El pasado 4 de setiembre la Plataforma Intergubernamental Científico-Normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (Ipbes), integrada por 143 países entre los que está Uruguay, dio a conocer el Informe de la evaluación sobre las especies exóticas invasoras y su control. Allí se reporta que “las especies exóticas invasoras constituyen una grave amenaza mundial para la naturaleza, la economía, la seguridad alimentaria y la salud humana” y que “juegan un papel clave en el 60% de las extinciones mundiales de plantas y animales”.

El informe del Ipbes también señala que en 2019 las especies exóticas invasoras implicaron un costo a nivel mundial de 423.000 millones de dólares, y reporta que esas cifras “se han cuadruplicado, al menos cada década, desde 1970”. Haciendo hincapié en que “45% de los países no invierte en la gestión de invasiones biológicas”, afirman que “la preparación, la detección temprana y la respuesta rápida han demostrado ser eficaces para reducir las tasas de establecimiento de especies exóticas”. Y más aún: advierten que “la grave amenaza mundial que suponen las especies exóticas invasoras está infravalorada, subestimada y es, con frecuencia, ignorada hasta que es demasiado tarde”.

Estas dos últimas cosas –tanto que la respuesta temprana es una forma eficaz de combatir a las especies exóticas invasoras como que su amenaza es ignorada y subestimada– sin dudas estaban bien presentes para el investigador Enrique González, encargado de la colección de mamíferos del Museo Nacional de Historia Natural, quien junto con otros colegas publicó en 2022 un trabajo científico en el que da cuenta de las primeras etapas de la invasión del visón (Neovison vison) a partir de ejemplares que se habían escapado de un criadero ubicado en Melilla, en el Montevideo rural.

Ya en 2021 González y otros investigadores habían enviado cartas alertando sobre la situación tanto al Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) –responsable del emprendimiento peletero– como al Ministerio de Ambiente (MA) –responsable de la protección de la biodiversidad–. Ante la falta de respuesta, con fecha 11 de setiembre, González envió una carta abierta al presidente Luis Lacalle Pou, quien si bien no tiene por qué andar tomando decisiones a este respecto –las instituciones están y deberían actuar–, ya ha demostrado en el pasado su sensibilidad por la temática, por ejemplo, al interceder para que el MGAP sacrificara decenas de animales incautados cuando comenzó la gripe aviar.

Carta al presidente

“Nos encontramos en un momento clave para evitar una invasión biológica en el país”, comienza diciendo la carta al primer mandatario. “Dos ministerios –MGAP y Ambiente– lo saben formalmente desde hace tiempo, pero no han tomado medidas. El problema es grave y su solución es relativamente sencilla, pero no se encara. El motivo de esta carta es ponerlo al tanto de la situación del visón en el país”, prosigue el texto.

“Si la especie se instala, habrá que generar un programa del MGAP y la Intendencia de Canelones destinado a controlar a este depredador de aves de corral en la región canaria donde se concentra la producción avícola. El [Sistema Nacional de Áreas Protegidas] SNAP-MA y las intendencias de Montevideo, San José y Canelones tendrán que dedicar recursos para controlar el visón en el área protegida Humedales del Santa Lucía”, le comunica al presidente el investigador. “Todo eso tal vez se pueda evitar. Pero hay que actuar ahora”, afirma.

En esta invasión tenemos una gran ventaja: “Uruguay tiene un solo criadero de visones” que se instaló “hace más de una década debido a la política inconveniente del INIA [Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria] que consistió en promover la cría en el país de especies exóticas invasoras (visón y rana toro)”. González entonces afirma que “desde esa época se vienen dando escapes, como ocurre en todos los criaderos del mundo”, y sostiene que “pensar que hay criaderos de los cuales no se fugan ejemplares equivale a creer que hay cárceles de las cuales los presos no se pueden escapar”.

Tras contar sobre el artículo publicado en 2022 que daba cuenta de “35 ejemplares en estado silvestre registrados entre 2010 y 2020 en las inmediaciones del criadero”, González le transmite al presidente que “a fines de 2021” los investigadores ingresaron “por mesa de entrada en el MGAP, el MA y la Intendencia de Montevideo sendos expedientes explicando los graves riesgos económicos y ecológicos que se asocian al visón como especie invasora, aportando evidencia de decenas de escapes y solicitando se tomen medidas para evitar el inminente asilvestramiento”.

También reseña que con motivo de una reciente reunión del Comité de Especies Exóticas Invasoras “que funciona en el ámbito de la Dirección Nacional de Biodiversidad y Servicios Ecosistémico, en el MA”, González solicitó que “se incluya en el orden del día el tema”, cosa que el comité hizo. “Las autoridades presentes del MA informaron que el expediente, que había ingresado hacía más de un año y medio, les había llegado al escritorio hacía pocos días, evidentemente desencajonado debido a mi solicitud de que el tema sea tratado” cuenta. “El representante del MGAP se comprometió a averiguar qué ocurrió con dicho expediente en su ministerio, y días después se me informó extraoficialmente que el MGAP habría pasado la carta al MA, desentendiéndose por considerarlo un tema ambiental”. También cuenta que el MA, en la reunión del comité, sostuvo “que por ser el visón un animal de criadero, su control corresponde al MGAP”.

“Si la producción de visones fuera de importancia social, científica, médica o estratégica para el país, tal vez habría quién se arriesgue a abrir la puerta al invasor”, va finalizando la carta González. “Confío en que usted comprenda la dimensión del problema y tome medidas con el fin de evitar mayores impactos al sistema socioecológico que es la base del bienestar de nuestra gente”, dice antes de firmar.