Hoy es 18 de junio. Faltan 12 días para las elecciones internas y 131 para las nacionales.
La consultora Exante publicó un estudio sobre la evolución del ingreso de los hogares de 2019 a 2023, y señaló que sólo habían mejorado los que ya estaban en el 20% de mejor situación al comienzo del período. La repercusión de la noticia es un claro ejemplo de la manera en que se manejan políticamente los datos de la realidad.
Desde el Frente Amplio (FA) se afirma que los indicadores muestran un claro sesgo de la política económica que ha llevado adelante el actual gobierno. Esto es inevitable en una coyuntura preelectoral, y no se trata del primer dato en la materia, porque desde hace tiempo se señalan también, entre otros, el contraste entre el crecimiento de la producción y la caída del salario real, o los aumentos de la pobreza y la desigualdad durante el mismo período.
La reacción desde el oficialismo tuvo dos vertientes. Ante la inviabilidad de poner en duda la información analizada, proveniente de la Encuesta Continua de Hogares que realiza el Instituto Nacional de Estadística, por un lado se ensayó, con argumentos débiles, un cuestionamiento técnico del estudio. Agustín Iturralde, coordinador de programa del precandidato nacionalista Álvaro Delgado, alegó que los datos a considerar son los más recientes, parciales de este año, que muestran una mayor recuperación del ingreso de “la inmensa mayoría de los hogares” (pero no dijo si esa recuperación es pareja o desigual).
Da pereza explicar que las comparaciones se deben realizar entre períodos equivalentes. Contrastar el primer trimestre de un año con el último de otro no corresponde, porque hay variaciones vinculadas entre otras cosas con las fechas de reajuste de salarios y pasividades, o con las diferencias estacionales en los precios y en los gastos de los hogares.
Por otro lado, y en forma muy preocupante, se acusó a Exante de operar con deshonestidad para beneficiar al FA, pese a que los antecedentes y actividades habituales de la consultora la hacen muy poco sospechosa de ese sesgo. El mismo informe incluyó otros datos en los que el oficialismo podría haber hecho pie, pero se optó por disparar contra el mensajero.
La palabra “posverdad” fue incorporada en 2017 al diccionario de la Real Academia Española, y su versión en inglés, post-truth, había sido elegida en 2016 como “palabra del año” por el prestigioso diccionario editado por la Universidad de Oxford. En ambos casos, la definición se refiere a una distorsión deliberada de la realidad, que apela a emociones y a creencias previas para influir en la opinión pública y evitar que considere las evidencias.
La cuestión es que, con independencia del arraigo que tengan en cada persona las reacciones emotivas y los prejuicios hacia el oficialismo o la oposición, los hechos son como son. La crisis que acompañó a la emergencia sanitaria y la posterior aceleración internacional del ritmo inflacionario no fueron las únicas causas de que el ingreso de los hogares cayera, y varias decisiones de política económica incidieron para que tanto el impacto como la recuperación fueran desiguales. Revertir la situación a la que ha llegado el país también es una decisión política.
Hasta mañana.