La fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz) es probablemente una de las instituciones de investigación científica relacionada con la salud más importante del continente. Creada en 1900 como Instituto Sueroterápico Federal, con el propósito de combatir la peste bubónica y luego otras enfermedades, como la fiebre amarilla y la viruela, la institución, que se prepara para cumplir 120 años de vida, es hoy referencia mundial en la generación de conocimiento, gracias a la investigación básica y su transferencia a la sociedad. Con su sede central en Río de Janeiro y dependiente del Ministerio de Salud de Brasil, Fiocruz agrupa a centros de investigación y atención en todo el país norteño en torno a tres objetivos: “Promover la salud y el desarrollo social, generar y difundir el conocimiento científico y tecnológico, ser un agente de la ciudadanía”. Fiocruz es una institución que no tiene parangón no sólo en el sistema científico nacional, sino tampoco en el sistema de salud. Para darnos una idea citemos parte de lo que hace esta institución con más de 7.500 empleados y profesionales: “Actualmente, la institución alberga actividades que incluyen el desarrollo de investigaciones; la prestación de servicios hospitalarios y ambulatorios de referencia en salud, fabricación de vacunas, medicamentos, reactivos y kits de diagnóstico, enseñanza y formación de recursos humanos, información y comunicación de salud, ciencia y tecnología, control de calidad de productos y servicios e implementación de programas sociales”.
Fiocruz lleva más de un siglo enfrentando los problemas de salud de la región mediante el conocimiento científico. Desde el gran trabajo de su bacteriólogo fundador, Oswaldo Cruz, quien junto a su equipo logró erradicar la peste bubónica y la fiebre amarilla del estado de Río de Janeiro en una década, pasando por la contribución de Carlos Chagas, investigador que en el siglo pasado describió la enfermedad que lleva su nombre, el patógeno y el vector que la transmite, pasando por las recientes investigaciones, desarrollos de kits de detección y estudios sobre el zika y su transmisión por los mosquitos, Fiocruz se destaca como un centro de investigación que, a su vez, transforma el conocimiento generado en productos y acciones que promueven la salud de la población. Por todo ello –recomendamos ver el video en la versión web de esta nota para comprender la maravilla y el orgullo que provoca contar con una institución como Fiocruz en el continente–, la celebración de los memorandos de entendimiento entre la fundación brasileña y la Universidad de la República (Udelar) y el Institut Pasteur de Montevideo, aun a escasas horas de celebrarse las elecciones nacionales, generaba gran expectativa.
Entendámonos
El divorcio entre la política y la ciencia es una maldición y una bendición al mismo tiempo. Todos padecemos los efectos negativos de esta relación que no siempre es armoniosa, pero a su vez la independencia de las instituciones científicas de los vaivenes cotidianos de la política partidaria permitió que la sala Maggiolo de la Universidad de la República se llenara de esperanza en momentos en que el resto del país aún se concentraba en analizar los resultados de la jornada electoral del domingo.
Con la presencia del rector, Rodrigo Arim, del director del Institut Pasteur de Montevideo, Carlos Batthyány, y su fundador, Ricardo Erlich, la prorrectora de investigación de la Udelar, Cecilia Fernández, la decana de la Facultad de Ciencias, Mónica Marín, investigadores de la talla de Carlos Robello, Otto Pritsch y Rodney Colina, y una delegación de Fiocruz encabezada por Marco Krieger, vicepresidente de la sección Producción e Innovación en Salud, se procedió a firmar dos memorandos de entendimiento entre el Pasteur y la fundación y otro con la Universidad de la República. El documentos firmado entre la Ficoruz y la Udelar y se orienta a “impulsar la cooperación entre las dos instituciones en actividades conjuntas de investigación, docencia, desarrollo tecnológico, comunicación, información, gestión y políticas en el campo de la salud en general”. En lo que refiere a la investigación científica, se espera “colaborar en el estudio de distintos virus, de la leishmaniasis, el uso medicinal del cannabis y el desarrollo biotecnológico en general”.
Por su parte, el Institut Pasteur de Montevideo firmó dos memorandos de entendimiento, uno de ellos con Fiocruz en general y otro en concreto con el Instituto de Biología Molecular de Paraná. El primero está orientado a promover “la elaboración y ejecución conjunta de proyectos de investigación en salud, intercambios académicos de investigadores y estudiantes, y organización de seminarios y conferencias científicas”, mientras que el firmado con el centro con sede en Curitiba y dedicado a la investigación aplicada, al desarrollo tecnológico y la innovación en soluciones diagnósticas para la salud tiene como fin “establecer una asociación estratégica para el desarrollo conjunto de soluciones para el diagnóstico de enfermedades infecciosas en la sanidad animal, específicamente la leucosis bovina (BLV) y la leucosis enzoótica bovina (LEB), la leptospira, Neospora caninum, Trypanosoma vivax y T. evansi, así como la producción y distribución de productos para el tratamiento de estas enfermedades”.
