Este mes buscamos reflexionar, informar y comprometernos respecto de los derechos de la primera infancia, resaltando la trascendencia que tiene esta etapa de la vida. Nos parece un buen momento para intercambiar sobre el estado de situación, tomando en cuenta los cambios que se van produciendo en las familias uruguayas y los nuevos desafíos de las políticas públicas.

El desarrollo de un país depende de la atención que les brindemos a niños, niñas y adolescentes, sabiendo que hacerlo en entornos saludables, con los cuidados básicos, con vínculos afectivos cariñosos y sensibles, con políticas y programas que den una respuesta integral en relación con la educación, la alimentación, la salud, la vivienda, el desarrollo infantil, son una clave para la justicia social, las relaciones equitativas y las comunidades solidarias. De cómo tratemos y cuidemos a niñas y niños en sus primeros años de vida dependen la calidad de vida y el desarrollo de las personas y de toda la población, en el presente y el futuro.

La familia es el espacio fundamental en el que se dan los primeros aprendizajes; es necesario establecer vínculos estables, que den seguridad y afecto para el crecimiento, a los efectos de explorar un mundo desconocido y construir una autonomía progresiva. La mayor ocupación de las mujeres en el mercado de trabajo, las modificaciones necesarias en los roles de varones y mujeres respecto del cuidado y la educación, las dificultades para compatibilizar los tiempos laborales con los familiares, los vínculos, el uso del tiempo libre, impactan en una mayor demanda hacia el Estado y la sociedad civil en cuanto a la oferta de servicios y la corresponsabilidad necesaria.

La primera infancia como prioridad

Desde 2005 Uruguay viene desarrollando una batería de políticas públicas orientadas a fortalecer las capacidades de cuidado de las familias hacia las niñas y niños recién nacidos y de temprana edad, colocando cada vez más la primera infancia como prioridad.

La aprobación de la Estrategia Nacional de Infancia y Adolescencia 2010- 2030, a la que se suman los Planes Quinquenales de Acción (2010-2015 y 2016-2020), da cuenta de esta voluntad política de asumir un camino en conjunto, y con la participación activa de la sociedad civil. El Instituto Nacional del Niño y el Adolescente (INAU) pasa a tener un rol cada vez más relevante a partir de su creación en el Código de la Niñez y la Adolescencia (Ley 17.823, de setiembre de 2004); posteriormente se crea Uruguay Crece Contigo, y más recientemente el Sistema Nacional Integrado de Cuidados (Ley 19.353, del 27 de noviembre de 2015), con el objetivo de consolidar un sistema de protección que articula las acciones dirigidas al conjunto de la población (políticas universales) con las que se proponen mejorar la eficiencia de las intervenciones ante situaciones de mayor vulnerabilidad social (políticas focalizadas).

En el marco del Sistema Nacional Integrado de Cuidados, a enero de 2019, la cobertura del INAU superó la atención de 59.000 niños y niñas de hasta tres años, que representan 40% de todos los niños y niñas de hasta tres años del país. Esto se da por medio de una red de 427 CAIF (Centro de Atención a la Infancia y las Familias), 36 CAPI (Centros de Atención en Primera Infancia), 17 Centros Comunitarios de Educación Inicial Nuestros Niños, a los que se suman nuevas modalidades, como los Centros con Empresas y Sindicatos (SIEMPRE), las Casas Comunitarias y los Espacios de Atención a Hijos/as de Estudiantes. Complementariamente, la Administración Nacional de la Educación Pública (ANEP) amplió su cobertura en los jardines de infantes (para niños y niñas de tres a cinco años), y en el ámbito privado se cuenta con diversas ofertas de atención hasta los cinco años tanto en centros de educación inicial como en colegios.

Entre 2015 y 2018 hubo 14.693 niños y niñas de hasta tres años que se incorporaron a las distintas propuestas, y esta cifra seguirá aumentando significativamente hasta 2021, tomando en cuenta las obras que comenzarán este año y el próximo para la construcción de 42 CAIF y 44 jardines de ANEP por intermedio del sistema de participación público privada.

