Hace miles o cientos de miles o millones de años, una araña macho que estaba comiendo una presa fue abordada por una hembra. Debatiéndose quizá entre su pulsión por el apareamiento y el temor a ser canibalizada, tuvo una reacción que ninguno de sus hambrientos congéneres había tenido antes: ofrecer su presa como regalo a la hembra en lugar de seguir alimentándose. La apuesta dio sus frutos y los resultados fueron buenos para ambos. El macho logró el apareamiento (y evitó convertirse en desayuno de su compañera) y la hembra obtuvo nutrientes que le permitieron una mayor fecundidad. Siguiendo los principios de Charles Darwin, aumentaron su eficacia en supervivencia y fertilidad.

Con el tiempo, las hembras de esa especie comenzaron a preferir ese rasgo, favoreciendo a aquellos machos que se comportaban de tal modo. La mutación adaptativa quedó fijada y luego evolucionó. Los machos fueron agregando atractivos a sus regalos; por ejemplo, envolviéndolos en seda, lo que permitía mejorarlos visualmente y añadirles sustancias químicas. Estas variaciones tuvieron éxito y con el tiempo algunos machos pasaron a entregar regalos con el mejor “envoltorio” posible pero sin contenido adentro (o con contenido poco valioso). Es decir, pasaron directamente al engaño. Después de todo, la comida no abunda como para andar regalándola si es posible evitarlo.

Todo esto no deja de ser una reconstrucción, por supuesto, debido a la comprensible costumbre de las arañas de no dejar registros históricos escritos de sus comportamientos. Es sólo una hipótesis basada en los datos disponibles, que intenta explicar el origen de un fascinante comportamiento sexual, muy poco extendido entre las arañas pese a las ventajas que reporta para machos y hembras: el regalo nupcial. Para descubrir sus misterios hay que adentrarse en un mundo invisible que sólo se abre a los observadores atentos.

Lo que no se ve

María José Albo, una exaracnofóbica convertida en aracnófila, dedicó su posgrado y buena parte de su carrera en el Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable (IIBCE) y la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República a intentar armar el puzle evolutivo de los regalos nupciales en arañas. Aún lo hace, fascinada por comprender algunos de los enigmas detrás de este comportamiento.

Por ejemplo, si el regalo nupcial es una ventaja tanto para machos como para hembras, ¿no debería estar más disperso entre las arañas, como sí ocurre en algunos insectos? “Sin embargo, no lo está: hay otras estrategias. Lo interesante de la historia es pensar qué cosas tienen en común las especies que poseen este rasgo, que hacen que se dé esta convergencia evolutiva. Hay que pensar en condiciones ecológicas y morfológicas, entre otras, pero no hemos llegado aún a echar luz suficiente para resolver esto”, cuenta Albo.

Lo que dice queda expresado más gráficamente cuando vamos a los números. Tenemos cerca de 49.000 especies descriptas de arañas, pero este fenómeno está registrado para menos de 15. Para complicar el puzle, el regalo nupcial está extendido en dos familias de arañas que no son tan cercanas evolutivamente como para pensar en un ancestro común: una de ellas es la familia de los pisáuridos y la otra la familia de los trecaleidos, presente en América del Sur. ¿Adquirieron este rasgo en forma independiente? ¿Por qué dentro de un mismo género algunas especies lo tienen y otras no? ¿Cómo se dio el proceso evolutivo de ganar o perder este comportamiento?

Responder estas preguntas es tan complejo como sostener un regalo con dos patas en medio de un encuentro sexual, que es exactamente lo que hacen estas especies cuando llega el momento de entrar en acción.

Qué lindos pedipalpos tienes

Para que se produzca la entrega de un regalo nupcial, el macho tiene que sentir primero la presencia de la hembra. En el mundo visualmente opaco de la araña, esta percepción se da a través de señales vibratorias y químicas, como los hilos de seguridad dejados por la hembra (la seda).

El macho, al percibirla, cambia el comportamiento, comienza a caminar, hace vibrar sus patas e inmediatamente busca una presa para envolver (o si ya tiene una la prepara para la ocasión). A veces es lo suficientemente osado para intentar aparearse sin un regalo, pero sus chances crecen si presenta uno en forma atractiva.