Udelar y Fiocruz
Arim comenzó diciendo que la razón por la que todos estaban allí era la de “establecer vínculos fuertes y permanentes que nos permitan a la Universidad, al Pasteur y a la Fiocruz trabajar juntos en términos de investigación, en hacer programas a largo plazo, procesos de transferencia tecnológica y procesos de formación de recursos humanos a alto nivel”. En declaraciones a la diaria señaló que el memorando tenía la virtud de “reconocer un vínculo que ya existe, construido a través de las comunidades académicas, y que implica que haya un conjunto de docentes nuestros que se han formado en Fiocruz y que a su vez mantienen programas de investigación conjunta desde hace un tiempo prolongado”. Señaló a su vez que el reconocimiento institucional de ese vínculo “implica elevar la apuesta, buscar que los acuerdos de investigación se mantengan en el tiempo y a la vez tener un modelo de transferencia de la tecnología hacia la sociedad más democrático”. En ese sentido fue enfático: “En un mundo donde el conocimiento es clave, como se repite con cierta liviandad muchas veces, el tema de cómo se transfiere el conocimiento generado en ámbitos académicos, como es la Udelar, el Instituto Pasteur o el Fiocruz no es trivial”.
Por su parte, Fernández, no ocultó su entusiasmo: “Ojalá sea el comienzo de una colaboración de mucho tiempo, que nos potencie en hacer trabajo académico conjunto, en la formación de recursos humanos, y sobre todo en la posibilidad de concretar productos concretos que lleguen a la sociedad, a través de la atención a la salud”. Sobre este último punto, Fernández subrayó: “En eso ellos nos llevan una ventaja muy grande, han logrado mantener de una forma muy interesante la investigación básica, los desarrollos tecnológicos y la producción de reactivos de diagnóstico y vacunas. Ojalá podamos aprender mucho de ellos y concretar un modelo así en nuestro país”.
Institut Pasteur y Fiocruz
“La firma de este acuerdo me llena de orgullo, porque creo que la visión humanista que tiene Fiocruz sobre el trabajo de la ciencia para mejorar la sociedad es muy interesante y es una visión que en Uruguay no hemos logrado cristalizar. Quiero felicitar a Fiocruz porque es un ejemplo de una institución que desde el sur está haciendo cosas que enorgullecen a toda Latinoamérica”, dijo, previo a la firma, Batthyány. “Creo que este acuerdo que vamos a firmar hoy nos va a ayudar a dar un paso adelante en mostrar que los científicos tenemos y debemos poder encontrar soluciones para la sociedad con una visión más humanista cada día”. En declaraciones a la diaria, Batthyány reconoció que con la firma de estos documentos su institución persigue dos objetivos: “En primer lugar, mostrarles a nuestros científicos que hay una forma diferente de hacer ciencia, que es ciencia guiada por curiosidad pero siempre con la mirada de tratar de solucionar los problemas de la sociedad real y del país como todo”. Recordó que Fiocruz “nació para luchar contra enfermedades emergentes en Brasil y a los diez años de fundada logró encontrar la cura para la fiebre amarilla y hacer vacunas para distintas enfermedades infecciosas. Al día de hoy sigue dándonos ejemplos, como cuando surgió la epidemia de zika y fueron investigadores brasileños los que encontraron el efecto que generaba en los recién nacidos, cómo se transmitía, cómo se podía frenar, cómo se podía tratar y diagnosticar”. “Por otro lado, tenemos la idea de acompañar los procesos productivos y de transferencia tecnológica de ellos y que el Instituto Pasteur aprenda a llevar el conocimiento que genera hacia la producción de kits diagnósticos, vacunas, etcétera, tanto en la vertical de salud humana como animal”, complementó. “A través de esta asociación estratégica queremos aprovechar sus 120 años de recorrido para poder acelerar nosotros ese proceso”, sentenció.