Bases del crecimiento

Este crecimiento en la oferta de cuidados tomó como punto de partida los servicios existentes y que han logrado buenos resultados. En el caso del INAU, se fortalecieron y expandieron los CAIF (140 más en el quinquenio) tomando en consideración su fuerte arraigo comunitario, la participación de las familias, la conformación de equipos interdisciplinarios, y una oferta integral (educación, alimentación, cuidados, salud, participación social). Complementariamente, se fortalecieron los CAPI y se abrieron nuevas propuestas para atender diferentes demandas, pero siguiendo las mismas orientaciones: involucramiento de las organizaciones de la sociedad civil (comisiones barriales, equipos de profesionales, cooperativas, organizaciones de promoción social, iglesias), de empresas, de sindicatos con énfasis en la construcción de una sociedad que cuida y protege a niñas y niños. Dos variantes importantes son el incremento de los cupos para la atención diaria de quienes tienen un año de vida, y la extensión del horario hasta ocho horas.

Un segundo aspecto es la realización de obra nueva con un diseño arquitectónico pensado especialmente para primera infancia, y de buena calidad. Este plan se lleva adelante en convenio con la Corporación Nacional para el Desarrollo.

Un tercer elemento es que para la instalación de centros nuevos se hizo un estudio de la demanda de servicios, de modo de construir en barrios con población infantil sin atención, priorizándose los departamentos de Montevideo y Canelones. Este estudio lo llevó a cabo el Ministerio de Desarrollo Social.

Un cuarto aspecto es que para la ubicación territorial se recurrió a todos los organismos públicos a los efectos de conseguir terrenos que pudieran ser adecuados para la construcción de un CAIF o un CAPI, y serán cerca de 100 los que pasaron (o pasarán) a la cartera del INAU en este quinquenio, optimizando el uso de bienes existentes en la cartera de tierras de las intendencias, ministerios y otros organismos.

El quinto aspecto a destacar es el fortalecimiento de las organizaciones existentes, y la captación de nuevas a los efectos de gestionar los CAIF, así como las otras modalidades que se llevan adelante en convenio entre el INAU y organizaciones de la sociedad civil. El Plan CAIF tiene una estructura de funcionamiento que integra a varios organismos públicos junto con las asociaciones civiles y cooperativas (por medio de delegados departamentales), y está en marcha un plan de formación de alcance nacional.

En sexto lugar está la formación de las personas que trabajan en los centros de primera infancia. Para ello, el INAU fortaleció su Centro de Formación y Estudios, a los efectos de ampliar la cantidad de cursos de formación básica en primera infancia, junto con la Tecnicatura en Primera Infancia. A fines de 2018, más de 3.000 personas en todo el país participaron en estos cursos, a los efectos de garantizar calidad educativa y una propuesta enriquecedora de trabajo con los niños y niñas. En la ANEP, la carrera de Maestro en Primera Infancia del Consejo de Formación en Educación comenzó en varios departamentos con una demanda creciente.

El objetivo establecido en el Sistema Nacional de Cuidados para 2020 es garantizar la oferta universal para niños y niñas de tres años mediante el INAU y la ANEP, “con la incorporación de 8.000 cupos más. La cobertura total para 2019 en ese grupo etario será de más de 15.600 niños”.1

En clave de derechos

La Ley 19.353 reconoce el derecho a los cuidados en sus dos perspectivas: por un lado, como derecho humano de las niñas y niños, y por otro lado, de las familias, en especial de las mujeres, a los efectos de liberar el tiempo que les dedican a las tareas no remuneradas para poder dedicar tiempo a su desarrollo.2 Por lo tanto, incluir la perspectiva de género en las políticas de cuidado y trabajar sobre los cambios profundos y necesarios en la matriz cultural que reproduce la división sexual de los cuidados es un desafío fundamental.

Avanzar hacia la cobertura universal de cuidados de calidad va a liberar a las familias del tiempo que deben dedicar a ello, especialmente a las mujeres, que en muchos casos no tienen acceso o lo tienen de forma limitada al mercado laboral, o a los ámbitos educativos, políticos o sociales, por el tiempo que le dedican a esta tarea. Y por otro lado, porque trabajar con esta perspectiva desde la primera infancia, en la cotidianidad y por medio de equipos en los centros, permite incorporar prácticas igualitarias, eliminando estereotipos o roles clásicos, y relacionamientos violentos. El trabajo con las familias va incorporando la cultura de la corresponsabilidad en los cuidados, eliminando la idea de que estos sólo son una tarea de las mujeres, y habilitando a los varones a desarrollar sus capacidades para un vínculo comprometido, creativo y sensible en la crianza de sus hijos.

