Dentro de la reforma de la enseñanza proclamada por el gobierno, salieron a luz finalmente los nuevos programas para el bachillerato de Secundaria y UTU. Más allá de una primera impresión de que la reforma apunta a una enseñanza más utilitaria, pensada para una inserción rápida de los jóvenes en el mercado laboral, mi idea es concentrarme en analizar la situación precaria en que queda la asignatura Astronomía como consecuencia de esa concepción, casi al borde de la desaparición del currículo liceal.

Podríamos comenzar por analizar por qué Astronomía es importante en la formación cultural de los jóvenes. Y por qué no empezar por recordar las palabras de Carl Sagan en su carta del 10 de setiembre de 1993, dirigida al entonces ministro de Educación y Cultura Antonio Mercader, en un momento en que también se hablaba de eliminar Astronomía de Secundaria: “La astronomía aún permanece como un camino superior (y por lejos creo que el mejor) de introducir a la gente joven en el camino de la ciencia. No sólo en los resultados de la ciencia en sí, sino, lo que es más importante, en los métodos de la ciencia. Mientras puedo afirmar que la ciencia puede ser usada para bien o para mal, es muy claro que el futuro pertenecerá a aquellas naciones con fuertes bases científicas; no sólo para los técnicos sino para el público en general”.

Podemos agregar a estas profundas reflexiones de Sagan que la astronomía es el laboratorio natural donde se observa cómo operan las leyes de la física, la química, la biología, etcétera, en una forma integrada. No es de extrañar entonces que la astronomía ha estado presente como objeto de estudio desde las primeras civilizaciones. Fue y es motivo de fascinación y asombro ante fenómenos aparentemente inesperados como puede ser la observación de un eclipse de Sol, la irrupción de un nuevo cometa o una copiosa lluvia de meteoros. La astronomía despierta en nuestras mentes algunas de las preguntas mas trascendentales de nuestra existencia: ¿existe vida en otros planetas?, ¿qué es la materia oscura que parece pervadir todo el universo?, ¿cómo se originó el universo?, ¿cuál será su fin?

Las razones antes expuestas llevaron a que la astronomía se integrara al currículo liceal ya en los primeros tiempos de la organización de los estudios a nivel secundario (con el nombre inicial de Cosmografía, que más tarde se cambió por Astronomía) desde fines del siglo XIX. Pero si ya existían razones más que suficientes para justificar su inclusión en el currículo liceal, parece imprescindible su presencia en pleno siglo XXI a la luz de cómo la exploración espacial está cambiando nuestra forma de vida en formas aún difíciles de aquilatar.

El retorno a la Luna en un hecho inminente y los viajes tripulados a Marte aparecen como una realidad a corto plazo. Todos los planetas mayores del Sistema Solar han sido visitados por sondas espaciales y desde satélites en órbita se han descubierto miles de planetas girando en torno a otras estrellas. ¿Pueden los jóvenes ignorar todo este nuevo mundo que se nos abre ante nuestros ojos? Apoyamos por todas estas razones la permanencia de Astronomía como materia curricular obligatoria, tal vez con un programa actualizado que contemple el desarrollo vertiginoso en materia espacial y el uso creciente de satélites artificiales, tanto para comunicaciones como para la exploración de la Tierra y el cosmos.

La propuesta del programa del bachillerato presentada por Secundaria elimina a Astronomía como materia obligatoria y la pasa a una bolsa de materias opcionales donde deberá disputar un espacio curricular con un grupo variopinto de materias, tales como emprendedurismo, salud y recreación, argumentación y debate, entre otras (la propuesta de reforma curricular de Secundaria se puede ver en su sitio web). Es claro que esto va a desalentar a potenciales estudiantes del profesorado de Astronomía, cuya fuente laboral estará en duda, pues una opcional se podrá dictar o no dependiendo de la elección de los liceos. También sorprende lo errático de las políticas de Secundaria, pues Astronomía viene de años de apoyo económico para la construcción de observatorios liceales para los que se destinaron importantes recursos. ¡Ahora todo ese esfuerzo e inversión de dinero se pretende echar por la borda reduciendo Astronomía a un rol prácticamente testimonial!

