El gobierno de Jair Bolsonaro se propone empezar, el lunes, una campaña por la abstinencia sexual entre los adolescentes que será promovida principalmente por las redes sociales. La política la impulsará el Ministerio de la Mujer, la Familia y los Derechos Humanos, en colaboración con el de Salud, y tiene como objetivo la reducción del embarazo adolescente.
La ministra de la Mujer de Brasil, Damares Alves, una pastora evangélica y militante antiaborto, es famosa por sus declaraciones contrarias a la educación sexual y a la agenda de derechos, en particular los de las mujeres, e incluso llegó a afirmar que las niñas son violadas por no usar bombacha. Uno de sus argumentos a favor de la campaña es que “una niña de 12 años no está preparada para ser poseída por un hombre”. Otro, que en Brasil hay un “consumo masivo” de la pastilla del día después, que provoca problemas “en las hormonas”, así como “abortos espontáneos” en la adultez, unas afirmaciones habituales entre quienes rechazan su uso pero refutadas por distintos estudios científicos. Por su parte, el ministerio aseguró en un comunicado que el comienzo precoz de la vida sexual puede llevar a “comportamientos antisociales y delincuentes, alejando [a los adolescentes] de los padres, la escuela y la fe”.
59 de cada 1.000 adolescentes de entre 15 y 19 años fueron madres en Brasil en 2017, según datos de las Naciones Unidas.
En Brasil las iglesias evangélicas más conservadoras tienen programas específicos en los que trabajan con adolescentes, sobre todo las mujeres, para que no tengan relaciones sexuales hasta casarse, asegurándoles que irán al infierno si no esperan, recordaron medios locales. Pero desde el gobierno desligaron la campaña gubernamental de las convicciones religiosas. El secretario nacional de los Derechos de los Niños y los Adolescentes, Maurício José Silva Cunha, dijo a la cadena O Globo que la elección de promover la abstinencia –en lugar de, por ejemplo, la educación para la prevención de los embarazos– no se basa en una postura religiosa, sino en estudios científicos. “Los estudios científicos demuestran resultados exitosos de esta alternativa de promover la iniciación sexual en edad tardía para prevenir el embarazo precoz, con ventajas psicológicas, emocionales, físicas, sociales y económicas”, aseguró el ministerio en un comunicado emitido a mediados de enero.
Sin embargo, la cartera reconoció que no cuenta con estudios científicos que respalden su afirmación. Ante una solicitud por medio de la Ley de Acceso a la Información realizada por la revista Época, indicó que los estudios “están siendo profundizados” a medida que “la política pública está en construcción”. Las autoridades tampoco brindaron datos de otros países en donde se hayan conseguido resultados con una política de este tipo, que incluso han sido desaconsejadas por grupos de expertos en todo el mundo.
“Para nosotros, esto es una ampliación de derechos: no estamos renunciando a otros métodos anticonceptivos, queremos que sea una opción más”. Maurício José Silva Cunha, secretario nacional de los Derechos de los Niños y los Adolescentes
Además, los datos indican que la tasa de embarazos adolescentes se viene reduciendo en Brasil desde 1997, algo que se atribuye a la expansión de la educación sexual, cuyo ritmo se ha reducido desde que Bolsonaro llegó a la presidencia. Entre ese año y 2017, la disminución fue de 84 a 59 embarazos cada 1.000 adolescentes de entre 15 y 19 años, según datos de la Organización de las Naciones Unidas. En el mundo, el promedio es de 44 cada 1.000 mujeres de esa edad.
Decenas de especialistas han criticado la iniciativa en distintos pronunciamientos, haciendo hincapié en que es más importante luchar contra el desconocimiento que postergar el inicio de las relaciones sexuales. Datos del Ministerio de Salud indican que sólo 39% de los brasileños de entre 15 y 64 años usaron un preservativo en su última relación sexual, tanto en encuentros casuales como en vínculos estables.