Quién no ha leído o al menos escuchado hablar del mítico Sapo Ruperto, este personaje tan carismático que, desde la orilla del arroyo Solís Chico y sus alrededores, ha perdurado en la cultura uruguaya y en la infancia de muchos jóvenes. Durante mi niñez, encontré en las aventuras de Ruperto risas y suspenso, al tiempo que fue generando un gran interés por el lugar en que vivía el detective y por sus habitantes tan variados. Las andanzas de Ruperto me atrapaban entonces. Y también ahora.
Ruperto pertenece al orden de los anuros, donde se encuentran los sapos y ranas, animales de suma importancia en la fauna uruguaya y que, a su vez, son excelentes bioindicadores del estado de los ecosistemas. Aunque muchas veces hemos oído hablar de sapos y ranas, realmente no hay algo que los diferencie taxonómicamente, siendo estos términos apenas nombres comunes que les damos a algunos de ellos. Aun así, intentaré aquí, víctima de la fascinación que Ruperto ejerció y sigue ejerciendo sobre mí, determinar a qué especie o familia pertenecería este gran sapo detective. O al menos eso espero.
“Ruperto, el sapo detective más famoso del arroyo Solís Chico”
Según la obra de Roy Berocay, nuestra entrañable superestrella vive en el balneario Parque del Plata. De hecho, allí, en la rambla que bordea al arroyo, hay una escultura que nos lo recuerda. Empecemos por allí entonces.
En esa zona del departamento de Canelones habitan bastantes especies de anuros tales como el sapito oval o sapito panza amarilla (Elachistocleis bicolor), la rana boyadora (Pseudis minuta), la macaquito (Pseudopaludicola falcipes), el escuerzo chico (Odontophrynus americanus), la rana común (Leptodactylus latrans), la ranita roncadora (Scinax granulatus), la ranita del zarzal (Boana pulchella) o el sapito de jardín (Rhinella dorbignyi).
¿Pertenecerá a alguna de estas especies el detective Ruperto? Descubrirlo requerirá de la visión aguda que tanto nos ha enseñado a usar el mejor detective del Solís Chico.
Buscando evidencia
Ruperto es un sapo que vive en una cueva y según nos cuentan el narrador u otros personajes, su dieta consiste en insectos como moscas y mosquitos. También sabemos que en general no come ni hormigas ni luciérnagas, ya sea porque son sus amigas y vecinas o porque no son de su gusto. Con esto, y averiguando un poco más, tal vez sea más fácil conocer a qué especie pertenece Ruperto, o por lo menos hacernos una idea.
De la lista de anfibios que viven en Parque del Plata, sólo tres viven en cuevas. Estos son el sapito de jardín (Rhinella dorbignyi), que presenta hábitos terrestres, fosoriales y caminadores; el escuerzo chico (Odontophrynus americanus), cuyas patas traseras llevan grandes callos o tubérculos que usa a modo de pala para enterrarse; y la rana común (Leptodactylus latrans), que puede ocupar refugios naturales o cuevas construidas por otros animales.
Aunque no en las tres especies se especifica un hábito fosorial, total o parcial, se deduce por el tipo de patas que presentan y las adaptaciones de estas; donde se puede ver una pata con tubérculo metatarsal es sobre todo en la especie Odontophrynus americanus y aún mayor desarrollado en el sapito de jardín Rhinella dorbignyi. Por lo tanto, podemos deducir que hay mayor probabilidad de que pertenezca a una de esas dos especies a que pertenezca a la especie Leptodactylus latrans, que, por un lado, tiene una pata poco adaptada a un hábito fosorial y, por otro, implicaría que Ruperto es un ocupa de una cueva ajena.
Si nos centramos en la dieta, los anuros que viven en cuevas de la zona se alimentan de distinta forma: el sapito de jardín (Rhinella dorbignyi) tiene una dieta que consta mayormente de hormigas y puede complementarla con pequeños artrópodos tales como coleópteros y arácnidos; el escuerzo chico (Odontophrynus americanus), si bien tiene una dieta generalista, de juvenil incluye en ella moluscos, coleópteros y hormigas, y de adulto arañas, coleópteros y larvas de insectos; finalmente, Leptodactylus latrans tiene una dieta generalista, en la que incluye coleópteros, arañas y larvas de insectos.
