Los humanos tendemos a pensar que lo inventamos todo, pero lo cierto es que en eso del bondage, juego erótico en el que una de las partes inmoviliza a la otra, las arañas nos llevan millones de años de ventaja. O al menos eso es lo que hacen los machos de 48 especies de las 47.472 especies de arañas conocidas hasta el momento: colocan hilos de su seda sobre el cuerpo de las hembras, dejando así lo que los aracnólogos laman “velo nupcial”. El motivo de este comportamiento no está del todo estudiado, y una de las hipótesis más fuertes sostiene que, dado que en muchas especies de arañas las hembras son más grandes que los machos y que, una vez finalizada la cópula, terminan comiéndose al padre de su futura prole, los machos usarían el velo nupcial para inmovilizar a su pareja y así evitar ser canibalizados. Un trabajo publicado recientemente por la investigadora Mariana Trillo, del Departamento de Ecología y Biología Evolutiva del Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable (IIBCE) y de la Sección Entomología de la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República (Udelar), junto a colegas de esas instituciones, permitiría ir abandonando esa hipótesis basada en el miedo al otro y sugiere que el velo nupcial tendría más que ver con la comunicación entre la pareja, por lo que, al menos para las arañas, permite pensar en un mundo un poco más luminoso.

Publicado en la revista Acta Ethologica, el trabajo da cuenta de observaciones realizadas mediante la filmación en laboratorios del IIBCE del cortejo, la reproducción y el comportamiento poscoito de 13 parejas de arañas Ctenus logipes, una especie que vive en Uruguay, y concluye que “los datos recolectados no respaldan la hipótesis de que la deposición del velo nupcial esté relacionada con el intento de evitar el canibalismo sexual, debido a que las hembras no fueron inmovilizadas durante el apareamiento, las hembras más grandes no presentaron mayores ataduras de seda y no observamos agresiones en ninguno de los casos”. Sólo por este aporte se trataría de un trabajo interesante que llama la atención, pero el artículo publicado por Trillo y sus colegas tiene un aditivo especial. En lugar de llevar por título una oración fría, sintética y concisa, como sucede en la gran parte de los artículos científicos, el trabajo de nuestros compatriotas enseguida cautiva por su nombre: “Cincuenta sombras de seda: comportamiento sexual y deposición de velo nupcial en la araña Ctenus longipes”.

Cada cosa por su título

Mariana Trillo también se muestra sorprendida por el título del artículo y comenta: “Ha pasado muchas veces que uno piensa un título maravilloso y a los editores no les gusta, y tenés que volver al título más formal. En realidad tuvimos suerte, porque no sólo lo dejaron pasar, sino que a los editores les encantó”. Sobre la conexión entre las arañas que atan a su pareja y la película Cincuenta sombras de Grey (Sam Taylor-Wood, 2015), Trillo recuerda: “Este paper surge en el marco de mi tesina de grado, y las investigaciones las hicimos más o menos en la época en que salieron las películas. Nosotros siempre nos referíamos al velo nupcial como ‘el matambre’ por la forma en que el macho pone la seda. Un día se nos ocurrió que parecía algo propio de una escena de la película, y a todos nos encantó”.

La gracia del título del artículo no impide que sea un trabajo científico riguroso. Y sobre su principal hallazgo, el de echar por tierra la hipótesis del velo nupcial como estrategia del macho para evitar ser devorado por la hembra, Trillo reflexiona: “Por un lado, logramos observar que la hembra, cuando no aceptaba a un macho, simplemente se iba; no era que lo atacaba, lo lastimaba o se lo comía. Si lo que hace el velo nupcial es evitar el canibalismo, podríamos suponer que los machos que no llegan a poner el velo serían canibalizados, pero las hembras nunca mostraron ser agresivas, lo que es raro incluso para esta familia de arañas”. Es que nuestra Ctenus longipes pertenece a la misma familia que la temible araña del banano, por lo que Mariana dice que si bien cabría esperar que las hembras fueran agresivas, lo que encontraron fue muy distinto. “Por otro lado, vimos que cuando el macho ponía la seda en el cuerpo de la hembra, y se producía el apareamiento, siempre era la hembra la que terminaba la cópula. Para eso abría las patas de golpe y salía caminando”, agrega, tirando abajo la idea de que el bondage del velo nupcial deje a estas hembras inmovilizadas para rechazar la cópula o atacar al macho.

“Incluso, como se está empezando a descubrir cada vez en más especies de arañas, las hembras se mostraron muy activas y había mucha comunicación entre machos y hembras. Hay muchas señales que el macho envía antes de montar, y muchas señales de la hembra mostrando aceptación”, relata Trillo. De esta manera sustenta la idea de que el velo nupcial tendría más que ver con la comunicación y los comportamientos rituales de apareamiento propios de la especie. A esto suma otro dato interesante: en el momento de la monta, los machos “abrazaban” con sus patas a las hembras y luego colocaban el velo. De las 13 parejas que intentaron aparearse, sólo dos no lo hicieron. “En esos rechazos observamos que o bien los machos no abrazaban bien a las hembras, o bien ponían poco velo. Es posible, entonces, que el macho esté dando cierta información en la colocación del velo. Por ejemplo, se ha propuesto para este tipo de comportamiento que el macho, al colocar su seda en esa zona de las patas de adelante de la hembra o en los quelíceros, donde hay muchos receptores, le puede estar dando información a la hembra”. Recordemos que la seda de araña está fabricada con proteínas, una de las biomoléculas favoritas que los seres vivos utilizan para mensajearse.