¿Razones?

Las razones que se suelen invocar para eliminar a Astronomía de la malla curricular de materias obligatorias se pueden agrupar en dos objeciones. La primera de ellas sostendría que “la astronomía no les interesa a los jóvenes, que prefieren aprender cosas más prácticas”. A esta aserción, el presidente del Consejo Directivo Central (Codicen) de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP), Robert Silva, agregó en una nota del noticiero Subrayado de Canal 10 que “lo principal es atender las demandas de los estudiantes, y no centrarse en lo que reclama cada colectivo docente”.

Respondemos a esta observación diciendo que desconocemos de encuestas de popularidad de las materias de Secundaria entre los jóvenes para afirmar que les interesan más unas materias que otras. Si existieran tales encuestas me gustaría conocerlas. Por otro lado, no parecería razonable que la malla curricular deba definirse con base en encuestas de popularidad de las materias entre los estudiantes. Pero además tenemos indicios que contradicen esa afirmación y que apuntan en sentido contrario: Astronomía despierta el interés de un segmento importante del estudiantado. Por ejemplo, las Olimpíadas liceales de Astronomía que se realizan anualmente convocan a cerca de un millar de estudiantes y, antes de la pandemia, superaban holgadamente el millar. La perspectiva es que se vuelva a los niveles de convocatoria prepandemia, siempre que la materia se siga manteniendo como obligatoria.

La segunda objeción empleada como argumento para eliminar la Astronomía de la currícula es la de que “no hay suficientes profesores de Astronomía formados para cubrir todas las horas”. Esto es cierto, pero es un problema de todas las disciplinas científicas que presentan un déficit crónico de profesores formados. ¡Si se fuera a utilizar este argumento habría que eliminar Matemáticas y Física de la malla curricular! ¡Y qué decir de Física y Robótica, asignatura que se introduce en cuarto año, para la cual no hay profesores formados, pues los profesores de Física no reciben formación en robótica. Pero además, en cuanto a Astronomía hay motivos de esperanza: hay un flujo modesto pero continuo de egresados de los institutos de formación docente, y hay además varios estudiantes interesados en cursar el profesorado de Astronomía, cuya culminación dependerá de la suerte que corra la asignatura.

Esperemos que las autoridades de la educación recapaciten respecto del rol que puede jugar Astronomía para despertar inquietudes científicas y, por ende, sobre la necesidad de mantenerla en la malla curricular de materias obligatorias. En el mundo actual, inundado de tecnología, es fundamental que la ciudadanía tenga una mínima cultura científica para poder discernir qué opciones pueden ser más correctas. Las acaloradas discusiones que se dieron durante la pandemia con los movimientos antivacuna lo demuestran, o el tema tan candente de las causas antropogénicas del cambio climático. Las redes están inundadas de teorías conspirativas, se habla de que la Tierra es plana, de catástrofes inminentes por la colisión de un cometa o asteroide, o de invasiones extraterrestres. Sólo una educación científica adecuada puede iluminar al individuo en el sendero del raciocinio entre las tinieblas del oscurantismo. Pensamos humildemente que la astronomía, por ser la ciencia que estuvo presente desde las primeras civilizaciones e inspiró las primeras leyes científicas, puede aportar mucho al desarrollo de una cultura científica en los jóvenes.

Julio Ángel Fernández es miembro emérito de la Academia Nacional de Ciencias del Uruguay, miembro de la Academia de Ciencias de América Latina y de The World Academy of Sciences, miembro extranjero de la National Academy of Sciences de Estados Unidos e investigador emérito del Programa de Desarrollo de las Ciencias Básicas.

