Hoy es 4 de octubre. Faltan 23 días para las elecciones nacionales.
En el último tramo de la campaña electoral, las encuestas aumentan su protagonismo, el foco de interés es la detección de variaciones en el corto plazo, y hay una fuerte tendencia a vincularlas con el desempeño de los candidatos a la presidencia. Todo esto tiene mucho sentido ahora, cuando la gran pregunta se refiere al ya cercano desenlace, y nos hemos acostumbrado a la idea de que hay ante todo una competencia entre las personas que ganaron las internas, o entre los personajes que construyen para su comunicación política.
Sin embargo, también es importante tener presente que este último tramo es la culminación de una carrera larga, iniciada después de las elecciones anteriores. Así se pueden ver procesos de mucha importancia, que pasan inadvertidos si sólo miramos lo cercano y que ayudan a entenderlo.
En la recta final, tiene sentido considerar si Andrés Ojeda logrará o no, en las tres semanas que nos separan de la primera vuelta, superar a Álvaro Delgado. Si nos fijamos en la maratón de todo el período, las variaciones relevantes son otras.
Comparemos la última encuesta de la Usina de Percepción Ciudadana con los resultados de octubre de 2019. Veremos que el Partido Nacional (PN) cayó de casi 29% a 24%, mientras que el Partido Colorado (PC) tuvo un pequeño aumento, de algo más de 12% a 13%. Los colorados están mucho mejor que hace un año, cuando su intención de voto rondaba el 6%, y los nacionalistas peor que hace un año, cuando mantenían su porcentaje de octubre de 2019; pero con una mirada de más largo plazo, que haya disminuido la diferencia entre ambos partidos no se debe a un crecimiento significativo del PC, sino a una caída del PN.
Además, ambos fenómenos son, en líneas generales, de redistribución dentro de un oficialismo que se mantiene por debajo del Frente Amplio (FA). Este ya está siete puntos porcentuales por encima de su votación de octubre de 2019, mientras que el conjunto del oficialismo está como 15 puntos por debajo (y es muy poco probable que los indecisos se vuelquen masivamente por uno de los bloques).
No debemos olvidar que los desplazamientos de votantes se dan en todas las direcciones, entre los grandes bloques y dentro de ellos, pero salta a la vista que la caída principal y más pronunciada dentro del oficialismo no es la del PN, sino la de Cabildo Abierto (CA), que logró 11% hace cinco años y hoy tiene una intención de voto de apenas 2%, que lo acerca a un Partido Independiente ubicado en el mismo nivel de octubre de 2019.
Si intentamos ahora combinar lo que se ve con las luces cortas y las luces largas, es verosímil que las limitaciones de Delgado como candidato hayan contribuido al repunte colorado, pero no deberíamos descartar la posibilidad de que, en el panorama general, también hayan tenido importancia otros factores. Entre ellos, quizá, el debilitamiento de sectores nacionalistas que en 2019 podían ser vistos como alternativas a la hegemonía de Luis Lacalle Pou, y también la redistribución de votantes de CA que no hayan cruzado la frontera para volcarse hacia el FA. Sea como fuere, la cuestión no es que Ojeda crezca, sino que el conjunto del oficialismo decreció.
Hasta el lunes.