El asunto ya es sabido, pero no por eso deja de ser alarmante. Un cuarto de las playas arenosas de todo el mundo están severamente amenazadas y en breve podrían dejar de funcionar como lo venían haciendo.

Así las cosas, los ecosistemas costeros, que tanto nos cautivan, dejarían de ser esa zona dinámica donde la tierra y el mar forcejean en un baile que lleva millones de años, volviendo a las playas lugares especialmente vulnerables a la erosión costera y a efectos del cambio climático, como el aumento del nivel del mar y de las tormentas de magnitud.

Si bien en el planeta Tierra la constante ha sido el cambio —fuimos una bola de fuego, blanco de cientos de miles de asteroides, una bola de hielo, un planeta con un único y enorme continente, un planeta con glaciares enormes que dieron paso a períodos más cálidos que los actuales, y muchas cosas más imposibles de detallar en este párrafo—, hoy esta transformación de las zonas costeras nos agarra mal parados: los humanos, en los últimos siglos, hemos optado por vivir cada vez más allí. Amuchados contra la costa, cualquier cosa que pase allí nos afecta de forma importante.

De hecho, la urbanización y las actividades productivas les han quitado a muchas playas el aliado que tenían para hacer frente a todas estas presiones. Una playa arenosa sin dunas es una playa indefensa ante los embates del mar. Una playa arenosa saludable, en cambio, tiene cientos de metros de dunas que, si el mar o los vientos arrecian, tienen paño para moverse y esperar al mejor momento para volver a donde estaban o reordenarse en una nueva configuración. Pero claro, si hacemos ramblas a escasos metros del mar, si construimos casas sobre la duna, si extraemos arena para la construcción, es como si en el marco de un incendio sin precedentes, saliéramos a ejecutar bomberos a mansalva. Lenta e inexorablemente, estamos matando las playas de las vacaciones de oro.

En este contexto, la reciente publicación del trabajo Salud y calidad paisajística de las playas arenosas: una evaluación a gran escala utilizando el criterio de expertos suma un valioso grano de arena al conocimiento que podría ayudarnos a salir de este camino que lleva a un mundo peor.

Firmado por Omar Defeo, Juan Licandro, Julieta Olalde, Sofía Bausero, Eleonora Celentano, Anita de Álava, Gabriela Jorge y Diego Lercari, del Laboratorio de Ciencias del Mar de la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República, y Nelson Rangel, de la Universidad del Atlántico, Colombia, el título del trabajo parece no decirnos mucho sobre nuestras playas en concreto, sino que más bien parece hablar en términos generales de evaluaciones y cosas por el estilo. Sin embargo, al leer el artículo queda de manifiesto que la cosa no es tan así.

Si bien está orientado a satisfacer el paladar de los editores de revistas internacionales, el artículo de cierta manera cumple con aquella máxima de pintar la aldea para pintar el mundo. Al reportar qué afecta el estado de 100 playas de nuestro país —que abarcan unos 560 kilómetros desde las nacientes del estuario del Río de la Plata, en Colonia, hasta la playa Puimayen en el rincón más al este de la oceánica Rocha— emergen patrones de relevancia para el estudio de las playas arenosas de cualquier parte del globo.

Pero al pasar del texto principal e ir a los materiales suplementarios adjuntos al artículo está el boletín de calificaciones de 100 playas de nuestro país dado por este conjunto de investigadoras e investigadores expertos en el tema. Y esa información, para quienes vivimos todo el año deseando que la playa nos recomponga la energía del año laboral, es de muchísimo interés. También debería serlo para quienes toman decisiones sobre el manejo de la costa. Y para la sociedad civil que cada vez se organiza más para defenderla.

Así que, sin más, salimos chancleteando al encuentro de Julieta Olalde, Juan Licandro y Omar Defeo. Porque, sinceramente, tras leer el trabajo queda claro que la causa de nuestras playas no admite la menor demora.

Omar Defeo, Julieta Olalde, Diego Lercari, Eleonora Celentano y Juan Licandro, del Laboratorio de Ciencias del Mar.

Omar Defeo, Julieta Olalde, Diego Lercari, Eleonora Celentano y Juan Licandro, del Laboratorio de Ciencias del Mar.

Foto: Gianni Schiaffarino

Más allá del trabajo en una revista internacional

Como ya dijimos, en la publicación comunican a la comunidad científica patrones generales que afectan las playas arenosas y la validez de aplicar este método de evaluación para determinar de forma objetiva la calidad y la salud de las playas. Pero para nosotros, en Uruguay, hay muchísimo conocimiento imprescindible para mejorar nuestras playas.

