Durante un discurso emitido ayer por la televisión pública iraní, el presidente de la nación islámica, Hassan Rouhani, descartó la posibilidad de que su país entre en un conflicto bélico. “Irán no hará la guerra contra ninguna nación. A lo que no nos enfrentamos es a un grupo de políticos con poca experiencia”, afirmó Rouhani, en medio del clima de tensión existente con Estados Unidos, cuyo gobierno anunció el lunes el envío de 1.000 soldados más a la zona de Medio Oriente.

La medida anunciada por el secretario de Defensa en funciones, Patrick Shanahan, se produjo después de que Estados Unidos inculpara a Irán por los ataques a dos buques petroleros la semana pasada, lo que ha aumentado los temores de una confrontación, al mismo tiempo que el gobierno iraní anunció que violará el pacto nuclear firmado en 2015 y que aumentará su tasa de enriquecimiento de uranio en las próximas semanas. Shanahan dijo que el despliegue de tropas tuvo “propósitos defensivos”, citando preocupaciones sobre una amenaza de Irán. “Los recientes ataques iraníes validan la inteligencia confiable y creíble que hemos recibido sobre el comportamiento hostil de las fuerzas iraníes y sus grupos próximos, que amenazan al personal y a los intereses de Estados Unidos en toda la región”, afirmó el funcionario de la administración Trump en un comunicado.

Por otra parte, el presidente iraní denunció una vez más las presiones económicas y las sanciones que Washington le ha impuesto a la nación persa, y aseguró que estas medidas están destinadas al fracaso y tampoco lograrán aislar a Irán. “Toda la nación iraní coincide en que hay que hacer frente a las presiones de Estados Unidos y en que al final de esta batalla la nación iraní se alzará con la victoria”, afirmó Rouhani.

Por su parte, el líder de la Revolución Islámica de Irán, el ayatolá Seyed Ali Jamenei, rechazó la posibilidad de que se desate una guerra entre su país y Estados Unidos, si bien ha destacado que en caso de ser necesario el pueblo persa responderá al enemigo oponiendo resistencia.