La jornada de este lunes estuvo marcada en España por las renuncias que se dieron dentro de Ciudadanos, el partido de derecha que tiene la llave para permitir la conformación de un nuevo gobierno del actual presidente, el socialista Pedro Sánchez.

Las elecciones del 28 de abril dejaron, nuevamente, un Congreso dividido en España. El Partido Socialista Obrero Español (PSOE) ganó y obtuvo 123 escaños, seguido por el Partido Popular (PP), con 66, Ciudadanos, con 57, y Unidas Podemos (UP), con 42. El Congreso tiene 350 escaños y el PSOE no cuenta con la mitad necesaria para lograr la investidura de Sánchez en solitario, por lo que salió a buscar alianzas. Tuvo una respuesta positiva de UP, con el cual pactó a mediados de junio formar un gobierno “progresista” y “de cooperación”.

Pero hasta ahí ha llegado el acuerdo, mientras la incertidumbre política continúa. El PSOE y UP se debaten desde hace dos semanas sobre cómo sería ese nuevo gobierno, ya que los liderados por Pablo Iglesias quieren ocupar cargos de primera línea y en el PSOE hay resistencia ante esa posibilidad. No es una cuestión menor: la definición pasa por si el próximo Ejecutivo es una coalición de partidos de izquierda o si simplemente es un gobierno socialista con el respaldo de las otras agrupaciones de izquierda que conforman UP. Por lo pronto, no hay un acuerdo a la vista. Este lunes dirigentes socialistas insistieron en este punto: Sánchez renunció a gobernar en solitario al extender la mano a UP para un acuerdo, ahora le corresponde a Iglesias aceptar que ese gobierno no será de coalición. Desde UP llegó, también ayer, una señal en el sentido contrario: los dirigentes de los principales sindicatos españoles (Comisiones Obreras y Unión General de Trabajadores) brindaron su respaldo a la formación para que tenga un “papel crucial” en un “gobierno estable y fuerte” junto al socialismo.

En todo caso, si se alcanzara un acuerdo sobre este punto, todavía no está claro que ese gobierno pueda ser avalado por el Congreso: el PSOE y UP reúnen 165 escaños, menos de los 175 necesarios para contar con la mayoría dentro del Congreso.

Así las cosas, Ciudadanos y el PP están en un lugar clave: si una de esas dos formaciones no vota en contra de la investidura de Sánchez, él podría mantenerse como presidente. Teniendo esa abstención como objetivo, el todavía mandatario se ha reunido con Pablo Casado, líder del PP, y Albert Rivera, de Ciudadanos, en más de una oportunidad. Hasta ahora, los dos aseguraron que votarán en contra de su investidura. Si eso se confirma, la única alternativa que le quedaría a Sánchez sería la de buscar la abstención de partidos menores, entre ellos los independentistas catalanes, que sólo adoptarían esa postura por medio de una negociación en la que exigirían algo a cambio. Negociar con el independentismo catalán dejaría a Sánchez en una posición de debilidad, con un gobierno que podría perder su mayoría y ser revocado ante cualquier eventualidad en Cataluña.

La posición del PP era esperable, pero la de Ciudadanos causó división entre sus filas. Rivera se ha parado en el “no es no” a Sánchez, tal como prometió durante la campaña, pero su posición ahora amenaza con extender la ingobernabilidad del país, que debería ir a nuevas elecciones ante la imposibilidad de que se construyan otras alianzas para investir a otro candidato. Un histórico de la formación e integrante de su dirección, el diputado Toni Roldán, renunció a su cargo en la interna y a su banca con un duro discurso brindado en el Congreso. “No me voy porque yo haya cambiado, sino porque Ciudadanos ha cambiado. Este no es el contrato que yo firmé”, aseguró, después de haber acusado al partido de haberse convertido en el PP y de haberse olvidado de los principios que llevaron a su fundación. En un momento de su discurso, refiriéndose claramente a la actual coyuntura política, se preguntó: “¿Cómo vamos a vencer al nacionalismo [catalán] si no ponemos todo de nuestra parte, aunque otros no lo hagan, para evacuarlo del poder?”. “Los costos para España de la estrategia de Ciudadanos son demasiado altos”, añadió. A la salida de Roldán del partido, se sumó la del eurodiputado Javier Nart, también considerado un miembro histórico de Ciudadanos. Estas críticas internas se suman a otros cuestionamientos, porque las posturas de Ciudadanos sí han acercado al partido de ultraderecha Vox a gobiernos locales.

Sin embargo, estas salidas no parecen cambiar la posición de Rivera, quien ayer rechazó reunirse nuevamente con Sánchez para buscar coincidencias.

Aprovechando la crisis en las filas de Ciudadanos, el secretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos, pidió a Rivera que “escuche a su partido y se abstenga” en la investidura de Sánchez. “Salga de su laberinto” y de la “huida hacia adelante”, agregó.