Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

El apoyo al Sí en el referéndum del 27 de marzo fue directamente proporcional a la juventud, y con el No se dio la inversa, según indica un análisis de la votación realizado por la Usina de Percepción Ciudadana.

En el tramo de menores de 30 años, la opción por dejar sin efecto los 135 artículos impugnados de la Ley de Urgente Consideración tuvo 59%. Entre quienes tienen de 31 a 35, logró 55%; en el tramo de 46 a 60, 45%, y en el de mayores de 60, 34%. Son datos de sumo interés que merecen ser estudiados.

No hay encuestas disponibles que hayan indagado, después de la consulta popular, los motivos principales para cada opción, pero una realizada dos meses antes mostró que entre los partidarios del No predominaba el apoyo a las normas sobre seguridad, y entre quienes apoyaban el Sí, el rechazo a la orientación política general de los 135 artículos, reivindicada por el oficialismo.

Por lo tanto, es razonable suponer que entre los más jóvenes fue mayor el descontento con el gobierno nacional y menor la conformidad con los cambios en la política policial. Exploremos algunos posibles motivos.

Amira Fagúndez, dirigente de la Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay y referente de la campaña por el Sí, comentó que a su entender no sólo incidió el espacio ocupado por jóvenes en esa movilización, sino también la repercusión específica que tienen sobre esa franja de la ciudadanía artículos referidos a la educación, al sistema de alquileres y a la seguridad, acompañados en el último caso por un discurso que “criminaliza” a la juventud.

Tiene que ver con esto último que la directora de Institutos Normales, Edilia Pozzo, haya llamado a la Policía para denunciar pintadas de estudiantes de Magisterio en la fachada de su centro de estudios. El presidente del Consejo Directivo Central de la Administración Nacional de Educación Pública, Robert Silva, expresó que no se trata simplemente de muros, sino de fachadas de establecimientos públicos que corresponde respetar y que cuesta dinero volver a blanquear, en el marco del plan “Recuperación de edificios emblemáticos de la educación”.

Como habrán notado ya algunas personas, la relación entre los datos de votación por tramos de edad y el resultado global destaca el envejecimiento de la ciudadanía. El tramo de mayores de 60, en el que el No logró casi dos tercios, es más de un tercio del total de votantes. Pero Uruguay no es sólo un país en el que hay más viejos que jóvenes, sino también uno en el que la pobreza en general, y el empobrecimiento reciente en particular, castigan más a quienes tienen menor edad.

Estos desbalances también tienen que ver con el mayor descontento de la población joven. Y si les agregamos la perspectiva de un proyecto de reforma del sistema de seguridad social que probablemente apunte a que las condiciones de retiro empeoren, no cuesta tanto entender las causas del fenómeno. En 2007 se estrenó una película de los hermanos Coen que, como el libro de Cormac McCarthy en que se basaba, llevó por título “No es país para viejos”. Uruguay, en cambio, es cada vez menos para jóvenes.

Hasta mañana.