Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

El excanciller Luis Almagro, actual secretario general de la OEA, parece interesado en una inusual trayectoria por los tres mayores partidos uruguayos. Primero pasó del Partido Nacional (PN) al Frente Amplio, que lo expulsó a fines de 2018, y en los últimos tiempos ha enviado fuertes señales al Partido Colorado (PC), asegurando que siempre fue blanco pero también batllista. Es llamativo, porque pese a las controversias sobre lo que significa el batllismo en la actualidad, Wilson Ferreira Aldunate dijo una vez: “Se puede ser nacionalista [y] se puede ser colorado; lo que no se puede es ser las dos cosas a la vez. […] Y el que crea que puede es porque no entendió absolutamente nada”.

Lo que sí se puede es comenzar una trayectoria política en el sector wilsonista del PN, y pasar luego, sin cambiar de fuerza política, a alinearse con el “grupo de los intendentes” que apoyó en 2019 la precandidatura presidencial de Enrique Antía, para terminar aliado en las elecciones nacionales con los herreristas. Ese ha sido el itinerario del exdiputado Pablo Iturralde, y lo recorrió de tal modo que hoy existe un amplio acuerdo entre sectores nacionalistas sobre la conveniencia de que continúe en la presidencia del directorio nacionalista.

En todo caso, la actual coalición de gobierno nacional incluye a sectores que reivindican algunas ideas batllistas, por lo menos en su discurso, y a otros que no quieren ni oírlas nombrar. Esto puede tener cierta importancia cuando, en un Consejo de Ministros que se realizará el lunes próximo, se hable de “empezar a generar algunas medidas” para impulsar la reactivación económica, según adelantó el secretario de Presidencia, Álvaro Delgado.

Como sabemos, el PC y Cabildo Abierto (un partido al que Almagro, por el momento, no ha manifestado interés en incorporarse) marcaron perfil en los últimos días con declaraciones sobre su interés en que se destinen más recursos a paliar las consecuencias de la crisis, y Lacalle Pou no asignó a esas iniciativas demasiado valor, al opinar que buena parte de las políticas propuestas ya se están aplicando, y que habrá que ver si es posible hacer algo más. El presidente de la República nunca ha intentado que alguien piense que es batllista, aunque algún punto de contacto tiene con posiciones defendidas por Jorge Batlle Ibáñez.

¿Cuál sería la posición batllista sobre la reforma de la seguridad social? No es una pregunta fácil de responder. Una cosa habrían dicho, probablemente, José Batlle y Ordóñez y Luis Batlle Berres; otra decía Batlle Ibáñez; y otra dijo Julio María Sanguinetti, que siempre se ha declarado batllista, cuando impulsó con éxito, durante su segunda presidencia, la reforma que creó el actual sistema con administradoras de fondos de ahorro previsional (AFAP).

Rodolfo Saldain, presidente de la comisión de expertos formada para producir un diagnóstico del sistema de seguridad social y propuestas para reformarlo, por ahora señala problemas sin adelantarse a plantear soluciones. De todos modos es previsible que, cuando llegue la hora de las propuestas, poco tendrán que ver las suyas con el batllismo.

Hasta mañana.