En la sesión de hoy, el Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA) resolvió habilitar la aplicación del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) al considerar que la situación de Venezuela es “una clara amenaza a la paz y la seguridad” de la región.

El TIAR funciona de una forma similar a la OTAN: en última instancia, los países pueden acordar formar una fuerza militar internacional para intervenir en un país que integre la OEA si consideran que representa una amenaza.

La invocación al TIAR fue propuesta por la propia Venezuela, que en la OEA está representada por un delegado de la oposición desde que el gobierno de Nicolás Maduro dispuso su salida del organismo. La OEA no reconoció la asunción de Maduro a un segundo mandato, que se produjo en enero, y considera que el presidente de Venezuela es Juan Guaidó, el líder de la Asamblea Nacional que se autoproclamó mandatario a fines de enero y es reconocido como tal por unos 50 países.

La resolución que habilita el uso del TIAR fue respaldada por 12 países: Argentina, Brasil, Chile, Colombia, El Salvador, Estados Unidos, Guatemala, Haití, Honduras, Paraguay, República Dominicana y la propia Venezuela. “La crisis en Venezuela tiene un efecto desestabilizador, representando una clara amenaza a la paz y a la seguridad” de la región, indica el texto. En el encuentro de hoy, Costa Rica sugirió que se incluyera en la resolución la aclaración de que se adoptarían exclusivamente medidas que “contribuyan a la restauración pacífica de la democracia en Venezuela, excluyendo aquellas que impliquen el empleo de la fuerza armada”. Sin embargo, esa propuesta fue rechazada por los demás países.

En una primera instancia, el Consejo Permanente convocó a una reunión de cancilleres de la OEA, que se realizará en la segunda quincena de setiembre en el marco de la Asamblea General de la ONU en Nueva York. En ese nuevo encuentro sobre Venezuela, los cancilleres tendrán un abanico de opciones de medidas a aplicar, que van desde la ruptura de relaciones diplomáticas y económicas hasta el “empleo de la fuerza armada”, pasando por un bloqueo marítimo o aéreo, que afectaría el turismo que todavía recibe Venezuela.