La especie que más coincide con las características de Ruperto en cuanto a su alimentación es entonces el sapito de jardín Rhinella dorbignyi. Asimismo, podemos ir descartando a Leptodactylus latrans por poca congruencia de vivienda y dieta.
Mirando la plancha
Ahora se podría hilar más fino y pretender comparar la coloración de Ruperto y las dos especies candidatas. Odontophrynus americanus presenta una coloración dorsal marrón o parda, con una línea vertebral clara y manchas grandes oscuras. La piel es verrugosa con glándulas muy conspicuas que suelen estar vivamente coloreadas. El vientre es blanco con gránulos muy notorios. Rhinella dorbignyi posee un dorso de color verde o castaño con manchas oscuras irregulares, un vientre de color blanquecino amarillento, y casi todos los ejemplares llevan una línea vertebral de color amarillo.
Por lo que conocemos de Ruperto, mayormente se muestra verde, así que es algo compleja la comparación de un espécimen completamente simplificado en un dibujo y dos especímenes descritos en detalle de los que hay abundantes fotos. Aun así podríamos continuar simplificando los detalles de estos dos especímenes, quedando Odontophrynus americanus como un sapo mayormente marrón, con manchas claras y oscuras y con una panza clara, y Rhinella dorbignyi como un sapo verde o castaño, también con algunas manchas, con una línea en su espalda y una panza clara.
Ambos difieren bastante sobre todo por las manchas que presentan, pero si por un momento ignoramos eso y nos fijamos en el color que predomina en ambos, se podría decir que Odontophrynus americanus no encaja tanto por su coloración más marrón y Rhinella dorbignyi se asemeja más, ya que generalmente es verde, aunque presente esa línea en su espalda que Ruperto nunca tuvo.
De la fisonomía de Ruperto podría decirse que es ancho, de boca grande y redondeada, patas medianamente cortas y ojos grandes. En este caso el que más coincidiría es Odontophrynus americanus, que tiene tanto el hocico como el cuerpo redondeados, siendo este último de aspecto globoso. La cabeza también es redondeada, más ancha que larga y no presenta crestas. Además, tienen ojos grandes que sobresalen.
Por lo tanto, ¿qué aspectos habría que ignorar y cuáles seleccionar para definir a cuál pertenece Ruperto? Tal vez no sea ninguno de los dos. Aun así, me inclinaría a decir que a pesar de determinados aspectos, el sapito de jardín Rhinella dorbignyi es el que más se le asemeja, debido a que también presenta un cuerpo robusto que posee extremidades cortas, cabeza ancha y hocico corto, aunque no tenga ojos que resaltan. A eso hay que sumarle la coloración mayormente verde que es tan característica de Ruperto.
Realmente no podemos hacer más que hacer un esfuerzo o incluso imaginar a qué especie pertenece el detective Ruperto. Eso es esperable, ya que hablamos de un ser de ficción del que vagamente conocemos sus hábitos, comportamientos y demás claves biológicas. Es más, su comportamiento está muy lejos de como se comportan normalmente los sapos: usa sombrero y gabardina y sale a resolver misterios con sus ojos poco perspicaces pero llenos de entusiasmo y valentía. Pero justamente, por ese afán de resolver asuntos que nos inculcó Ruperto, es que vale la pena el intento. No creo que Ruperto quisiera que nos conformáramos con lo que se nos da, y seguro aprobaría que saliéramos en busca de nuevas preguntas y posibles respuestas, creando y descubriendo nuestra propia realidad. Roy Berocay se inspiró en nuestros anuros y en Parque del Plata para crear a su personaje, que luego hizo su propio camino. Traer ahora al sapito de jardín, lejos de quitarle magia, sólo potencia su genial creación.