“Esa ha sido la primera motivación del laboratorio en las últimas décadas”, dice enfático Omar Defeo. “Si lo traducimos en una publicación científica es porque es la moneda de intercambio a nivel mundial en nuestra profesión. Así como Cavani y Suárez en el fútbol tienen que hacer goles, los goles en la ciencia son las publicaciones”, sostiene.

“Pero la motivación de fondo es saber y aportar un grano de arena para no sólo plasmar, sino también comunicar, cuál es la situación de las playas en nuestro país. Y eso se puede canalizar a través de una publicación internacional, pero también por medio de diferentes métodos de extensión y relacionamiento, como el que hacemos con la Red de la Costa, como lo hacemos con esta entrevista o como lo hacemos con mucha gente, incluso con cualquier político que se interese en el tema. Esta investigación la podemos traducir tranquilamente en un informe para la toma de decisiones. Lo que no se puede hacer es el camino inverso, inventar un informe sin tener un sólido respaldo de la ciencia. Entonces ahora sí nosotros podemos transmitir lo que vemos, habiendo desgranado, analizado la metodología y estudiado el estado, playa por playa, con un análisis a través de un trabajo de grupo”, redondea Omar.

Una evaluación que surge de buscar nuevos abordajes

En el artículo el equipo comunica que emplearon el Sistema de Evaluación de Escenarios Costeros (CSES por si sigla en inglés), una planilla con diversas variables naturales de las zonas costeras (como ancho de la playa, horizonte, vistas, color del agua) así como de variables antrópicas (como residuos, cañerías, desagües, estacionamientos), con el objetivo de evaluar “la salud y la calidad escénica de 100 playas arenosas a lo largo de la costa uruguaya, influenciada por el estuario del Río de la Plata”. Dado que nuestras playas son particulares, pues varios kilómetros de nuestra costa dan a un estuario y no al océano, agregaron a las variables del CSES cuatro más: la distancia a la naciente del Río de la Plata (ya que eso incide en la salinidad, color y otros aspectos del agua), la amplitud de la playa (si eran bolsones de menos de 200 metros, ensenadas de entre 200 metros y dos kilómetros, o playas abiertas de más de dos kilómetros ininterrumpidos de costa arenosa), su orientación y el nivel de urbanización (si estaban en una zona remota, en un pequeño pueblo, en una zona rural, en un complejo hotelero o bien en una zona urbana o industrial).

Para ello, entre marzo y mayo de 2024 visitaron las 100 playas elegidas (15 en Colonia, seis en San José, 14 en Montevideo, 11 en Canelones y 27 tanto en Maldonado como en Rocha) y realizaron la recogida de todos esos datos. Por otra parte, para evaluar la salud de cada playa, recurrieron a la dimensión del CSES que mide la integridad de la duna y optaron entre cinco categorías: duna ausente, dunas remanentes o fragmentadas que han sido erosionadas o parcialmente destruidas, dunas frontales (la duna primaria adyacente a la playa), crestas secundarias (“ubicadas detrás de la duna frontal, representan dunas frontales más antiguas que han sido colonizadas por plantas a medida que el sistema de dunas se extiende hacia el mar”) o la presencia de “múltiples crestas de dunas, lo que indica un sistema de dunas complejo y resiliente”.

¿Pero qué los llevó a hacer todo esto? ¿De dónde surgió esta idea de tomarle el pulso vital a las playas con esta metodología? “El laboratorio estaba buscando nuevas líneas de investigación. Y ahí fue que Omar llegó a Nelson Rangel, que es un líder mundial en esta metodología y trabajó con ella en Sudáfrica, Turquía, México y muchos otros países”, dice Julieta Olalde.

“Viendo todas las problemáticas que tenemos en Uruguay, era una metodología que estaba bueno aplicar acá. Esta investigación surge de eso, de la intención de ver el estado de las playas a partir de aplicar esa metodología acá, porque es una herramienta de evaluación costera que no está sólo orientada a las playas. Así que aquí trabajamos en ver cómo podíamos usarla para las playas y por eso le agregamos otras dimensiones”, sigue contando Julieta, que dice que esta investigación y otros análisis que está haciendo serán parte de su tesis de maestría.

“Esta es una metodología que nos llamó la atención, porque dentro del índice que construye refleja un montón de particularidades de cada playa”, dice, por su parte, Juan Licandro. “A su vez, cada variable tiene un peso distinto en la evaluación a la hora de construir el índice que determina la calidad escénica de la playa. Eso nos parecía muy interesante, porque muchas de esas variables sabemos que están siendo afectadas en la costa uruguaya por diferentes procesos, ya sea erosivos, por manejos, por la urbanización y demás, y nos seducía que esta metodología nos permitiera obtener un índice tangible del que se pudieran extraer tendencias significativas y no hablar sólo de percepciones”, agrega Juan, que entre otras cosas se dedicó a todo el procesamiento de los datos auxiliado de machine learning, algoritmos y demás.

