Pocas horas después de que se confirmara que su test de covid-19 había dado resultado positivo, el presidente brasileño, Jair Bolsonaro, hizo una transmisión en vivo en sus redes sociales en la que aparece tomando una pastilla de hidroxicloroquina y afirma que “con toda certeza” el tratamiento que está llevando adelante “está dando resultado”. “Yo confío en la hidroxicloroquina, ¿y usted?”, pregunta el mandatario en el video, cuyo contenido fue replicado por los portales informativos brasileños.

Aún antes de ser diagnosticado con el nuevo virus, Bolsonaro, al igual que el mandatario estadounidense, Donald Trump, ha sido un firme defensor del consumo de hidroxicloroquina, que es efectiva para tratar la malaria –enfermedad que no es rara en Brasil– pero cuyos efectos positivos para tratar la covid-19 no fueron comprobados científicamente, como el propio Bolsonaro expresó.

“Sabemos que actualmente existen otros remedios que pueden ayudar a combatir el coronavirus, sabemos que ninguno tiene eficacia científicamente comprobada, pero para cierta persona está resultando”, afirmó el mandatario refiriéndose a sí mismo, antes de meterse la píldora en la boca y bajarla con un vaso de agua, como si se tratara de una publicidad.

Si bien ninguna investigación científica respalda el uso de este fármaco, Bolsonaro ha presionado al Ministerio de Salud para que lo incluyera en el protocolo de tratamiento de la novedosa enfermedad, tanto en casos graves como en personas que tienen síntomas leves, aunque la última palabra sobre si suministrar la droga o no es, en todos los casos, decisión de cada médico.

A tal punto llegó el mandatario en su prédica a favor de la hidroxicloroquina, que dispuso que las Fuerzas Armadas ayudasen en la producción del medicamento. De acuerdo a lo que informaron medios brasileños, el Laboratorio Químico y Farmacéutico del Ejército gastó más de 280.000 dólares para multiplicar por 100 su producción del fármaco.

Esta ampliación de gastos algo extraña está siendo analizada por el Tribunal de Cuentas, de acuerdo a lo que informó Folha de São Paulo.

El órgano de contralor pretende determinar si existió sobrefacturación en la compra del producto y si hubo mala aplicación de recursos públicos por parte de Bolsonaro al exigir la ampliación de la producción de este medicamento sin el aval científico correspondiente.

Según informó el sitio de periodismo de investigación Repórter Brasil con base en datos públicos que figuran en el portal de compras del gobierno federal, el laboratorio del Ejército suscribió al menos 18 contratos para adquirir cloroquina en polvo y otros insumos para la fabricación del medicamento, por un costo total de casi 300.000 dólares. Estas compras, que fueron realizadas por adjudicación directa, forman parte del paquete de medidas adoptadas por Brasil para combatir la expansión del coronavirus.