La noche del jueves 2 de marzo está despejada, sobre el cielo del Teatro de Verano de La Paloma brilla una luna creciente enmarcada por filas de árboles altos. Habrá carnaval bajo las estrellas.

El Colectivo de Murgas de Rocha organizó un tablado para dar cierre al Carnaval 2023, que, al igual que el año pasado, existió gracias al esfuerzo de los conjuntos, la receptividad de la comunidad y el apoyo de algunos sindicatos, sin participación de la Intendencia de Rocha.

A las 20.30 se ven algunas sillas de playa ya desplegadas, el fuego está prendido en los mediotanques de la cantina y hay gente en la puerta recibiendo alimentos no perecederos para el comedor y útiles escolares.

Foto del artículo '“Las murgas no se callan”: cierre del carnaval en La Paloma'

Foto: Amaia Guridi

Un rato después comienzan a sonar los tambores desde el fondo del teatro y avanzan por las gradas hacia el escenario. La gente todavía está tímida y mira pasar a la cuerda desde el piso o desde sus sillas. Salvo las niñas y los niños, que corretean entre las lonjas, bailan y juegan a que la bandera (grande, con franjas horizontales: negra, blanca, azul, verde y amarilla) les despeine las cabezas.

Los tambores tocan un rato en el escenario mientras siguen llegando personas, muchas con las sillas bajo el brazo. Cuando parten hacia el fondo del teatro de nuevo el ambiente ya está más animado y hay gente que se suma a bailar delante de la cuerda.

Antes de que comiencen a actuar las murgas dos niñas de diez u once años de La Paloma pasan al escenario y muestran una coreografía al ritmo de “Aserejé”, de Las Kétchup, alentadas por aplausos y gritos del público. Después bailan una canción en inglés y se despiden, eufóricas.

La primera murga en subir a cantar es Arlequines de Frontera, oriunda del Chuy. Presenta su espectáculo “La sociedad de los poetas muertos”. Empiezan con una “inauguración del espectáculo”, con guirnaldas y alusiones al gobierno. Luego hablan de que el acceso al agua es un derecho humano, abordan la temática de la violencia de género y la situación del carnaval en Rocha.

— ¿Quién se acuerda la última vez que el gobierno blanco apoyó la cultura en Rocha? —preguntan, y la gente aplaude.

Al final, dicen lo que todas las que vengan después también dirán, lo que está escrito en los vasos que dan en la cantina: “Las murgas no se callan”.

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Foto: Amaia Guridi

Entre murga y murga, el presentador hace un sorteo, por los parlantes sale murga canción, las niñas y los niños corren, la gente se para a estirar el cuerpo y conversar, la fila de la cantina se alarga. Las personas integrantes del colectivo se turnan entre actuaciones para encargarse de las tareas de gestión del tablado.

Katty Martínez, integrante de Adoquines de Frontera, cuenta a la diaria luego de cantar: “Sacar una murga desde el Chuy es bastante difícil, es a pulmón, siempre estamos haciendo beneficios para la murga. Es difícil por el tema del trabajo, en Chuy la gente trabaja hasta tarde del lado brasilero o en los free shop entonces en las presentaciones y en los ensayos a veces no estamos todos. Lo hacemos con el corazón porque a todos nos gusta. Es bastante contracorriente pero sale. La murga es una demostración popular para el pueblo y el pueblo nos valora”.

En el mismo sentido habla Walter Etchartea, director escénico y fundador de la murga fronteriza que tiene diez años de existencia: “No es fácil aguantar la bandera de la murga en un lugar con tanta influencia de Brasil. El no apoyo fue una complicación terrible. Carnaval tendría que ser gratuito para todo público, llegarle a todas las personas, la murga es la voz del que no puede llegar de otra manera a reclamar sus derechos”. La ausencia estatal fue la que posibilitó, de todas maneras, la creación del colectivo: “Hemos logrado cosas muy importantes. La gente nos apoya muchísimo, nos debemos al público, ha sido espectacular”, asegura Etchartea.

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Foto: Amaia Guridi

Mientras tanto, en el escenario ya se apronta la murga La Prima de Artigas, de Rocha. Ya hay más de doscientas personas en el Teatro de Verano de La Paloma. El conjunto anuncia que está vendiendo a voluntad un librito con versos y pegatinas. Viene de participar del carnaval del interior, en Treinta y Tres y en Melo, y se nota el rodaje porque prueba sonido dos veces antes de arrancar.