Calidad escénica y salud

Para la gente que no está tan interesada en la conservación de los ecosistemas o para la que el estado del mundo alrededor no es demasiado relevante, hablar de la calidad escénica de las playas puede sonar como algo superfluo. La “calidad escénica” parece referir a cierta forma de una apreciación estética. Sin embargo, en el trabajo también hablan de la salud del ecosistema playero. ¿Fue por esto que además evaluaron la salud de cada playa a través de la integridad de las dunas? ¿Hablar de salud puede ser algo más movilizador que hablar de calidad escénica?

“Precisamente ese fue el enfoque”, contesta Omar. “Más allá de la calidad escénica, también queríamos abordar aspectos específicos de la playa. Y uno de los pulmones de la playa es la duna. Entonces, desarrollamos una aproximación alternativa para evaluar la integridad de la duna en esas playas, como complemento a la metodología desarrollada por estos colegas a nivel mundial. Luego abordamos, en forma cruzada, cómo era el comportamiento de los dos indicadores, y eso nos dio resultados muy importantes”, subraya.

Resultados que alarman... pero no sorprenden

Al analizar qué pasaba con la calidad escénica y la salud de 100 playas de Uruguay, abarcando todos los departamentos costeros, desde Colonia a Rocha, reportan que 77% están entre muy deterioradas (cayeron en la clase IV) y extremadamente deterioradas (clase V, ver detalle de las categorías en el recuadro). Por su parte, apenas 6% de nuestras playas quedaron en las clases I y II, es decir, entre las que están en mejores condiciones de salud y calidad escénica.

Cuando uno desmenuza los datos, hay departamentos que salen peor parados que otros. Si nos fijamos en las playas clase IV y V —las que están en peor estado—, en Colonia abarcan el 93% de las playas evaluadas, en Montevideo son el 100%, en Maldonado el 88% y en Canelones el 82%. Rocha y San José registran el menor porcentaje de estas playas, pero tampoco hay que celebrar demasiado: en el primero fueron 48% del total y en el segundo caso 50%. Les pregunto si esta gran cantidad de playas en malas condiciones y la escasa proporción de las que están en buen estado los sorprendió o era más o menos lo que esperaban.

Calidad escénica de las playas de Uruguay

Total de playas evaluadas: 100
Playas clase I: 2%
Playas clase II: 4%
Playas clase III: 17%
Playas clase IV: 38%
Playas clase V: 39%

Definiciones:
Playas clase I: “Presentan una calidad paisajística muy alta, con elementos naturales intactos (por ejemplo, dunas extensas) y un impacto humano mínimo”.
Playas clase II: “Paisajes naturales bien conservados que conservan un alto valor paisajístico, aunque pueden presentar estructuras antropogénicas mínimas”.
Playas clase III: Presentan “características naturales y un desarrollo urbano limitado, como pequeños asentamientos costeros o infraestructura que no abruma el paisaje visual”.
Playas clase IV: De “calidad escénica reducida”, presentan “alteraciones humanas notables, como infraestructura urbana, basura y un carácter natural disminuido”.
Playas clase V: “Fuertemente impactadas por actividades urbanas e industriales, con paisajes naturales comprometidos por una extensa infraestructura, ruido, basura y la ausencia de elementos naturales como dunas”.

“El resultado era esperable porque prácticamente toda la costa está urbanizada”, dice con cierta tristeza Julieta. “El resultado era súper esperable dadas las condiciones de nuestras playas, y más este año en que hemos visto un montón de problemas en la costa asociados a las construcciones sobre las dunas, a cómo se afecta la playa, como fue el caso de Punta Ballena, José Ignacio y de otros tantos emprendimientos en Colonia, Canelones, Maldonado y Rocha”, agrega.

Juan la secunda: “A esa urbanización poco planificada hay que sumarle una gestión inadecuada de las costas y otras presiones que además están actuando, como el cambio climático, el aumento del nivel del mar y cambios en la configuración atmosférica. Todos estos factores están sumándose para atacar a las playas desde más de un punto de vista”, dice, refiriéndose al “triple golpe” definido por Omar y su colega Michael Elliott en un trabajo que publicaron en conjunto en 2020. Allí definían a este triple whammy (en inglés) como el efecto combinado en las playas arenosas de la creciente urbanización e industrialización, del uso creciente de los recursos naturales y de las cada vez más notorias consecuencias del cambio climático.

¿Cómo están las playas de Colonia?

