El Carnaval de este año en Brasil abrió un escenario para las críticas al presidente, Jair Bolsonaro. Ayer el oficialismo respondió públicamente a la cantante Daniela Mercury, que a fines de enero había grabado junto a Caetano Veloso el tema “Prohibido el carnaval”. La canción se refiere a los dichos de la ministra de la Mujer, la Familia y los Derechos Humanos, la pastora pentecostal Damares Alves, acerca de que “con el gobierno de Jair Bolsonaro, los chicos volverán a vestirse de azul y las chicas de rosa”.

“Abre la puerta de este armario, que no hay censura que me detenga. Abre la puerta de este armario, que la alegría cura, ven a besarme”, dice la canción que lanzaron los músicos bahianos a modo de contestación a la funcionaria. “Está prohibido el carnaval en este país tropical”, dice el estribillo.

Como respuesta, el presidente escribió ayer en su cuenta de Twitter que dos “famosos” lo acusan de querer terminar con el Carnaval. “La verdad es otra”, dijo Bolsonaro. “Ese tipo de ‘artista’ no se dará el gusto de beneficiarse de la ley Rouanet”, agregó, en referencia a esta norma de incentivo y fomento a las actividades culturales que data de 1991. “Tan importante como la economía es el rescate de nuestra cultura, que fue destruida después de décadas de gobiernos socialistas. Buscaremos el país del orden y el progreso. Buen día para todos”, concluyó.

Además, el presidente publicó un video grabado por un votante suyo que critica, en una canción, a Mercury y Veloso. “Hay gente que está quedando loca sin la ley Rouanet [...]. Quien quiera jugar, que juegue con su dinero. Nuestro Brasil está primero, es la orden del capitán”, dice la canción, que generó una inmediata respuesta por parte de Mercury.

“Cuando se ataca a los artistas, se está atacando al alma de este país”, afirmó en un comunicado público Mercury. “Merezco respeto, por lo que soy, [...] por lo que represento y por lo que hago constantemente por la sociedad brasileña en diversas causas, no simplemente en el arte”. La cantante, que es lesbiana y una conocida luchadora por los derechos de la población LGTB, le propuso al presidente reunirse para hablar con él y su equipo sobre la ley Rouanet. “Si lo desea, iré hasta Brasilia con mi esposa, que es también mi representante, para conversar con usted sobre el asunto”, escribió Mercury antes de despedirse del mandatario, al que le deseó un feliz Carnaval.

En los días previos varios hechos dejaron claro el repudio de parte de la población de Brasil hacia el nuevo gobernante. Durante su desfile en el Sambódromo de Río de Janeiro, la tradicional escola do samba Mangueira le rindió un homenaje a Marielle Franco, la política y activista por los derechos LGTB asesinada el año pasado en Río de Janeiro –crimen que sigue impune–. Mostró numerosas banderas con su rostro con los colores rosado y verde, emblemáticos de esta agrupación.

Además, un bloco de samba callejero desfiló frente al condominio en el que vive Bolsonaro en Río de Janeiro con trajes naranjas, haciendo alusión a las candidaturas naranjas, o fantasmas, por las cuales se desviaron recursos para la supuesta postulación de mujeres con la única finalidad de llegar a la cuota de 30%, el mínimo exigido por la ley electoral brasileña.

El desvío de fondos de estas candidaturas le costó la renuncia al secretario general de la Presidencia Gustavo Bebbiano –perteneciente al Partido Social Liberal, por el cual se postuló Bolsonaro a la presidencia–, que es el principal acusado por esta maniobra. Su partida y este escándalo generaron una de las primeras crisis políticas en la incipiente administración del presidente ultraderechista.

También generó polémica en el Carnaval de San Pablo la presentación de la escola do samba Gaviões da Fiel –ligada a la hinchada del club Corinthians–. En la noche del domingo, la escola representó una pelea entre el diablo y Jesús, en la que el primero sale victorioso. Esto generó una airada reacción por parte de la poderosa e influyente bancada evangélica de la Cámara de Diputados, que afirmó que esta representación estimula la intolerancia religiosa y que se trata de una acción criminal, no de un espectáculo artístico.

El líder de la bancada, el diputado Lincoln Portela, pastor evangélico y representante del Partido Republicano Brasileño, afirmó que “el acto fue una presentación pública e irrespetuosa” hacia los cristianos, “al vilipendiar y someter al escarnio a Jesucristo y a nuestra fe”. En el comunicado Portela agregó que “ningún derecho absoluto se sobrepone a la inviolabilidad de la conciencia y de la fe”.