Para ello, el INAU comenzó a trabajar en las parentalidades comprometidas, entendiendo que las competencias parentales de cuidado, educación y crianza son fundamentales para el desarrollo en la primera infancia, y que estas son ejercidas fundamentalmente por madres y padres, pero también por otros referentes familiares (abuelas/os, tías/os), por vecinas, y por los equipos de los centros. Por lo tanto, es imprescindible contar con adultos disponibles, sensibles, capaces de comunicarse y dar afecto y protección a niñas y niños, más allá del rol que tengan. Este proyecto pasó a ser impulsado conjuntamente con la Secretaría de Cuidados, Inmujeres y Uruguay Crece Contigo, y es una herramienta clave para la formación de los equipos, así como para que estos trabajen con las familias relacionadas con los centros, buscando específicamente el involucramiento de los varones en el ciclo de talleres que se implementa.

Complementariamente, el INAU con Inmujeres está implementando el sello de calidad “Cuidando con equidad” en varios CAIF, CAPI y centros Nuestros Niños. Ambas propuestas se proponen “la generación de instrumentos que permitan transformar las lógicas, prácticas y estructuras organizacionales que afectan la igualdad de género en los procesos de socialización de niños y niñas, y por tanto sus oportunidades y derechos”. Asimismo, tiene como objetivo combatir la violencia basada en género y generaciones a raíz del involucramiento de los centros educativos y de cuidado en la prevención y detección de esta, como también generar incentivos para la corresponsabilidad entre hombres y mujeres en los cuidados dentro de las familias.3

Desafíos pendientes

Desde el Estado, y junto con la sociedad civil organizada, trabajamos cotidianamente para promover la eliminación de las desigualdades existentes, en un proceso de transformaciones culturales que involucra a una diversidad de actores. En lo que hace a la primera infancia, las políticas públicas enfatizan el aumento de la cobertura, junto con la calidad de los servicios de educación y cuidados, y la corresponsabilidad entre Estado, empresas, sindicatos, organizaciones, comunidades, familias. Y dentro de estas, entre hombres y mujeres, sobre la base de que unos y otros podemos tener las mismas aptitudes y condiciones para criar y acompañar el crecimiento y el aprendizaje.

Es en la socialización temprana que pueden instalarse las bases para mitigar las desigualdades, la violencia y otros paradigmas culturales que naturalizan los roles de los hombres y las mujeres en la sociedad. La política pública tiene el desafío de transformar desde la niñez, y en relación con las familias, las relaciones entre los géneros. Pensamos que las desigualdades sociales sólo pueden abordarse con un enfoque transversal desde la primera infancia, incorporando el enfoque de género y generaciones, ya que las posibilidades que tenga un niño o una niña están directamente relacionadas con las oportunidades que habiliten los adultos más cercanos, y con su bienestar individual y social. En la práctica surgen conflictos entre “los derechos de los niños” y “los derechos de los adultos” que sólo pueden resolverse con una mirada integral que priorice la infancia, pero en el contexto social y familiar de construcción de ciudadanía, donde aspectos como el trabajo, la vivienda, la salud y la convivencia son prioritarios.

Nuevas perspectivas acerca de las masculinidades, la integración sectorial de los organismos, así como enfoques y presupuestos articulados, nos permiten visualizar y diseñar medidas que atiendan las distintas desigualdades y consoliden el proceso de transformaciones.

Andrea Venosa es abogada y titular de la Secretaría Letrada del Directorio del INAU; Jorge Ferrando es psicólogo y titular de la Secretaría Ejecutiva de Primera Infancia del INAU.


  1. Rendición Sistema de Cuidados a enero de 2019. Recuperada en ladiaria.com.uy/UVY 

  2. Según estadísticas oficiales, las mujeres no se encuentran en un plano de igualdad respecto de los hombres debido al alto porcentaje de trabajo no remunerado que deben cubrir. Ver estadísticas de género en ladiaria.com.uy/UVZ 

  3. Documento base del sello “Cuidando con equidad”, desarrollado por Inmujeres en centros de primera infancia gestionados por el INAU o en coparticipación con la sociedad civil.