Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

Lo que sabíamos del caso Astesiano ya era muy alarmante, y la difusión de audios enviados por la fiscal Gabriela Fossati al periodista Carlos Peláez, en noviembre del año pasado, empeoran aún más la situación, que a esta altura es horrorosa.

No a fines de setiembre, cuando Alejandro Astesiano fue detenido, sino casi dos meses después, la fiscal afirmó que no iba a ser posible concluir en forma satisfactoria la investigación a su cargo, porque las personas involucradas dirigían organismos que, en vez de cumplir con su deber de auxiliarla, estaban empeñadas en ocultar los hechos y sabotear su trabajo.

Esto confirma algo que ya estaba bastante claro y que la propia Fossati mencionó hace pocos días en una entrevista con Gabriel Pereyra para el programa en En la mira, de VTV, al reconocer que el hecho de que hubiera jerarcas policiales directamente involucrados “complicó muchísimo” su tarea. Pero en noviembre también le dijo a Peláez que se habían producido filtraciones para perjudicar la investigación desde “todos los ministerios” (debemos suponer, por el contexto, que se refería a todos aquellos en los que había personas involucradas) y también desde la propia Fiscalía y desde Presidencia, pese a que ella ha sostenido públicamente en más de una ocasión que esa fue la única institución que cooperó con su trabajo.

Aquella convicción de la fiscal planteaba un panorama sin duda tremendo, pero lo peor es que la llevaba a capitular. Lo que le transmitió a Peláez fue que, si nadie en el gobierno nacional ni en la oposición mostraba interés en que se hiciera justicia, ella no estaba “para inmolarse” a esta altura de su vida.

“Inmolarse” habría sido, por ejemplo, denunciar públicamente a quienes, a su entender, habían incurrido en claras conductas delictivas de encubrimiento. Meses después, a la única figura política a la que ha dicho que indaga por encubrimiento es al frenteamplista Gustavo Leal, y todavía estamos por saber en qué se basa.

La hipótesis más benévola es que Fossati le dijo a Peláez lo que realmente pensaba en noviembre; la posibilidad de que estuviera mintiendo sería aún más pavorosa, pero asumamos en principio una presunción de inocencia. También sería benévolo, pero resulta mucho más difícil, suponer que la fiscal superó un momento de desazón pusilánime y que, después de noviembre, se decidió a desarrollar una investigación a fondo, cayera quien cayese.

El acuerdo al que llegó con Astesiano y la teoría del caso que expuso ante el juez para justificar ese acuerdo no sugieren, lamentablemente, que haya dejado atrás la disposición a claudicar.

Tras la divulgación de los audios, Fossati pidió licencia por motivos de salud y reiteró su deseo de dejar este caso. No se sabe hoy qué hará el fiscal de Corte, Juan Gómez, ante esa solicitud y a partir de los audios, o cómo continuarán las investigaciones. Pero es muy importante ver que Fossati, al igual que Astesiano, es un síntoma de lo que puede suceder si la sociedad no presiona para que Fiscalía y todo el sistema judicial se fortalezcan.

Hasta mañana.