La Universidad de la República (Udelar) y el Institut Pasteur de Montevideo presentaron el lunes la primera Unidad de Bioimagenología Avanzada (UBA), un laboratorio dedicado al acceso y desarrollo de instrumentos de biofotónica y bioimagenología de última generación. La UBA funcionará de forma mixta entre ambas instituciones con instalaciones físicas en el Institut Pasteur y el Hospital de Clínicas, y será coordinada por Leonel Malacrida, licenciado en Bioquímica por la Facultad de Ciencias.
De hecho, Malacrida es más que el coordinador de la unidad. Como impulsor del proyecto, recientemente recibió más que buenas noticias: su propuesta de creación de la UBA le valió un premio del programa CZI Imaging Scientists, de la Iniciativa Chan Zuckerberg, organización benéfica creada por Priscilla Chan y su esposo, Mark Zuckerberg. Ganar este premio les permitió acceder a 370.000 dólares, cifra que financiará el laboratorio por cinco años. El lunes, con la firma del rector de la Udelar, Rodrigo Arim, y del director ejecutivo del Institut Pasteur, Carlos Bathyánny, la UBA quedó oficialmente inaugurada.
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Malacrida señaló que si bien en el país existe “diversa instrumentación relacionada con la microscopía”, no hay herramientas que lleven “el título de avanzadas y que permiten obtener información oculta para muchos tipos de instrumentos y son muy valiosas”.
También destacó que la fundación de Zuckerberg valoró que, si bien se trata de un premio a título personal, el objetivo fuera llevar adelante un “centro de excelencia” donde se concentren esfuerzos para “desarrollar instrumentos y herramientas y acercarlos lo más posible a los usuarios, que en este caso son los centros académicos y científicos que hay en el país y la región”.
“Un cometido importante es desarrollar instrumentación en dos áreas”, dice: “La biofotónica, a través de instrumentos que usan fibras ópticas y fuentes de iluminación ultravioleta o infrarroja, con la que se puede acceder a diferente propiedades de los tejidos”, y por otro lado, la microscopía avanzada, “en la que la combinación de microscopía con espectroscopía permite obtener información que está oculta para los microscopios convencionales”.
Tanto la microscopía biofotónica como la de fluorescencia aportan capas de conocimiento. Porque en ciencia ver y medir es esencial. “La fluorescencia es un proceso por el cual algunas moléculas, por ejemplo proteínas, absorben cierta luz y luego pueden emitirla con determinadas características”, explicó Malacrida a la diaria. Los instrumentos que pretende desarrollar el investigador en la UBA se utilizan para medir esas características: “La cronicidad, el tiempo de emisión de luz, el tiempo que lleva la fluorescencia, etcétera. Esas propiedades físicas de la molécula son extremadamente útiles para interrogar qué está pasando alrededor”, dijo el investigador. En particular, explicó, se trabaja con moléculas que están dentro de las células: midiendo su fluorescencia se pueden entender procesos que ocurren en el metabolismo celular sin colocar ninguna carga externa a la célula. “Eso es muy valioso, porque el metabolismo es muy sensible dependiendo de diferentes procesos patológicos, como por ejemplo el cáncer. Podemos estudiar procesos inflamatorios, procesos infecciosos”, manifestó.
Equipos materiales y humanos
Malacrida sostuvo que para realizar todo este trabajo es necesario un numeroso equipo, que espera “consolidar a lo largo de estos años”, y destacó que está rodeado de un gran número de investigadores “jóvenes y extremadamente talentosos” que encaminarán las líneas estratégicas de la unidad. Además, planteó que están codirigiendo tesis de maestrías y doctorados de estudiantes de diversas áreas “interesados en el área de la bioimagenología avanzada y en formar parte de este proyecto”. También trabajarán con investigadores asociados nacionales e internacionales.
Las instalaciones necesarias para el funcionamiento de la UBA ya están disponibles en el Institut Pasteur y en el Hospital de Clínicas, y el equipo ya comenzó a trabajar, dijo Malacrida. “Estamos ahora en el proceso de ensamblado de los instrumentos, y acabamos de finalizar el acondicionamiento edilicio”, comentó el investigador, agregando que espera que en los próximos meses todo esté en funcionamiento.
El proceso de formación de recursos humanos especializados en esta tecnología se inició con el retorno de Malacrida al país, hace un año y medio. Hoy el investigador está acompañado de un grupo de varios estudiantes de maestría y doctorado con diferente formación: médicos, bioquímicos, biólogos, ingenieros, todos “tratando de empujar esta disciplina que claramente necesita muchas otras aristas”, dijo el investigador. La formación continuará una vez instalada la UBA “para hacer un trabajo lo más profesional posible, horizontal, y además generar formación en recursos humanos dentro de la unidad, pero también para los que van a venir a utilizar las herramientas que estarán en la unidad”. La financiación del premio también está dirigida a la formación de recursos, contó Malacrida.