Al menos dos renuncias de dirigentes con más de 40 años de militancia en el Partido Socialista (PS) se concretaron esta semana. En su reunión del lunes, el Ejecutivo socialista trató una comunicación que envió Guillermo “Tato” Fraga, actual coordinador de Fondos de Desarrollo del Interior de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (ver recuadro).
Este miércoles, además, el dirigente Eduardo de León le envió una nota al secretario general del PS, Gonzalo Civila, en la que explica las razones de su decisión.
Hasta mayo, De León integraba los principales órganos partidarios: el Comité Ejecutivo, el Comité Central y era además secretario de Formación. “Ingresé a la gloriosa JSU (Juventud Socialista del Uruguay) en plena clandestinidad, año 1978 y participé activamente luego en la Dirección Nacional clandestina y legal de la JSU (hasta 1985) y después en el Comité Central, integrando también algún Comité Ejecutivo Nacional, y organismos de programa o formación hasta 1995”, repasa en su carta abierta. También recuerda que fue asesor de Reinaldo Gargano en temas de comunicación y análisis político, y subraya que toma la decisión de renunciar “sin perder un ápice del cariño, el reconocimiento y la fraternidad” hacia sus compañeros de militancia. Sin embargo, considera que la desafiliación es también el “camino coherente con las señas de identidad del socialismo renovador” y del “socialismo histórico que supimos recrear entre tantos en las luchas contra la dictadura”
Según su evaluación, en los últimos diez años en la interna del PS “se fueron perfilando dos culturas políticas”, en la gestión de Mónica Xavier se dio un “empate” que anuló las posiciones del PS de cara a la sociedad y el triunfo del ala ortodoxa en marzo resolvió ese “empate”, pero reafirmando “un giro que cambia la identidad de esta fuerza de izquierda”. “Las diferencias de fondo y de visión del mundo son lógicas en el Frente Amplio que por eso es Frente y es Amplio, pero no dentro de cada sector (..) En la organización que integré se ha impuesto una cultura política y eso es positivo. Pero esa cultura política es antagónica con la identidad socialista democrática e histórica y asume, desde mi parecer, varios rasgos fundamentales”, señala.
De León cuestiona la visión “instrumental o ambivalente” sobre la democracia y las libertades fuera de Uruguay, por ejemplo durante los “múltiples debates sobre el régimen autoritario de Maduro”, y el desconocimiento de las “lecciones de la caída del socialismo real, del coqueteo de fracciones de izquierdas con autoritarismos de todo signo y las propias autocríticas del PS”. “Es la segunda muerte del socialismo democrático”, redondea.
También advierte que existe una “cultura difusa con el sello de la fascinación por el populismo con sus ingredientes mágicos o religiosos”, que no tiene en cuenta que el populismo “es un animal ajeno a las izquierdas”. “Los populismos construyen la creencia de que cambian lo real cuando lo consolidan. Sustituyen el cambio por la creencia de que ocurre”, añade.
“La admiración local del peronismo, por ejemplo, o del madurismo, desconoce la matriz reformista social y liberal-democrática del Uruguay moderno (...) La pasión cívica, reformadora, republicana y socialista no es la fascinación enferma de la magia populista”.
Pone como ejemplo los debates públicas que tuvo con Daniel Olesker, primer candidato al Senado de la lista 90, y opina que el ala ortodoxa “ignora o subestima” las tareas históricas para producir un “salto en el desarrollo humano del país” y propone en cambio “sistemáticamente recetas del pasado para problemas del presente y del futuro”. “No son recetas para crecer, crear empleos y distribuir con justicia la riqueza, son recetas probadas para agravar desequilibrios macroeconómicos y enterrar la creación genuina de riqueza”, agrega.
Luego señala que en el PS han construido una “herramienta de máquinas que no miran hacia su afuera, hacia la sociedad civil, que no viven dentro de ella, con las nuevas formas de vida de la gente, sus sueños, alegrías y sufrimientos reales”, y también hace hincapié en las diferencias en materia de política de alianzas en el FA. “Para nosotros hoy se trata de unir a toda la izquierda democrática, y también a la izquierda de cuño socialista democrático, detrás de la candidatura de Daniel Martínez”, añade.
Y concluye: “La agenda del socialismo democrático hoy exige mirar el presente desde el futuro para construir ciudadanía y una política abierta a la sociedad civil, orientada hacia la gente y no guiada por máquinas autoreferenciales”. Por último, De León se compromete en aportar “todos mis esfuerzos” para construir un espacio político, cultural y social “de la izquierda democrática, popular, innovadora, feminista, promotora de unidad entre las fuerzas de la ciencia y la cultura con la clase trabajadora y los sectores emprendedores que arriesgan e innovan”.
La renuncia de Fraga
El lunes 10, a través de una publicación en Facebook, Fraga confirmó lo que le había comunicado ese mismo día al secretario general, Gonzalo Civila: que renunciaba a su condición de afiliado, después de 41 años de militancia. También anunció que empezaría a trabajar políticamente con Cristina Lustemberg, del sector Participar, Articular, Redoblar (PAR). El post generó comentarios entre dirigentes socialistas. “Si un conjunto de personas ajenas al PS, que no se identifican como socialistas, ocuparon el partido y se quedaron con él o al menos con su mayoría, te quedaba poco espacio. Y Cristina Lustemberg es una opción”, escribió el sociólogo Fernando Errandonea. “Así es”, acotó Daniel Daners.