Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

Hace casi un cuarto de siglo que los días 20 de mayo se reclama verdad y justicia para los crímenes del terrorismo de Estado. 44 años hace de cinco secuestros en Buenos Aires: los de Rosario Barredo, Héctor Gutiérrez Ruiz, Zelmar Michelini y William Whitelaw, que aparecieron asesinados, y el de Manuel Liberoff, desaparecido. Representaban una amplia variedad de trayectorias políticas, confluyentes en 1976 contra la dictadura uruguaya. Representan una gran diversidad de luchas pasadas, presentes y futuras.

Son muchos años de impunidad, con resultados aún escasos en la búsqueda de restos, las condenas a los autores directos e indirectos de los delitos, y el esclarecimiento de causas y responsabilidades. Hay todavía grandes huecos en la comprensión de lo que se sigue llamando “historia reciente”.

Sacudones como el de la sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos para el caso Gelman forzaron decisiones políticas y procesales, pero da la impresión de que, al igual que la tenaz demanda social, no han producido algunos cambios indispensables. Muchos siguen convencidos de que lo mejor es dejar todo como está, o tienen intereses personales en que así sea. Y entre ellos hay unos cuantos que poseen mucho poder.

Varios organismos creados por sucesivos gobiernos en este siglo han aportado de distintos modos, sin superar la suma de silencios cómplices y de insuficiencias en la investigación estatal. Los esfuerzos de la fiscalía especializada en esta materia, con pocos recursos, han logrado avances desde 2018, pero en el Poder Judicial persisten actitudes que no asimilan la evolución del derecho internacional y a veces la resisten abiertamente. A todo esto se agrega la presencia en el Parlamento de quienes, como Guido Manini Ríos, dicen en voz alta que ya debería cesar la persecución de viejos criminales.

Whitelaw, Michelini, Liberoff, Gutiérrez Ruiz y Barredo venían de historias diferentes y batallaban juntos. También se puede participar en esta marcha, que hoy sigue, desde distintos dolores y distintos sueños. Con sentimientos encontrados, para encontrar un sentimiento común.

La movilización de este 20 de mayo no es como las 24 anteriores, debido a la emergencia sanitaria, pero como dice Alba González, de Familiares, “esta situación especial de alguna manera potenció la cercanía emocional y redobló el compromiso”.

González también tiene mucha razón cuando apunta que las responsabilidades del Estado, que hoy se le señalan al gobierno encabezado por Luis Lacalle Pou, y antes se le señalaron a otros cinco, no se limitan a “mantener el presupuesto para excavaciones”. Sería muy útil que los recursos materiales no sólo se mantuvieran, sino que aumentaran, pero lo más necesario es la voluntad política de poner fin a tantos años de ocultamiento, de mentiras y de cinismo.

Dejemos de lado, por hoy, la destitución del presidente de Antel y el llamado a sala a cuatro ministros por UPM, el protocolo para la reanudación de las clases en Primaria y los cambios del proyecto de ley de urgente consideración (25). Atendamos a lo que es urgente desde hace décadas.

Hasta mañana.