El celular se ha configurado como una extensión de la mano para gran parte de la población mundial. Para la mayoría de los uruguayos, el mate se transformó en una extensión de la mano que queda libre y el termo como una protuberancia extraña del brazo. Uruguay tiene el mayor consumo per cápita de yerba mate en el mundo y también es el principal importador global. Ritual, costumbre y tradición, el mate es una seña de la identidad uruguaya y hasta nos hemos inventado decálogos del buen cebador y bebedor de mate –motivo de grandes debates y hasta de discusiones–. Está el grupo del mate amargo, impensable poner un gramo de azúcar sobre la yerba. Los defensores de la montañita intocable, y cuidado con esos que te ven revolver con la bombilla. Los estructurados que toman una única yerba y los que incursionan en las yerbas con sabores y yuyos. Pero sin dudas, el grupo con más adeptos es el que mira con cara rara al uruguayo casi perdido estadísticamente que no comparte la costumbre de sumarse a la ronda del mate.
Entre esos uruguayos diseminados por ahí, está Fátima Ríos, que decidió investigar una de las tantas creencias que rodea el consumo de la bebida nacional: la idea de que la yerba mate ayuda a mejorar el rendimiento durante tareas que requieren alto contenido cognitivo. El interés por el tema surgió en una conversación con una amiga con quien Ríos estudiaba. Mientras su amiga se abrazaba al mate para aguantar el sueño y mantener la concentración, Ríos defendía que esas eran “pavadas”, pero como fiel investigadora quiso comprobarlo científicamente y lo convirtió en material de su monografía de grado de la Licenciatura en Neurofisiología Clínica de la Escuela Universitaria de Tecnología Médica de la Facultad de Medicina de la Universidad de la República.
El proceso elaborado
La yerba mate es el resultado un largo proceso que comienza con la germinación, en la que se desarrollan los plantines. Las pequeñas plantas Ilex paraguariensis se conservan hasta que alcanzan siete centímetros de altura y posteriormente son cuidadas en viveros entre nueve y 12 meses para luego ser llevadas al campo. La cosecha se realiza a los cuatro años, cuando los plantines alcanzan el desarrollo necesario. Las etapas siguientes son el sapecado y secado, en las que las hojas son sometidas a fuego directo y calor para reducir al mínimo el porcentaje de humedad. A eso sigue la molienda gruesa de la hoja seca, también denominado canchado, y el estacionado. Después se pasa a la molienda fina, donde también se producen las mezclas con otros componentes para darle el aroma, sabor y características propias de cada marca comercial y tipo de yerba.
La investigadora considera que la mayoría de la gente desconoce la cantidad y variedad de compuestos químicos que se ingieren al beber mate, lo mismo sucede en advertir la forma en que varían de acuerdo a las mezclas con otras plantas y según las marcas. No se trata sólo de fijarse en el gusto, apunta Ríos, quien en su tesis afirma que la Ilex paraguariensis está compuesta por “alcaloides, taninos, vitaminas y minerales, y otros compuestos”. Entre los alcaloides, contiene cafeína en concentraciones entre “0,2 y 1,6% de peso seco”, y en menor cantidad “teofilina y teobromina 0,3 y 0,9%”. Por lo tanto, dice el documento, la yerba mate constituye un “estimulante del Sistema Nervioso Central”.
A pesar de ser una bebida sumamente popular, “hay muy pocos estudios” sobre la Ilex paraguariensis que se encarguen de comprobar la veracidad de la cantidad de convicciones sociales que la rodean y pocas investigaciones se han dedicado a estudiar los efectos de sus compuestos, dice la neurofisiologa. “En el caso del café hay pila de estudios, pero en la yerba mate no sé si es porque es muy local o muy regional, no se investiga tanto”, agrega. Por eso, su investigación y la metodología aplicada sentó un precedente en el campo y un punto de partida a futuras investigaciones más profundas. De todas formas, hay algunas investigaciones previas que Ríos tomó en cuenta para su tesis. Estas abordaron los efectos de la yerba mate “como promotor de la vigilia y su posible papel en el tratamiento de la somnolencia excesiva diurna”; el análisis de los distintos componentes y “su repercusión en la somnolencia” y estudios aplicados en animales también vinculados al sueño. Estas primeras investigaciones, establece el documento, observaron “un aumento de la vigilia y disminución del tiempo total de sueño”. Ríos señala que no encontró estudios previos que hayan evaluado, por ejemplo, los efectos a largo plazo del consumo habitual de yerba mate.
Pero antes un mate
Para evaluar el impacto del consumo de la yerba mate en la práctica de tareas de alto contenido cognitivo, Ríos seleccionó un grupo de 15 estudiantes universitarios entre 18 y 28 años a los que realizó registros de electroencefalograma en dos instancias; una previa al consumo de mate y una posterior para medir los efectos inmediatos y luego, la ocurrencia de algún efecto más tardío. Los estudiantes también realizaron tres tipos de pruebas cognitivas antes y después de ingerir la infusión para medir los efectos de la bebida.
