La semana que viene comenzará en el Congreso español el debate sobre la investidura como presidente del gobierno del líder socialista Pedro Sánchez –ganador de las elecciones generales del 28 de abril–, pero parece difícil que el actual mandatario interino logre ser electo, por lo que todo parece indicar que habrá elecciones una vez más el 10 de noviembre.

Si bien en un momento se especuló con que el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) tendría como aliado para la investidura de Sánchez a Unidas Podemos, sector que lidera Pablo Iglesias, las diferencias entre ambas figuras políticas no han hecho otra cosa que profundizarse y este jueves se sumó un nuevo capítulo, que puede ser el de la ruptura definitiva.

Durante una entrevista en el programa Al rojo vivo que emite la cadena La Sexta, Sánchez –quien está al frente del Ejecutivo español desde junio del año pasado, cuando se votó la censura de su antecesor, Mariano Rajoy– afirmó que el principal escollo para que haya un acuerdo entre el PSOE y Podemos “es la participación de Iglesias en el gobierno”.

Entre los motivos por los que objeta que Iglesias esté en su gobierno, Sánchez destacó las “muchas desavenencias a nivel estatal” y que, aunque entre ambos partidos existan semejanzas en los temas sociales, hay multitud de cosas en las que no están de acuerdo, como “la sentencia del procés, que sacan a la luz las principales divergencias de Unidas Podemos con el PSOE”.

El líder socialista afirmó que no se puede “permitir el lujo” de contar con un vicepresidente que en una de “las mayores crisis de Estado en los últimos 40 años [...] lo único que haga sea mirar para otro lado o silenciar”, explicó. Con respecto al juicio contra los líderes independenstistas catalanes, Sánchez afirmó que “Pablo Iglesias habla de presos políticos, y yo necesito un vicepresidente que defienda la democracia española, que defienda que España es un Estado de derecho, social y democrático”.

Ayer, horas antes de la mencionada entrevista televisiva, Sánchez mantuvo un encuentro con la cúpula de su partido y, según informaron fuentes de la reunión citadas por el diario Público, el presidente del Gobierno relató, con todo detalle, que a Iglesias sólo le interesa ser vicepresidente del Consejo de Ministros, así como los ministerios que le pidió durante los contactos que ambos tuvieron en las últimas semanas, las carteras de Hacienda, Trabajo y Comunicación. De acuerdo con la misma fuente, Sánchez hizo especial hincapié en que Iglesias no tiene ahora las riendas de su partido, destacó la división interna que existe en Unidas Podemos y dijo que, en estas circunstancias, no puede garantizar la más mínima estabilidad a su gobierno. La mayoría de las fuentes del PSOE consultadas creen que no existe la más mínima posibilidad de que la investidura salga adelante la próxima semana. Al igual que Sánchez, culpan de esto fundamentalmente a Iglesias. Además, todos coindicieron en que Sánchez está muy ofendido por la actitud del líder de Podemos, y en que las diferencias ya alcanzan al plano personal, por lo que el acuerdo político se ve imposible.

A pesar de la profundidad del desencuentro, Sánchez está dispuesto a negociar que haya ministros de Podemos con perfil técnico en su Ejecutivo –una alternativa que excluye a Iglesias–, pero el líder del PSOE aclaró que esta oferta seguirá en pie únicamente “hasta la próxima semana”, cuando se celebrará el debate de investidura, que comienza el lunes. Si no hay investidura la semana que viene, ya no será posible “un gobierno de coalición”, enfatizó el líder socialista.

Como para terminar de cavar una zanja definitiva entre la postura del PSOE y la de Podemos, las palabras de Sánchez de ayer coincidieron con el final de la consulta a los militantes orgánicos de Podemos, que había sido calificada por el presidente del Gobierno como una “mascarada” y una prueba de que Iglesias apostaba por la ruptura. En la consulta participaron casi 140.000 de los inscriptos en Podemos, 70% de los cuales votó a favor de apoyar la investidura del líder socialista únicamente en el caso de que Sánchez declare su voluntad de formar un gobierno de coalición, algo que no tiene posibilidad alguna de convertirse en realidad.