Sin anunciar aún de forma oficial su postulación para las elecciones presidenciales que se realizarán el año que viene, el exmandatario brasileño Luiz Inácio Lula da Silva empezó el domingo una gira por el nordeste brasileño, en la que pretende afianzar sus alianzas electorales en esa zona del país, un feudo del Partido de los Trabajadores (PT).
El expresidente llegó a Pernambuco, su estado natal, el domingo, y el lunes dijo en Recife que, en caso de llegar al gobierno, hará que las Fuerzas Armadas cumplan con “su papel constitucional”. En declaraciones recogidas por el portal Carta Capital, señaló que “las Fuerzas Armadas existen para garantizar la soberanía nacional contra los posibles enemigos internos”, cuidar las “fronteras terrestres, marítimas y el espacio aéreo” y, además, “proteger al pueblo brasileño”.
“No hay por qué conversar con los militares. No hay por qué conversar con el Ministerio Público. No hay por qué conversar con la Policía Federal. Son instituciones del Estado, tienen funciones que cumplir y tienen que respetar las leyes y la Constitución. Simplemente eso. Cuando gane, voy a conversar, porque entonces seré su jefe y les diré lo que pienso y cuál es su papel”, señaló el líder del PT, que en octubre cumplirá 76 años.
El domingo, Lula se reunió con el presidente del PT en Pernambuco, Doriel Barrios, y con legisladores estaduales del partido. El lunes, tuvo un encuentro con miembros del Partido Socialismo y Libertad (PSOL) y el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST), con quienes llevó adelante una colecta solidaria de productos agrícolas. “Si el pequeño productor es incentivado, este país jamás pasará hambre”, señaló el exmandatario en su cuenta de Twitter.
En otro tuit criticó la situación actual bajo el gobierno de Jair Bolsonaro, señalando que el país “no merece sufrir lo que está sufriendo”. “Esta no es una pelea electoral. No es una pelea de un hombre tratando de tomar el lugar de otro. Es una lucha en defensa de nuestro país. De nuestra soberanía. Es, sobre todo, en defensa de nuestro pueblo”, manifestó.
El mandatario afirmó en una rueda de prensa que tiene la “total seguridad de que es posible reconstruir el país” y que para eso reunirá al mayor grupo de personas posible para trabajar en recuperar “la economía, la soberanía y la democracia brasileñas”.
“Nunca imaginé que, después de la Constitución de 1988, volveríamos a la situación que estamos viviendo. Que después de todos los avances en el proceso democrático brasileño tendríamos este revés de tener un gobernante totalmente irresponsable, que no se preocupa por la verdad, que insiste en mentir cuatro, cinco veces al día, sin ningún compromiso con el tema social, con las víctimas de la covid-19”, expresó Lula.
Por otra parte, criticó la operación judicial Lava Jato –por la que el dirigente fue encarcelado durante 580 días en una dependencia policial de la ciudad de Paraná– y afirmó que fue una causa armada porque su gobierno “incomodaba” a los “intereses privados y geopolíticos de Estados Unidos y otros”. “Se ha demostrado que la mentira fue montada en asociación con el Departamento de Justicia de Estados Unidos, con el Ministerio Público suizo. Y, gracias a Dios, pudimos obtener toda la información y negar el fraude que se montó”, destacó.
Según informó la revista Veja, en su gira Lula recorrerá seis estados del nordeste brasileño en un período de 12 días: además de Pernambuco, visitará Piauí, Maranhão, Ceará, Rio Grande do Norte y Bahía.
Aunque, al igual que Lula, no confirmó su candidatura, el actual presidente Bolsonaro también tiene planificada una visita por el nordeste. Según el portal Metrópoles, a partir de una revisión de su agenda, el mandatario aumentó sus viajes a esa zona, históricamente petista, en 26% respecto de 2020. Mientras que el año pasado el presidente brasileño hizo 15 viajes a alguno de los nueve estados nordestinos, en lo que va de 2021 participó en 19 eventos en la zona.
En las elecciones de 2018 el nordeste fue la única región en la que Bolsonaro perdió con el candidato del PT, Fernando Haddad. En esa ocasión, el ahora presidente obtuvo sólo 30% de los votos en los nueve estados, mientras que Haddad tuvo 69%.