En su estudio Ríos se centró en evaluar la variación del ritmo alfa que corresponde al estado de vigilia tranquila y se asocia al nivel de atención.“La actividad cerebral registrada mediante electroencefalografía se divide, según la frecuencia de los potenciales, en cuatro grupos; alfa entre ocho y 13 hertz; beta –mayor a 13 hertz–; theta entre cuatro y siete hertz, y delta por debajo de cuatro hertz”, explica el documento. Hay varios elementos que modifican el ritmo alfa y, como consecuencia, su representación gráfica sobre el papel del electro –elemento de interés de la investigadora–. Entre otras cosas, este ritmo tiene una “reactividad característica” ante la apertura y cierre ocular, donde “se atenúa o desaparece durante la apertura”, indica la investigación. A su vez, tras el cierre ocular, se puede producir un aumento del ritmo, incrementando entre uno y tres hertz. Ríos añade que si una persona está estresada o cansada, el ritmo alfa puede verse “un poco atenuado” y disminuir la frecuencia.
En las pruebas cognitivas los estudiantes fueron evaluados de diferentes maneras: a través de la búsqueda de pares de símbolos iguales en una hoja con una serie de 1200 cuadrados con guiones orientados en distintas direcciones, de la detección de formas simples dentro de figuras más complejas y de la reproducción de imágenes de dificultad creciente lo más fielmente posible luego de observarlas unos segundos. Las pruebas buscaban evaluar atención, percepción, memoria, concentración y rapidez de los estudiantes.
La metodología escogida consistió en que los estudiantes realizaran las pruebas sin haber tomado la infusión y el primer electroencefalograma. Previo al estudio, se pidió a los participantes que evitaran beber mate por 48 horas. En la segunda etapa se les daba para beber “una especie de té de mate”, dice la neurofisióloga, elaborado de forma específica: 700 ml de agua mineral hervida preparada a modo de infusión con 30 gramos de yerba mate, posteriormente se dejó reposar por 15 minutos y una vez que el agua alcanzaba los 50º C ya estaba en condiciones de ser ingerida. Lejos de tomar mate en grupo y aprovechar sus beneficios para conversar, los estudiantes tomaron la bebida respetando las reglas de un entorno propio de laboratorio en una porción de 350 ml en 15 minutos. De esta manera se aseguraron tener control sobre “la cantidad de agua y el tipo, ya que no es lo mismo el agua de canilla, que el agua mineral”, y que, a su vez, siempre sea la misma cantidad de gramos de yerba en contacto con el agua, explica Ríos.
Luego de esperar unos minutos después de la ingesta, se realizó el segundo electroencefalograma “para poder evaluar los cambios inmediatos” producidos por la yerba mate y entonces los estudiantes practicaron las mismas pruebas cognitivas que en la etapa anterior. A su vez, al finalizar las pruebas, se realizó un nuevo registro de electroencefalograma “para poder determinar posibles cambios tardíos”, apunta la investigación.
Poco efecto
“Luego de analizados los resultados se puede concluir que en esta población el consumo de la infusión de Ilex paraguariensis, en las condiciones y concentraciones que fue administrada, no produce cambios significativos en el ritmo alfa registrado mediante electroencefalogramas, así como tampoco existe mejoría significativa en los resultados de las pruebas cognitivas”, concluye la investigación.
Si bien en la población estudiada no se obtuvieron cambios estadísticamente significativos, la investigadora señala que individualmente se registraron mejoras en el rendimiento en la mayoría de la población estudiada. Por lo tanto, se puede asegurar una tendencia a la mejora del rendimiento. En el caso de los registros de electroencefalogramas, las mejoras se registraron en ocho de 13 individuos (los registros de dos estudiantes fueron descartados).
A su vez, en el documento Ríos apunta que hay un conjunto de variables que podrían haber interferido en el resultado de la investigación: la concentración de Ilex paraguariensis utilizada, los tiempos de espera entre la ingesta y el posterior registro, la necesidad de generar un nuevo “protocolo en el que sean valoradas por personal calificado cuáles serían las pruebas cognitivas adecuadas a utilizar de acuerdo a lo que se quiere investigar” y la falta de discriminación de los estudiantes según el criterio de consumo de yerba mate entre los que nunca consumieron, el consumo habitual y la frecuencia”. Además, la ausencia de estudios previos constituyó una dificultad para tener un marco para comparar los resultados. “Habría que replicar el estudio en una población más grande, contemplando otras variables, para ver si se repiten los resultados. Quedó todo ahí para seguir estudiando”, dice Ríos.
Monografía: Efectos de la Ilex paraguariensis (yerba mate) en el electroencefalograma y en procesos cognitivos asociados a la percepción, atención y memoria
Autora: Fátima Ríos.