30 personas murieron en Estados Unidos durante el fin de semana debido a la acción de dos atacantes, aparentemente solitarios e independientes entre sí, que dispararon contra multitudes en Texas y Ohio. El fin de semana sangriento empezó el sábado en un local de Walmart de El Paso, Texas, a cinco kilómetros de uno de los tramos de la frontera de Estados Unidos con México que están bloqueados por un muro, del otro lado del cual está Ciudad Juárez. Un joven blanco de 21 años entró a la tienda y comenzó a disparar contra las personas que estaban en el lugar de forma aparentemente indiscriminada. Antes de ser abatido, el atacante asesinó a 19 personas y una treintena sufrieron heridas de diferente gravedad. Mientras todavía se vivían las repercusiones de ese ataque, en la madrugada del domingo en Dayton, Ohio, otro hombre, de 24 años, abrió fuego en el bar Ned Peppers. Allí murieron diez personas, entre ellas el autor de los disparos y su hermana, de 22 años, y 26 fueron heridas.

Seis de las 19 víctimas fatales de los disparos eran mexicanas, y otros países están pidiendo información a Estados Unidos para averiguar si había ciudadanos suyos entre los fallecidos. A su vez, México anunció que emprenderá acciones para proteger a los mexicanos en Estados Unidos.

Las autoridades identificaron al responsable del atentado en Texas como el autor de un documento que vincularía el ataque “con un posible crimen de odio”, según el jefe de policía de El Paso, Greg Allen. El “manifiesto” tiene cuatro páginas y fue publicado en un foro ultraderechista de internet horas antes del asesinato con el título “Probablemente voy a morir hoy”, informó The New York Times. Allí dice que el ataque fue una respuesta a la “invasión hispana de Texas” e incluye frases como “los hispanos tomarán el control del gobierno local y estatal de mi amado Texas” o “la abundante población hispana en Texas [...] nos convertirá en un bastión de los demócratas”.

El Paso es una de las ciudades más afectadas por la entrada de migrantes indocumentados de Estados Unidos. Allí se encuentra uno de los centros en los que se retiene a los solicitantes de asilo en Estados Unidos, cuyas condiciones son inhumanas, según organizaciones de derechos humanos, medios de comunicación y congresistas opositores. El Paso es en cierto grado una ciudad hispana, en la que pueden encontrarse carteles en español y donde muchos de sus 682.000 habitantes comparten la nacionalidad mexicana, informó BBC. Es, a su vez, una de las principales rutas de comercio con México, así como uno de los lugares a los que suelen acudir mexicanos para comprar productos más baratos o que no encuentran del otro lado de la frontera, para luego volver a su país. El Walmart en el que se produjo el ataque era uno de los lugares más elegidos por los hispanos que residen en uno y otro lado de la frontera.

Discurso presidencial

Los tiroteos hicieron que se reiniciaran las críticas contra el gobierno de Donald Trump. En primer lugar, porque se ha negado a legislar para limitar el acceso a las armas en Estados Unidos, un camino que había empezado a emprender su antecesor, Barack Obama. No sólo eso, sino que en 2017 suspendió una regulación que impedía que las personas con problemas mentales pudieran acceder a la compra de armas. La norma había sido impulsada por Obama y su suspensión fue celebrada por la Asociación Nacional del Rifle y otras organizaciones favorables a la tenencia de armas personales.

Pero la mayor parte de las críticas, provenientes sobre todo de la oposición, fueron por lo que han sido las declaraciones de Trump en las últimas semanas, que algunos consideran que son parte de un discurso de odio, en el marco, además, de una lucha contra el ingreso de inmigrantes indocumentados. Trump recurrió a su cuenta de Twitter para criticar a varias congresistas extranjeras, a un diputado negro y a la ciudad de Baltimore, donde la mayoría de la población es negra. Esto mientras el gobierno impulsa acuerdos con terceros países para que retengan a los inmigrantes que viajan rumbo a Estados Unidos mientras se tramita su pedido de asilo, en el marco de una política migratoria que incluye a Trump criticando a los inmigrantes a través de las redes.

Esa dialéctica se ha convertido en el centro de su campaña para las elecciones de 2020, que ha vuelto a poner sobre la mesa un discurso en el que acusa a los inmigrantes de, entre otras cosas, robar el trabajo a los estadounidenses y llevar la delincuencia al país.

En el Partido Demócrata hubo varios referentes que vincularon el discurso de Trump con el ataque de El Paso. “Donald Trump es responsable de esto. Él es responsable porque está avivando los temores, el odio y la intolerancia”, aseguró el senador Cory Booker, que es uno de los precandidatos del partido opositor. “Es un racista declarado y abierto y está alentando más racismo en este país”, sostuvo el ex diputado por El Paso Beto O’Rourke. “Debemos unirnos como nación para rechazar esta peligrosa y creciente cultura de intolerancia adoptada por Trump y sus aliados”, dijo por su parte el senador y ex precandidato presidencial Bernie Sanders.