Las políticas ambientales que está llevando adelante el gobierno de Jair Bolsonaro mediante su ministro de Medio Ambiente, Ricardo Salles, han generado reacciones de rechazo en el país. Una de las más contundentes fue la que dieron juntos todos los ministros de Medio Ambiente que ocuparon el cargo desde el regreso de la democracia. El miércoles mantuvieron un encuentro en la Universidad de San Pablo y firmaron un manifiesto en el que condenan, entre otras acciones, “la liberación de las licencias ambientales disfrazadas como eficiencia de gestión”, según citó el portal de noticias UOL.
En una conferencia de prensa que dieron los ministros, uno de ellos, Rubens Ricupero, que estuvo al frente de la cartera en 1993 y 1994, durante la presidencia de Itamar Franco, pidió “a la prensa y los jóvenes de las escuelas, a los niños que salgan a reclamar en las calles y en las plazas, como se hace en Estados Unidos y en Francia, porque lo que está en juego es su futuro, porque son ellos los que van a sentir los efectos de esta práctica política irracional que estamos presenciando”. El ex ministro agregó que está convencido de que existe “un esfuerzo consciente” del actual gobierno para lograr “la destrucción de todos los sectores del medioambiente”.
“Nunca pensamos que pudiéramos ser testigos de un esfuerzo tan malévolo y destructivo en relación con lo que Brasil como país ha construido desde hace mucho tiempo”, dijo Ricupero. “El Ministerio de Medio Ambiente se mantuvo, pero de manera puramente formal, porque fue vaciado de contenido con la transferencia de todas sus funciones principales a otros organismos que toman las decisiones”, concluyó.
Las medidas regresivas ya implementadas por el gobierno de Bolsonaro en materia medioambiental en estos primeros cinco meses de gestión han sido varias. Entre otras, la de transferir al Ministerio de Agricultura la tarea de demarcación de tierras indígenas y las funciones del Servicio Forestal Brasileño. A esto se suman la pérdida de la Agencia Nacional de Aguas, la eliminación de la Secretaría de Cambio Climático y las amenazas de desmantelar áreas protegidas, de reducir el Consejo Nacional de Medio Ambiente y de eliminar el Instituto Chico Mendes para la Conservación de la Biodiversidad.
Las polémicas en cuanto a las posturas del presidente sobre este tema ya fueron motivo de discusión durante la campaña electoral de 2018, y se agudizaron con el nombramiento como ministro de Ricardo Salles, un abogado ultraderechista, apoyado por el lobby ruralista, que ya había sido muy cuestionado cuando estuvo a cargo de la secretaría de Medio Ambiente del estado de San Pablo. En ese cargo, modificó la demarcación de una zona protegida para que una empresa pudiera hacer una obra allí.
Todo esto fue generando motivos para el repudio de los ex ministros de Medio Ambiente, pese a sus diferencias ideológicas. Para Carlos Minc, que ocupó el cargo de 2008 a 2010, durante la segunda presidencia de Luiz Inácio Lula da Silva, “el medioambiente nunca estuvo en Brasil tan amenazado como en este momento”. El ex ministro afirmó que se están incumpliendo acuerdos y agregó: “El país de mayor biodiversidad del planeta está comenzando a negar los tratados que firmó, y eso puede ser la mayor amenaza para el clima del planeta”.
Por su parte, la ex candidata presidencial Marina Silva, que fue titular de Medio Ambiente de 2003 a 2008, dijo que deshacer las legislaciones es una falta de respeto a la Constitución, y que los cortes en el presupuesto y el debilitamiento de los requisitos para obtener licencias ambientales acarrearán para Brasil no sólo perjuicios climáticos, sino también económicos a largo plazo. “La Unión Europea está dificultando nuevos acuerdos con el Mercosur en razón de la actual política ambiental. Vamos a sufrir con barreras tarifarias y a volver al tiempo de la presión externa”, dijo Silva, y agregó: “El agronegocio va a pagar el precio de tener una visión anticuada del asunto. Lo mismo va a pasar con la minería, que también va a tener consecuencias porque a nivel mundial van a decir que nuestros commodities son producidos a costa de nuestros bosques”.
Por su parte, Izabella Teixeira, que fue ministra durante los últimos tiempos del gobierno de Lula y en la presidencia de Dilma Rousseff, dijo que “el negacionismo climático es muy grave porque se trata de un asunto geopolítico, de desarrollo global”, y agregó que “Brasil no puede ser la reina mala del Game of Thrones climático”.