La semana pasada, el director del Centro de Máxima Contención del Instituto Nacional de Inclusión Social Adolescente (INISA) se intoxicó al beber un jugo de naranja que estaba destinado al consumo de los internos y que contenía diazepam. Autoridades del INISA consideraron que se trató de un hecho “lamentable”, pero del que se pueden sacar “conclusiones”: “Ya sabemos qué hacer con los funcionarios que se quejan mucho”.

El incidente reavivó el debate sobre las condiciones de reclusión del centro, cuya clausura había sido exigida por la Institución Nacional de Derechos Humanos. Una fuente del gobierno explicó: “Ya tenemos un plan para realojar a estos jóvenes en el Antel Arena”. Este plan incluye también a los reclusos alojados en condiciones inhumanas en el módulo 8 del penal de Santiago Vázquez. “Hay gente que se queja porque gastamos plata en construir el Antel Arena mientras los presos viven un infierno en vida, pero esto no es justo, porque se trata de un complejo polifuncional, que puede alojar a miles de reclusos. Estaba todo planeado desde un principio”, explicó la fuente consultada.