Hoy es 6 de setiembre. Faltan 51 días para las elecciones nacionales.

En algunos países, cada votante marca qué candidaturas al Parlamento prefiere dentro de un partido, y esto determina quiénes acceden a bancas y quiénes no. En Uruguay, por el contrario, el menú de opciones viene organizado previamente, con sublemas y listas detrás de cada postulación a la presidencia y cada opción sólo se puede aceptar o descartar en bloque.

Una parte del ordenamiento de las candidaturas depende del resultado de las internas, pero otra –nada menor– se define después dentro de cada partido, mediante forcejeos, intrigas, alianzas y a veces traiciones, que a menudo sólo conocen las personas involucradas. En otras ocasiones, los procesos quedan expuestos, como está sucediendo en el sector Herrerismo del Partido Nacional.

La economista Laura Raffo conoce de cerca al sector porque su padre, Juan Carlos Raffo, tuvo en él una destacada trayectoria desde su fundación en 1987, pero ella recién ingresó en la competencia electoral 33 años después, en 2020. Y lo hizo nada menos que como candidata común del actual oficialismo a la Intendencia de Montevideo (IM), por decisión personal del ya presidente Luis Lacalle Pou. Hasta entonces, se había hecho conocer por sus actividades en medios de comunicación.

A fines de 2020, Raffo fue nombrada presidenta de la Comisión Departamental nacionalista de Montevideo. La intención obvia era que se proyectara hacia una segunda candidatura en 2025, mientras recorría los barrios, preparaba propuestas y dirigía la oposición a la intendenta frenteamplista Carolina Cosse, que la había derrotado. No siempre lo logró, entre otras cosas porque ni siquiera todos los ediles de su partido la reconocían como jefa, y Cosse evitó cuidadosamente tratarla como si estuvieran en el mismo nivel.

De todos modos, Raffo se mantuvo muy presente en los medios de comunicación, y a fines de 2022 el Herrerismo, a instancias de Gustavo Penadés, apostó a revitalizarse postulándola como precandidata del sector a la presidencia. La economista decidió subir a ese viejo barco y renunció a la Comisión Departamental, quizá consciente de que sus probabilidades de ser candidata única a la IM en 2025 estaban disminuyendo, a medida que otros acuerdos enfilaban hacia esa postulación a Martín Lema.

Como sabemos, Raffo perdió feo en las internas contra Álvaro Delgado y se quedó sin pan ni torta. Para peor, Delgado la sometió a la violencia simbólica de elegir como compañera de fórmula a Valeria Ripoll.

Le quedaba el primer lugar al Senado del Herrerismo, que sus dirigentes le habían prometido cuando aceptó ser precandidata a la presidencia, pero ahora también perdió esa posición. El sector está en un fuerte declive, no confía en lograr más de una banca en la cámara alta, y Raffo no tiene cómo quitarle la jefatura a Luis Alberto Heber, por más maltrecho que esté.

No se trata sólo de una serie de eventos desafortunados, ni sólo de un problema de discriminación machista (aunque bastante de eso haya). Raffo aceptó ascender por voluntades ajenas, se alió con personas complicadas y no llegó ni cerca de construir una base propia. Siempre corrió el riesgo de caer si le soltaban la mano.

Hasta el lunes.