Envolverlo tiene varias ventajas, cuenta Albo. No sólo por el atractivo adicional de los químicos agregados o lo llamativa que queda visualmente la ofrenda, sino porque la seda les permite retener mejor el regalo. Esto es fundamental al momento de entrar en acción. La hembra va comiendo el regalo que sostiene el macho mientras se produce la transferencia espermática a través de los pedipalpos, un espectáculo muy poco atractivo si lo trasladáramos a la experiencia humana pero sin dudas beneficioso para las arañas implicadas. El macho debe aferrar muy bien la presa para evitar que la hembra se escape con el regalo antes de que se produzca la cópula.

El regalo ofrecido puede variar según la especie. Una hipótesis que manejan Albo y otros investigadores, ya planteada en la reconstrucción inicial del artículo, es que al principio la ofrenda fue directamente la presa, pero con el tiempo los machos reforzaron la señal de atracción con la seda. Y al hacerlo, eso les permitió cambiar el contenido. Por ejemplo, comer parte de la presa y ofrecer sólo los restos espléndidamente envueltos o incluso entregar algo que no es comestible (regalos simbólicos), como veremos más adelante.

Para entender el misterio evolutivo de los regalos nupciales en arañas hace falta lo mismo que para completar cualquier puzle: tener más piezas. Y eso es exactamente lo que ocurrió con un correo electrónico que recibió Albo tiempo atrás, que terminó en un nuevo trabajo con yapa para la ciencia.

Una nueva araña entra en escena

Lo que había en el correo electrónico que recibió era una foto de una araña macho con un regalo nupcial entre los quelíceros, algo así como las mandíbulas de las arañas. Lo enviaba Laura Rengifo, una estudiante colombiana que estaba haciendo su tesina de grado con arañas en su país cuando se topó con una especie desconocida en una quebrada.

“Le contesté emocionada, porque una va armando una especie de cuento biológico para ver qué especies tienen el regalo nupcial y cuáles no. Ella me dijo que en ese caso no sabía qué especie era”, explica Albo.

Investigadores trabajando con arañas en el IIBCE, a la derecha, María José Albo.

Investigadores trabajando con arañas en el IIBCE, a la derecha, María José Albo.

Ambas aunaron esfuerzos y contactaron a un taxónomo brasileño, especializado en esta familia neotropical, para determinar la identidad de la fotografiada. Los resultados de los estudios vinieron con premio. No sólo se trataba de una araña perteneciente a un género para el que no se había registrado ese comportamiento (Enna, del que en realidad se conoce muy poco) sino además una especie nueva, no descripta para la ciencia.

Rengifo vino luego a Uruguay para hacer una pasantía y con la colaboración de Albo dio forma a un trabajo que no sólo dio nombre a una nueva especie (Enna gloriae, llamada así en honor a la mamá de la investigadora colombiana, Gloria Gutiérrez, aunque curiosamente la mamá de la uruguaya también se llama Gloria), sino que permitió estudiar el comportamiento del regalo nupcial tanto en el campo como en el laboratorio, un nuevo aporte para entender en qué géneros de la familia Trechaleidae se encuentra este rasgo.

Aunque la araña lo vista de seda

Para estudiar el comportamiento sexual de la Enna gloriae, Laura Rengifo se pasó varias horas nocturnas en una quebrada colombiana registrando los movimientos de la especie. Pudo observar 15 machos cargando regalos nupciales y cortejando hembras. Luego, su trabajo se trasladó al laboratorio. Capturó varios ejemplares y los colocó por separado en recipientes de plástico especialmente preparados para la ocasión (con piedritas y agua, para simular su hábitat).

Para cada experimento introdujo un macho dentro de la “alcoba” de la hembra. Cuando este iniciaba los movimientos típicos de cortejo, como hacer vibrar los pedipalpos y las patas traseras, se le facilitaba una polilla muerta.

En el laboratorio, todos los machos cortejaron a las hembras, aunque sólo hubo éxito en cuatro de los diez intentos registrados. En tres de estos casos, el macho ofreció a su compañera la polilla envuelta en seda. En el restante, el ejemplar cortejó y logró la cópula sin dignarse a llevar ningún regalo, ni siquiera un envoltorio vacío.

La “producción” del regalo y el cortejo observados fueron similares a los de otras especies. El macho exponía el regalo ante la hembra para que comenzara el apareamiento, pero lo mantenía sujeto con su tercer par de patas. Rengifo observó que, ocasionalmente, machos y hembras forcejeaban por la posesión del regalo, pero el apareamiento finalizaba cuando el macho se alejaba y la hembra retenía la presa.

