Hoy es 20 de noviembre. Faltan cuatro días para el balotaje.

En el Grupo de los 20 (G20) participan las mayores potencias del planeta y organizaciones internacionales de primer nivel. Sus encuentros anuales de gobernantes, precedidos por reuniones de ministros de Economía y presidentes de bancos centrales, abordan y contribuyen a definir las cuestiones centrales de la agenda internacional. La invitación a una cumbre del G20 jerarquiza a cualquier país y brinda la oportunidad de intercambios valiosos con las personas e instituciones más poderosas del mundo. Sin embargo, Uruguay fue invitado a la que terminó ayer en Rio de Janeiro y el presidente Luis Lacalle Pou decidió no asistir.

La presidencia del G20 es rotativa (pro tempore) y desde diciembre del año pasado la ocupa Brasil, cuyo presidente, Luiz Inácio Lula da Silva, venía trabajando por una Alianza Global contra el Hambre y la Pobreza. Esta iniciativa fue aprobada en la cumbre de Río de Janeiro, y ya cuenta con el apoyo de 81 países, 26 organizaciones internacionales y 31 fundaciones filantrópicas y organizaciones no gubernamentales.

Además, se decidió seguir trabajando en la propuesta de establecer un impuesto a las personas con patrimonios de más de 1.000 millones de dólares, también promovida por Lula. Este invitó a cinco países sudamericanos a la reunión de Rio de Janeiro, y Uruguay fue el único de ellos que no participó. La ausencia no sólo desvalorizó a nuestro país, sino también al Mercosur, cuya presidencia rotativa ocupa Uruguay durante el semestre en curso.

Más de una vez han circulado burlas a Lacalle Pou por definirse, durante una intervención en la Organización de las Naciones Unidas (ONU), como integrante del grupo de los “líderes mundiales”. Cabe aclarar que, si bien el actual presidente no se caracteriza por su humildad, leader se suele usar en inglés como sinónimo de “gobernante”, y “líderes mundiales” es una traducción poco precisa pero frecuente para referirse a quienes gobiernan en distintos países.

De todos modos, resulta insólito que el presidente haya desperdiciado una ocasión para compartir dos días con personas que realmente tienen credenciales de liderazgo mundial, como los gobernantes de Alemania, China, España, Estados Unidos, Francia, India y Reino Unido, la presidenta del Consejo de la Unión Europea, la directora gerente del Fondo Monetario Internacional o el secretario general de la ONU.

En el encuentro con esa gente se podrían haber abordado numerosos temas de importancia estratégica para Uruguay, incluyendo aquellos que el actual gobierno nacional ha dicho siempre que considera prioritarios, aunque haya avanzado muy poco hacia los objetivos que declara.

Es difícil imaginar algún motivo razonable para la decisión presidencial. Hay algunos imaginables pero no razonables: entre ellos, que en los días previos al balotaje Lacalle Pou no haya querido aparecer alineado con Lula, o que haya considerado preferible recorrer el país, con cualquier pretexto, para realizar comentarios impertinentes sobre la campaña electoral que lo ubican en el límite de lo que le prohíbe la Constitución, y a veces del otro lado de ese límite.

Hasta mañana.