Con más de 280.000 personas fallecidas infectadas de coronavirus y con los números de muertes y contagios en ascenso en muchas ciudades y regiones del país, Brasil tiene desde este martes un nuevo ministro de Salud, Marcelo Queiroga, quien asumió el cargo en remplazo del general Eduardo Pazuello.
Queiroga es el cuarto titular de la cartera de Salud del gobierno de Jair Bolsonaro y llega al cargo en un momento crucial, en el que el país se ha convertido en el epicentro de la pandemia en el mundo.
Amigo personal de la familia del mandatario, en particular de su hijo Flávio, senador por el estado de Río de Janeiro, Queiroga, de 57 años y oriundo del estado de Paraíba, es un médico de trayectoria y hasta ahora presidía la Sociedad Brasileña de Cardiología.
Su nombramiento no estuvo exento de polémica, porque los partidos de centro, que constituyen la base de apoyo en el Congreso de Bolsonaro, pretendían que la remplazante del desgastado Pazuello fuera la también cardióloga e internista Ludhmila Hajjar, según expresó públicamente el presidente de la Cámara de Diputados, Arthur Lira, perteneciente al centroderechista Partido Progresistas. Pero la médica, luego de reunirse con Bolsonaro y de ser amenazada de muerte en llamadas telefónicas anónimas según ella misma contó posteriormente, declinó el ofrecimiento. Las políticas que pretendía llevar adelante Hajjar para combatir la pandemia chocaban con las de Bolsonaro, y así fue que el camino quedó allanado para la llegada al ministerio de Queiroga.
Este martes, en su primera intervención pública como ministro, Queiroga mantuvo un breve contacto con los medios. Dejando claro que no va a alejarse mucho de las políticas del presidente, el flamante jerarca dijo que la política de salud durante la pandemia “es la del gobierno de Bolsonaro”, no la del ministro de Salud: “El ministro lo que hace es ejecutar la política del gobierno”, agregó.
Cuestionado sobre su posición acerca de los lockdowns, Queiroga respondió que su opinión sobre el tema es pública y que esta medida “no puede ser una política del gobierno” y debe adoptarse únicamente en “situaciones extremas”.
El nuevo ministro, ahí si marcando diferencias con el tono general de los jerarcas de la actual administración, aprovechó la ocasión para elogiar a la prensa, diciendo que los profesionales de la comunicación aportan “información de calidad a la población”. “Fui convocado por el presidente Bolsonaro para continuar este trabajo y poder superar esta crisis de la salud pública brasileña, que no se trata únicamente de la salud pública brasileña. Es un problema mundial. Y la prensa es muy importante porque lleva información de calidad a la población”, afirmó, al tiempo que pidió una “unión nacional para vencer al virus”, de acuerdo a lo que informó el portal UOL.
Queiroga evitó hacer comentarios sobre la gestión de su predecesor en el cargo. “No tengo una valoración de la administración de Pazuello. Vine acá para trabajar por Brasil con los generales y ministros. El presidente está muy preocupado por la situación y busca soluciones. No hay una varita mágica para solucionar esto”, dijo.
Si bien es obvio que algunas cosas van a tener que variar en la gestión de Queiroga, como la aceleración del hasta ahora poco efectivo plan de vacunación en el país, el giro de timón esperado en el combate a la pandemia no será tal y eso puede costarle caro a Bolsonaro.
A propósito de este tema, un diputado del bloque centrista dijo a Folha de São Paulo que con este nombramiento el presidente, de 65 años de edad, que aspira a ser reelecto en las elecciones del año que viene, se aisló y que ello puede poner en peligro su mandato. “El presidente tendrá que haber acertado con la elección de su cuarto ministro de Salud, porque en caso de que fuera necesario un nuevo cambio, no vamos a discutir quién será el quinto ministro de Salud, sino quién será el próximo presidente de la República”, expresó el legislador.