Por otro lado, Trillo y los suyos observaron una cosa rara: “Vimos que una vez que las hembras se retiraban, luego de finalizada la cópula y de que se quedaban obviamente con la seda en el cuerpo, se pasaban los pedipalpos por los quelíceros hasta que la seda ya no se veía”. Para los investigadores esto podría sustentar una nueva hipótesis, pero para ello habría que hacer un experimento más específico. “De ocurrir eso de que la hembra se coma la seda del macho, lo que puede estar pasando es que se esté estableciendo otro canal de comunicación para información que estén recibiendo las hembras”. Una vez más, una investigación demuestra ser valiosa no sólo por lo que aporta, sino por servir de base a futuras investigaciones.

Cine erótico

En el artículo publicado puede verse parte de la filmación, realizada por el fotógrafo de naturaleza Marcelo Casacuberta, en la que el macho coloca el velo nupcial. Uno no puede evitar pensar en que el primer instituto de cine del país surgió en la década de 1950 en la Udelar, a impulso de investigadores del comportamiento animal como Rodolfo Tálice, que vieron en esa herramienta de imágenes secuenciadas una forma de generar conocimiento (aconsejo buscar en Youtube trabajos como La araña del lino, película de 1959, rodada en 16 mm por Rodolfo Tálice, Zelmira Silva-Durán y Plácido Añón para el Instituto de Cinematografía de la Udelar, ICUR). “La filmación te permite observar cosas que no ves con el ojo. Son cópulas de dos minutos en las que todo sucede muy rápido; no te da la velocidad de la mano para escribir. Al filmar uno puede entrar mucho más en detalle, y para el estudio del comportamiento es una herramienta genial”, reflexiona Trillo, quien desde el inicio del trabajo contaba con la filmación como parte de la metodología de su investigación.

Vania Markarian, del Archivo General de la Udelar, unidad que rescató los films de Táliche y la gente del ICUR, me comentó una vez que con esas películas se creó el cine erótico animal de Uruguay. El trabajo de Trillo y sus colegas parece continuar con esa noble tradición fílmico-académica. Para agregar una capa más, el título escogido por Trillo hace una guiñada justamente a una película de cine que, a su vez, hace de los juegos sexuales la base de su gran éxito. ¿Será que el sexo, incluso el de los animales, es un llamador para nuestra curiosidad? Trillo cree que sí, y agrega: “Qué es lo que son capaces de hacer los animales para reproducirse es una de las cosas que me atrajeron a mí para estudiar esto”.

Pornostar

Hablemos ahora de la estrella de esta película: la Ctenus longipes. Trillo cuenta que es “una araña muy rara en Uruguay: se encuentra en la Quebrada de los Cuervos, en Paso Centurión, en ambientes muy particulares, por lo que es rara de encontrar”. Dado que tiene escaso contacto con los humanos, no tiene un nombre común, pero Trillo está dispuesta a solucionar ese punto: “Como es una araña que vive en las quebradas, podríamos decirle ‘araña de las quebradas’”.

Puesto que es familiar de la araña del banano, uno podría pensar que su veneno podría ser peligroso para los humanos. “A nosotros no nos pasó nada porque no tuvimos accidentes, pero en realidad no se sabe bien qué efecto podría tener, ya que no se conoce el veneno de la Ctenus longipes”. Así las cosas, cabría esperar que de acá a unos años saliera un artículo en el que se tipificara y caracterizara su veneno. “Podría ser. Si hay alguien a quien le interese, bienvenido”, desafía Trillo, y a uno le da pena no ser un investigador buscando un tema para una tesis.

Su particularidad de vivir en ambientes muy restringidos hace que nuestra araña de las quebradas (Trillo dixit) integre la lista de arácnidos prioritarios para la conservación. “Viven en un ambiente que es muy particular, y de las amenazas que enfrentan tal vez la más perjudicial sea la de la fragmentación y pérdida de hábitat, en especial en Uruguay”. Ctenus longipes también vive en Brasil, pero allí es menos rara que en Uruguay. Ha sido reportada en zonas más extensas, aunque no por ello nuestros hermanos norteños la conocen mejor.

Mariana Trillo se dedica ahora a estudiar a las mantis como nuestro mamboretá, otro animal cuya hembra es más grande que el macho y a veces incurre en el canibalismo durante la cópula. Sin embargo, como empezó sus estudios con las arañas, dice entre risas: “Una vez que me recibí arranqué ‘de lleno’ con las mantis, y pongo las comillas porque las arañas son muy difíciles de soltar: te atrapan con la seda y después no podés salir”. Este trabajo es un fiel reflejo de eso.

Artículo: “Fifty shades of silk: sexual behavior and bridal veil deposition in the spider Ctenus longipes”.

Publicación: Acta Ethologica (2018).

Autores: Mariana Trillo, Álvaro Laborda, Gabriel Francescoli, Anita Aisenberg.