La canciller alemana, Angela Merkel, y el primer ministro británico, Boris Johnson, se reunieron ayer en Berlín y durante el encuentro mantuvieron sus posiciones encontradas con respecto al brexit, pero ambos se manifestaron optimistas respecto de un posible acuerdo. Según consignaron agencias internacionales, las diferencias giran básicamente en torno a la salvaguarda para Irlanda, que obligaría a Reino Unido a seguir formando parte de la unión aduanera mientras no se definiesen las futuras relaciones con la Unión Europea (UE) tras el brexit, cuya fecha de entrada en vigencia está marcada para el 31 de octubre.

“La salvaguarda es la expresión de un problema no resuelto. En el momento en que se resuelva el problema, esta no será necesaria”, dijo Merkel durante la conferencia de prensa conjunta que ambos dieron luego del encuentro. “Se trata de definir la futuras relaciones entre la UE y Reino Unido y entre Irlanda e Irlanda del Norte. Es algo que podemos tardar dos años en resolver, pero que también podemos resolver en 30 días”, agregó la líder alemana.

Johnson, por su parte, hizo hincapié en que Reino Unido quiere una salida negociada, pero agregó que el acuerdo no puede mantenerse tal como está y subrayó que la salvaguarda no es aceptable. “Hay un amplio margen para un acuerdo”, pero siempre que “la salvaguarda sea eliminada”, reiteró el líder de los conservadores británicos.

Ante la falta de un acuerdo, Merkel le pasó la iniciativa a los británicos, asegurando que le corresponde a Londres hacer propuestas y dar con nuevas soluciones. Johnson recogió el guante de la canciller y dio por inaugurada una nueva ronda de negociaciones con un plazo de 30 días. Merkel “dice que la carga recae sobre nosotros para dar con ideas y soluciones [...] y es lo que queremos hacer”, aseguró Johnson.

Todos los gobiernos de los 27 países integrantes de la UE rechazaron hasta el momento cambios en lo que se conoce como “Protocolo del Backstop”, que trata de evitar el restablecimiento de una frontera dura entre Irlanda e Irlanda del Norte, como estipularon los acuerdos de paz de 1998, que pusieron fin a décadas de violencia política en los territorios irlandeses. Este protocolo establece que en caso de que no hubiera acuerdo tras el período transitorio, Irlanda del Norte quedaría sujeta, en principio, temporalmente, a las reglas del mercado único y la unión aduanera, mientras que Reino Unido los abandonaría, como garantía de que la frontera va a seguir abierta.