Cuando le preguntamos a Batthyány qué podía ganar la fundación brasileña con estos entendimientos, fue elocuente: “Fiocruz tiene el objetivo de internacionalizar y darle visibilidad a su estrategia. Lo hicieron en Mozambique hace 20 años, donde ahora están terminando de montar una planta de producción de medicamentos”, dijo, y recordó que ese país tiene una epidemia de sida “extremadamente alta para el siglo XXI, con una afectación de 20% de la población y una mortalidad altísima. Fiocruz fue hasta allí para solucionar el problema, como lo hizo en Brasil en su momento, y el segundo país con el que se quiere internacionalizar es con Uruguay, debido a los vínculos ya más afectivos que tiene con uruguayos”. Reconociendo la importancia del acuerdo, se comprometió: “Para nosotros es un enorme honor que nos hayan elegido y trataremos de estar a la altura”.
Por su parte, Erlich se tomó un tiempo para dar un marco histórico y hablar de un vínculo de larga data con la institución brasileña. “Quiero recordar que la comunidad científica uruguaya se comenzó a reconstruir con el retorno de la democracia, y que el apoyo de la comunidad científica brasileña y de las instituciones fue muy importante y generoso, por lo que hoy tenemos mucha gente formada con vínculos en Brasil, lo que asegura esta fluida relación que tenemos”. También despertó la risa de los presentes cuando señaló que a veces “las instituciones están obligadas a formar convenios que luego son protocolares y no tienen aplicación. Creo que aquí es al revés, hay un vínculo muy fuerte, hay proyectos, iniciativas, cosas muy concretas, y esto viene, como en muchos matrimonios, a regularizar una situación, que si bien no es muy necesario regularizar, sí potencia los proyectos a futuro”. Tras las risas, resumió: “Creo que este es el comienzo de una etapa fecunda para todas las partes, y para Uruguay sin ninguna duda”.
El investigador del laboratorio de interacciones hospedero-patógeno del Instituto Pasteur, Robello, que trabaja en estrecha colaboración con los colegas norteños, se mostró satisfecho: “Hace más de 15 años que estamos atrás de algún tipo de intercambio con Fiocruz que trascienda las colaboraciones puntales de investigadores, porque es un modelo de un instituto de investigación que, aparte de hacer investigación básica, hace salud pública e investigación de campo”. Sobre las particularidades de esa institución, puso un ejemplo: “La presidenta de Fiocruz no es ni una médica ni una bióloga, es una socióloga, lo que muestra el perfil de la institución. Pero además ellos se autoabastecen, fabrican las vacunas para todo Brasil. Es decir que además de la investigación y desarrollo, venden, y son la sexta empresa farmacéutica del país. Es un modelo alternativo a seguir”. Fue más allá: “Creo que este es un paso más para ver si podemos lograr esa síntesis entre sociología, política y ciencia que es en realidad la salud. Uno de los temas que está tratando Fiocruz es la violencia, porque ellos conciben la violencia como un problema de salud. Me interesa el cambio de concepción de dejar de concebir al investigador entre cuatro paredes y colocarlo en un contexto social”.
Fiocruz y Uruguay
Krieger señaló que su fundación “tiene una gran importancia en la formación de recursos humanos, tanto para la investigación como para el área de la salud, en un sistema que involucra a varias universidades. Esa es una de las áreas en las que podemos intentar una mayor colaboración”. Destacó que además de eso “Fiocruz es también un industria farmacéutica. Nosotros producimos, sin fines de lucro, muchos de los insumos utilizados por nuestro Sistema Universal de Salud, lo que coloca a Fiocruz entre las diez industrias farmacéuticas más importantes de Brasil. Es por tanto una institución muy compleja, pero que ha conseguido un buen ecosistema de innovación volcado a la transferencia hacia la sociedad del conocimiento generado en nuestros laboratorios. Fiocruz tiene entonces esa tradición que es la transferencia a la sociedad del conocimiento generado en nuestros laboratorios, no sólo con productos, sino también con el propio aporte al llenado de lagunas del conocimiento”.
Uno sale de la sede central de la Universidad de la República pensando en las grandes posibilidades que podrán surgir a partir de una colaboración más estrecha entre Fiocruz e instituciones de investigación y de salud de Uruguay. Los grandes planes a futuro contagian esperanza. A medida que uno camina, la lógica de las repercusiones de las elecciones del domingo y las estrategias de unos y otros para noviembre vuelve a adueñarse de la jornada. Habrá que ver cómo unos y otros le sacan el mayor provecho a esta histórica firma de colaboración con uno de los centros de referencia mundial en ciencia y tecnología aplicada a la salud.