Las investigadoras comprobaron que los machos mostraban los mismos patrones de comportamiento que otros géneros de la misma familia, además de algunas diferencias menores en la postura y la forma de tomar el regalo. En conclusión, ahora hay cinco de los 17 géneros de la familia de los trecaleidos en los que se observó este comportamiento. Esta prevalencia sugiere que se trata de un comportamiento ancestral compartido por los distintos integrantes de la familia, aunque en las conclusiones las autoras recuerdan que “es necesario estudiar con más detenimiento a los demás géneros para entender la evolución de este rasgo en la familia”.

Los hilos invisibles de nuestra existencia

El regalo nupcial es sólo un rasgo más de los tantos que forman el complejo mundo arácnido que solemos ignorar, pese a que se desarrolla muchas veces en nuestros propios hogares y jardines. La misma Albo llegó a la Facultad de Ciencias fascinada por el comportamiento en los animales domésticos, no de los invertebrados.

Cuenta que entrar al laboratorio del aracnólogo Fernando Costa, este le abrió las puertas a un mundo nuevo. “Lo que hizo fue abrirme el camino a un mundo que es un privilegio poder observar. Ver cómo se producen algunos comportamientos, cómo se buscan, cómo cortejan, es increíble”, cuenta entusiasmada. Parte de su trabajo, justamente, es plantear ideas y desarrollar diseños experimentales para comprobarlas, como ocurre con los regalos nupciales.

De su miedo infantil a las arañas pasó a la pasión por ellas y la necesidad de divulgar sus maravillas. Y es que las arañas, pese a la mala fama y la repulsión instintiva de muchos, tejen también la trama invisible gracias a la cual estamos sobre el planeta. Su rol en la cadena trófica es esencial, ya sea controlando poblaciones de insectos o sirviendo de alimento a otros animales.

“Vivimos en un equilibrio tan delicado que no lo vemos. Cuando uno mira un animal hermoso, como un ave, debe detenerse a pensar que existe gracias a todo lo que está debajo y no se aprecia. Lo que vemos existe debido a todo lo invisible”, cuenta Albo. A veces, un elefante realmente puede balancearse sobre la tela de una araña.

Arañas del regalo en Uruguay

Enna gloriae es colombiana, pero en Uruguay también tenemos arañas que se dedican a esta curiosa costumbre de producir y ofrecer regalos nupciales envueltos en seda. Más precisamente, hay cuatro géneros de trecaleidos en los que se registró este comportamiento.

Paratrechalea
Es el género más estudiado en Uruguay. Las investigaciones actuales se centran en la variación del contenido de los regalos, que muchas veces son puramente simbólicos. “Estamos tratando de entender cómo se producen estas alternativas. Cuando no hay presa pueden elegir hacer un regalo simbólico, pero a la vez sabemos que a veces lo hacen incluso cuando tienen presas disponibles; en esos casos le ponen más seda. Queremos entender en qué se basan estas variaciones”, cuenta Albo.

Trechaleoides
Este es un ejemplo curioso, ya que se trata de un género con sólo dos especies: una tiene regalo y la otra no. “En este caso nosotros creemos que una de las especies perdió este rasgo. No podemos encontrar una ventaja adaptativa en la que lo hace, porque la hembra se aparea con todos los machos, traigan o no regalo, mientras que los machos de la otra especie ya ni siquiera tienen este comportamiento. La hipótesis es que las hembras perdieron la preferencia por el regalo en ambas especies”, explica Albo.

Paradossenus
Es un género raro en Uruguay, que se encuentra sólo en el norte. Los investigadores experimentaron con algunos ejemplares hallados en Valle del Lunarejo y descubrieron que los machos hacen el regalo pero ni siquiera se molestan en dejar algo dentro. Lo entregan vacío, el equivalente de regalar una cajita preciosamente envuelta y sin nada adentro. “Cada género te muestra distintas formas evolutivas del mismo rasgo. En este caso, no poner nada”, comenta Albo.

Trechalea
Este es el género menos estudiado hasta el momento en el país, pese a que tiene varias especies descriptas. Se trata de una araña muy grande (como la palma de la mano) que fue encontrada únicamente en la Quebrada de los Cuervos. Todo lo que se comprobó hasta ahora es que el macho hace regalo nupcial. El resto es campo libre para los investigadores con ganas de seguir buscando piezas para este puzle.

Artículo: “The unknown Enna (Araneae: Trechaleidae), new species and first record of wrapped nuptial gifts in the genus”
Publicación: Journal of Arachnology (2021)
Autores: Laura Rengifo, María José Albo, Leonardo Delgado-Santa.