Entre las muchas cosas que tenemos en común humanos y murciélagos, como por ejemplo ser mamíferos inteligentes, longevos, sociables y con un sistema nervioso muy desarrollado, está la capacidad de formar colonias de millones de individuos.
El murciélago cola de ratón (Tadarida brasiliensis) es particularmente bueno en eso. Así como los seres humanos podemos superar los 20 millones de ejemplares en ciudades como Delhi, San Pablo o Ciudad de México, el murciélago cola de ratón llega a cifras parecidas en la cueva de Bracken, en Texas.
Esta especie no usa solamente cuevas para formar colonias sino también construcciones humanas, como pasa en nuestro país con la usina de Cuñapirú en Rivera. Es común que haya miles de ejemplares en casas o construcciones en desuso, y también es frecuente que estas edificaciones se derrumben sin tener en cuenta a sus habitantes.
Afortunadamente, no es lo que ocurrió esta semana en los galpones de una fábrica abandonada ubicada en Rosario, Colonia. El predio se remató el año pasado y sus nuevos dueños resolvieron demoler algunas estructuras internas de los galpones para hacer allí un complejo deportivo.
Cuando el Grupo Muros, empresa constructora encargada de demoler, ingresó al lugar, se percató de la presencia de una colonia de murciélagos. Sus responsables consultaron entonces a un referente de la Comisión de Zoonoss de Colonia sobre el procedimiento a seguir y se les respondió que los exterminaran.
Las instrucciones no sólo fueron malas e innecesarias, sino que violan la normativa. Los murciélagos, como muchas otras especies nativas, están protegidos por la Ley de Fauna. Los trabajadores de la empresa constructora lo sabían, porque le respondieron al referente departamental que al tratarse de una especie protegida no podían dañar a los animales.
“Les dijimos que esperábamos que fueran ellos los que supieran eso, no nosotros. Contactamos a mucha gente, incluso a la Comisión de Zoonosis, y nadie pudo darnos una respuesta hasta que llegamos al PCMU”, contaron desde Muros.
En el mensaje enviado al PCMU (sigla del Programa Para la Conservación de Murciélagos del Uruguay) explicaron la situación, pidieron ayuda y les aclararon que no pensaban hacer caso a la “solución” departamental, ya que se trata de animales “nobles” que hay que conservar.
En respuesta al pedido, científicos integrantes del PCMU, Facultad de Medicina y Facultad de Ciencias hicieron dos viajes hasta Rosario para realizar una pronta operación de rescate. Los expedicionarios fueron Enrique González (que también es responsable del Departamento de Mamíferos del Museo Nacional de Historia Natural), Ana Laura Rodales, Germán Botto, Lucía Moreira, Santiago Ramos y Mariana Díaz.
Alas para mi país
Una vez allí, capturaron la mayor parte de los ejemplares. “Los sexamos, evaluamos su estado reproductivo y su edad relativa, para ver cómo estaba compuesta la colonia. Había sobre todo adultos y algunos juveniles, de los cuales la mayor parte eran machos, algo interesante porque va en la misma línea de otros trabajos que hemos hecho con la especie en el país, en los que hemos observado que, si bien esta es una especie migratoria, las que migran son sobre todo las hembras, algo similar a lo que ocurre en Norteamérica”, contó Enrique González.
Los investigadores desmontaron el cielorraso de espuma plast del recinto para retirar los ejemplares y desarmar el refugio (y prevenir de ese modo que se reinstalen). Juntaron algo más de 500 ejemplares de una colonia que tendría cerca de 600. En los videos puede observarse cómo los retiraron con cuidado y los colocaron después en cajas.
Una vez que anocheció liberaron a los ejemplares en un parque que se encuentra a cierta distancia del lugar. “Es difícil que encuentren otro refugio tan grande como este, pero es probable que exploren la región y vayan acomodándose en sitios nuevos, en colonias más pequeñas. Se salvaron de una muerte segura, porque el galpón se iba a demoler con todos metidos adentro”, aclaró Enrique.
“Es común que se demuelan edificios antiguos sin tomar en cuenta la eventual presencia de murciélagos. Nosotros no decimos que no haya que demolerlos, claro está, sino que hay que sacar primero a los animales”, agregó.
No hubiera sido la primera vez que ocurre en la región y ciertamente no sería la ocasión más trágica. Se calcula que buena parte de los 12 millones de murciélagos de esta especie que vivían en el dique Escaba, en Tucumán (Argentina), murieron cuando se tapiaron los vanos del lugar en la década de 1990.
En este caso, la historia tuvo un final feliz gracias a la conciencia ambiental de la empresa constructora, la respuesta veloz del PCMU y el valioso trabajo de divulgación sobre estos animales por parte de científicos y científicas, que permitió que los trabajadores se dieran cuenta de que algo estaba mal en el procedimiento expeditivo que les aconsejaron.
Aclaración
En la primera versión de esa nota se mencinó que el consejo de exterminar a los animales había sido dado por "representantes de la intendencia", lo que no era correcto. Quienes deiron ese conserjo eran representantes departamentales de la Comisión de Zoonosis, que no está bajo la órbita de la Intendencia de Colonia.
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