La presidenta de la Unión Astronómica Internacional le envió una carta a Da Silveira y Robert Silva

Fechada el 25 de agosto de 2023, la misiva firmada por Debra Elmegreen, presidenta de la Unión Astronómica Internacional (IAU por su sigla en inglés), tiene como destinatarios al ministro de Educación y Cultura, Pablo da Silveira, y al presidente de ANEP, Robert Silva.

El texto comienza diciendo que como presidenta de esa institución, Elmegreen escribe “con extrema preocupación ante la posible cancelación de la astronomía en el currículo de la educación secundaria en Uruguay”, recordando que desde 1970 nuestro país es miembro de IAU, que nuclea a “12.000 miembros de 85 países”, y que la “dirección adherida” para nuestra membresía es justamente la del Ministerio de Educación y Cultura.

“La astronomía está profundamente arraigada en nuestras historias y culturas, forjando vínculos entre sociedades. Es un momento tremendamente emocionante para ser astrónomo, con el Telescopio Espacial James Webb y el Telescopio Espacial Hubble y otros observatorios que nos brindan descubrimientos increíbles sobre exoplanetas, estrellas, agujeros negros y galaxias a medida que ampliamos los límites del espacio y el tiempo, y con India colocando con éxito un vehículo en la Luna”, sostiene el texto.

“El Universo como una máquina del tiempo nos permite reconstruir nuestra historia cósmica, observando las galaxias distantes tal como aparecían cuando eran más jóvenes e invitando a reflexionar sobre nuestro lugar en el frágil planeta Tierra. La IAU se esfuerza por hacer que la astronomía sea accesible para todos, y eso comienza con los niños” prosigue la misiva, agregando que “la astronomía inspira curiosidad, por eso nuestra Oficina de Astronomía para la Educación utiliza la astronomía como puerta de entrada a los campos STEM para los escolares”. Al respecto, la presidenta del IAU amplía diciendo que “la promoción de la astronomía en los planes de estudios escolares dará lugar a una generación más capaz de abordar los problemas científicos globales. Contamos con más de 400 coordinadores nacionales de Educación en más países, incluido Uruguay, para examinar la astronomía en el plan de estudios de cada país y ayudar con recursos y capacitación docente adaptada a las necesidades específicas de las diferentes regiones”.

Con esa mirada por encima de las nacionalidades característica de la astronomía, la carta afirma que “es vital que involucremos a una comunidad global diversa en la ciencia, ya que eso ampliará ideas y perspectivas”. No es una frase vacía: “Con ese fin, nuestra Oficina de Divulgación Astronómica tiene proyectos en más de 100 países, incluyendo traducir la astronomía a idiomas nativos, proporcionar telescopios a los escolares y alentar a las niñas en la ciencia a través de actividades de astronomía con mentoras”, agregando además que su Oficina de Jóvenes Astrónomos “organiza cursos y talleres internacionales de astrofísica, y brinda capacitación a los astrónomos que inician su carrera en los países en desarrollo”.

Señala asimismo que “la tecnología astronómica también proporciona beneficios inesperados a la sociedad, como el uso del GPS en los teléfonos móviles”, y comunica que la Oficina de Astronomía para el Desarrollo de la IAU “ha involucrado a cientos de miles de personas en proyectos que aprovechan el entusiasmo por la astronomía y aplican sus técnicas y tecnologías al desarrollo de las comunidades”. La presidenta cuenta que, por ejemplo, “uno de los proyectos financiados el año pasado a través de Chile. que incluye un grupo de trabajo en Uruguay, es brindar a escolares y docentes herramientas educativas con enfoque en el pensamiento analítico y crítico para ayudar a desarrollar habilidades de aprendizaje para toda la vida”.

Por todo eso, Emelgreen cierra su carta sosteniendo que “nuestro mensaje más importante es que la astronomía es para todos. Les insto a que permita que la astronomía permanezca en el plan de estudios de Uruguay para que sus ciudadanos puedan seguir conectados con el largo legado de la astronomía en su país”.

La versión completa de la carta, tanto original como su traducción, puede encontrarse en el blog del físico Martín Monteiro.