El concepto del espectáculo es un almacén, y el cuplé de las frutas con el salpicón sobre política nacional y local con referencia a los recortes presupuestales, las ollas populares y las violaciones a los derechos humanos en Qatar marca un punto alto de aplausos.

Al bajar, Fernando “El Bicho” Caballero, el director escénico, cuenta a la diaria: “El trabajo de la murga fue muy lindo, muy rico. Tenemos un proyecto en escuelas, en UTU y en liceos, hacemos tablados de barrio, tratamos de mover la cultura murguera durante el año. Hemos trabajado para generar un espectáculo al menos atractivo y que seduzca. Trabajamos muchísimo para generar lo que generamos sin apoyo del gobierno actual, pero contentos por el fruto que hemos logrado”.

El trabajo en centros educativos, relata, consta de presentar el proyecto murguero desde el punto de vista artístico: “Sabemos todas las áreas que confabulan para que los espectáculos se logren: textos, vestuario, maquillaje, puesta en escena, es muy rico para el niño; también llevar el acto popular, no llevamos política a las escuelas, presentamos el género, que vean como uno se puede divertir, imaginar, eso es interesante del arte escénico de la murga. Y la retribución para nosotros es poder volver a ser niños por un rato”.

La Prima de Artigas es, de alguna manera, una excusa para “generar encuentro social”: “En lugares chicos las murgas son espacios de apoyo. Creamos un espacio humano para tener como excusa lo artístico. Ese es el trabajo que se mantuvo todo el año. salíamos con megáfonos a los barrios, hicimos ensayos libres y abiertos. Esa voz murguera llamó a la gente y eso crea sentido de apropiación. La murga es excusa para unir al barrio”.

El tercer conjunto de la noche es La Palomurga, con mucha crítica política y la aparición del personaje de Luis Alberto Heber, con chistes sobre las carteras. El público aplaude con frenesí cuando la murga invita a cantar la canción de la lechuza con la letra: “El Alejo, el Alejo hace ssssh, hace sssh, todos calladitos todos calladitos, hace sssh. El Alejo y el gobierno hacen ssssh, hacen ssssh, y sus alcahuetes, todos alcahuetes, hacen ssssh”. Después dicen bien fuerte: “Las murgas no se callan”.

Alejandro Mujica, director escénico y arreglador coral, cuenta a la diaria que este año “fue especial porque La Palomurga cumple 17 años, con todo lo que implica. Desde este lugar pequeño del mundo logramos mantener un grupo de murguistas, que si bien va rotando, se sostiene”.

El apoyo de la intendencia siempre fue “fundamental en cuanto a todo lo que requiere sostener una murga, maquillaje, vestuario, compañeros que son de Rocha y viajan a los ensayos. Hasta ahora teníamos apoyo que nos daba determinada cantidad de escenarios con caché y eso nos permitía empatar”, pero ahora “el colectivo está sosteniendo el carnaval en el departamento, en los barrios”.

Martín Núñez, cupletero e integrante del coro, dice que la creación del grupo significó: “No detenernos en el lamento de que el Estado de Rocha no iba a apoyar, unirnos con las murgas que estaban en Rocha que eran cinco en ese momento. Formamos un grupo grande de murguistas y nos dio mucha fuerza el apoyo de la comunidad. Entendimos que estábamos defendiendo no sólo una murga individualmente, sino la fiesta popular, el carnaval, que era lo que estaban intentando desaparecer en Rocha. Gracias a la comunidad y a la fuerza nuestra de pintarnos la cara y salir tuvimos récord de tablados, llevamos el carnaval a los vecinos sosteniendo el género y esa identidad con la comunidad, eso fue lo más hermoso”.

Pasada la medianoche el mediotanque sigue prendido y más de un centenar de personas todavía disfrutan de los espectáculos. Llega desde Montevideo la murga Metele que son Pasteles para cerrar el tablado, hacen su espectáculo completo, que arranca risas y aplausos a la gente.

La noche, ya madrugada, termina con la murga cantando entre la gente, fotos, abrazos y la promesa de volver cuando llegue otro carnaval.