que sea esta publicación realizada por el presidente de la República, esta no es suficiente para separar de su cargo a alguien que consiguió 56 millones de votos”. Agregó que, sin embargo, “está claro que él pasó los límites de lo razonable”.

Además, Rodríguez consideró que de acuerdo con la legislación brasileña no es posible pedir un examen de salud mental para Bolsonaro. No obstante, el legislador afirmó: “La representación exige una postura para el ejercicio de una función. Este caso es una falta de respeto a la investidura presidencial. Es también una falta de respeto al país y a la cultura nacional. Es evidente que el presidente necesita una intervención psiquiátrica”.

La publicación de Bolsonaro tampoco cayó en gracia entre los círculos militares, que responsabilizaron a Carlos, uno de los hijos del presidente, según informó Folha citando fuentes militares.

El ala castrense del gobierno ya había manifestado molestia por la influencia de Carlos, que es edil por el estado de Río de Janeiro y es quien se ocupa en mayor medida de las intervenciones de su padre en Twitter, una red social que el presidente usa demasiado, de acuerdo con la óptica de sus aliados militares.