Este lunes, por tercera vez consecutiva, la Justicia de Australia hizo pública la denegación del pedido de libertad provisional por motivos de salud presentado por los defensores legales de la chilena Adriana Rivas, una ex agente de la Dirección Nacional de Inteligencia (Dina), a quien se acusa de haber participado en la desaparición de siete personas entre 1974 y 1977.

El juez Robert Williams, del tribunal local del estado de Nueva Gales del Sur –cuya capital es Sydney–, determinó que no existían razones que justificaran la libertad provisional de Rivas, informó la abogada Adriana Navarro, quien representa a las familias de las víctimas de la represora chilena, de acuerdo a lo que consignaron agencias internacionales.

Rivas, que fue detenida y permanece encarcelada desde febrero de 2019, deberá esperar detenida el inicio del juicio de extradición a Chile, que está previsto que se realice en tribunales de Sydney el 16 y el 17 de junio. La defensa de la criminal tiene tiempo hasta la semana que viene para presentar sus alegatos escritos después de que el magistrado le concediera una extensión, puntualizó Navarro.

La Corte Suprema de Justicia de Chile emitió una orden de captura contra Rivas en 2014 por su participación en el secuestro y la desaparición de siete personas entre 1974 y 1977. Entre las víctimas aparece el entonces secretario general del Partido Comunista chileno, Víctor Díaz, desaparecido junto con otros miembros de esa organización política.

Además de haber sido agente de la tristemente célebre Dina, Rivas fue secretaria personal y mano derecha del director de esa repartición del Estado, Manuel Contreras, uno de los principales criminales de la dictadura chilena. Contreras murió en 2015, a los 86 años, mientras se encontraba cumpliendo una condena de más de 400 años de prisión en el penal de Punta Peuco –centro de detención creado especialmente para albergar a represores de la dictadura pinochetista– por secuestros, detenciones arbitrarias, encarcelamientos, torturas, desapariciones forzadas y asesinatos.

La detenida Rivas pertenecía a la Brigada Lautaro de la Policía secreta, grupo particularmente conocido por sus crueles prácticas represivas. Personas que estuvieron recluidas bajo su tutela aseguraron que la mujer era “despiadada” durante los interrogatorios. Uno de los abogados de los familiares de las víctimas llegó a decir que Rivas fue “una de las peores torturadoras de la Dina”.

La ex agente, sin embargo, pese a las gigantescas evidencias en su contra, siempre negó las acusaciones, aunque en una entrevista concedida a la cadena australiana SBS en marzo de 2019 dijo: “Mis mejores años de vida, de juventud, fueron los que viví en la Dina [...]. La tortura existió en Chile desde que yo tengo uso de razón, siempre existió. Todo el mundo sabía que tenían que hacer eso y quebrar a la gente de alguna manera, porque los comunistas son cerrados. La tortura era necesaria, la misma que usaron los nazis, era absolutamente necesaria. ¿Tú crees que en Estados Unidos no hacen lo mismo?”.

Un año antes, en 2018, en un documental realizado por su sobrina Lissette Orozco, titulado El pacto de Adriana, Rivas –que aún estaba en libertad– admitió que durante la dictadura “hubo excesos”, pero aseguró: “En el momento en que estaba ahí, no sabía”. Agregó: “Lo supe después y lo lloré [...]. Nunca pensé que mis compañeros podían hacer las cosas que declararon [...]. No soporto que maltraten a un ser humano”. Cuando la sobrina le pregunta por qué nunca se presentó a la Justicia, Rivas responde: “¿Por qué me voy a entregar yo, si no he hecho nada malo?”.

En 1978, aún en plena dictadura chilena, Rivas –quien hablaba perfectamente inglés desde muy joven, algo que la ayudó a ascender rápidamente en los escalafones de la Dina– se fue de Chile rumbo a Australia, donde se desempeñó largos años como niñera y empleada doméstica, según informó el diario chileno La Tercera en 2019, cuando fue detenida en la nación oceánica.

En 2006 Rivas viajó a su país para visitar a su familia y, si bien fue arrestada en el aeropuerto cuando se disponía a retornar a Australia, logró huir poco después cuando se le concedió la libertad condicional.