Calidad escénica
Total de playas evaluadas: 15
Playas clase I: 0% (0 playas)
Playas clase II: 0% (0 playas)
Playas clase III: 7% (1 playas)
Playas clase IV: 40% (6 playas)
Playas clase V: 53% (8 playas)

La playa de Colonia con mayor calidad escénica
No tiene playas clase I ni clase II y una sola es de clase III.
» Bajada Valdez

Las playas de Colonia con menor calidad escénica
Todas evaluadas como de clase V.
» Municipal
» Puerto Inglés
» Sheraton
» Los Verdes
» Dazzler
» Las Delicias
» Rowing
» Del Puerto

“Hay un aumento mundialmente reconocido de la presión sobre las playas como interfaz entre el mar y la tierra, porque tenés las presiones de los dos lados. Por un lado, tenés el ser humano que avanza, y hay una tendencia mundial de crecimiento demográfico hacia la costa, y por otro, que el mar quiere subirse a la tierra. En el medio de toda esa presión están las playas. Y eso es lo que estamos viendo un poco en Uruguay. Tenemos ese efecto de la urbanización y por el otro lado la fuerza de la naturaleza”, agrega Juan, enfatizando por qué no sorprenden estos resultados.

“No nos sorprendió en lo más mínimo. De hecho, esa fue una de las motivaciones para desarrollar este estudio. Hay una cantidad de otros indicadores desarrollados por otros científicos que muestran la misma tendencia a nivel local y también a nivel mundial”, agrega Omar. “Hay otros estudios que complementan lo que estamos diciendo. Por ejemplo, en la diaria hace unas semanas presentaron un trabajo liderado por Javier García, que muestra inequívocamente que hay coliformes en la arena de las playas de Maldonado donde hay desembocaduras de pluviales o cañadas. Eso es lo que vemos acá también con otra herramienta. Las playas con desagües y cañadas están en peor estado. Por eso los trabajos científicos debieran acumularse para hacer una presentación global de lo que está pasando”, sostiene.

“Cuando vemos a la ciencia como patrimonio nacional, vemos que varios grupos, trabajando con sus propias líneas de investigación, están advirtiendo a la sociedad, en general, y al gobierno en particular, que la situación de las playas es grave, que no nos sorprende y que estamos aplicando ciencia. Y por tanto, el análisis que debe tomar el gobierno entrante debe ser integral, debe ver las diferentes facetas de los diferentes investigadores en el IIBCE, en el CURE, en la Facultad de Ciencias, que están alertando acerca de situaciones cada vez de mayor gravedad. Por tanto, lo que vimos era esperable. Lo que afecta el estado de salud y la calidad de las playas es el enorme y creciente grado de urbanización poco planificada, en general motivada por intereses económicos de corto plazo, que degradan el pulmón de la playa, que es la duna”, redondea Omar.

¿Cómo están las playas de San José?

Calidad escénica
Total de playas evaluadas: 6
Playas clase I: 0% (0 playas)
Playas clase II: 0% (0 playas)
Playas clase III: 50% (3 playas)
Playas clase IV: 33% (2 playas)
Playas clase V: 17% (1 playas)

Las playas de San José con mayor calidad escénica
No tiene playas clase I ni clase II. Las mejores son playas clase III.
» Boca del Cufré
» La Guitarra
» Kiyú

La playa de San José con menor calidad escénica
Tiene una única playa clase V, aunque varias son de clase IV.
» Playa Pascual

Aun así... hubo sorpresas

“Una cosa que salta en esta evaluación, y que a mí me sorprendió para el otro lado, es que tenemos playas que están muy bien en cuanto a su valor escénico y su salud. Esas playas que están en tan buenas condiciones tenemos que conservarlas y cuidarlas, así como es necesario enfocar esfuerzos y políticas nacionales a la conservación y restauración de las playas que todavía podemos rescatar”, dispara entonces Juan.

Julieta coincide: “Sí, llama la atención haber tenido playas con tan buenas características, y también cuáles fueron. Porque uno esperaría tal vez que cuanto más te alejás de la urbanización, las playas fueran mejorando”. Y tiene razón. Las playas más agrestes, por ende, menos afectadas por la urbanización en Uruguay están en Rocha. Pero en Rocha no hay ninguna de las dos playas que obtuvieron la clase I. La primera de ellas está en Canelones y se trata de Santa Lucía del Este. Prácticamente con la publicación de este trabajo habría que salir corriendo a declararla área protegida departamental o algo así.

¿Cómo están las playas de Canelones?

Calidad escénica
Total de playas evaluadas: 10
Playas clase I: 10% (1 playa)
Playas clase II: 0% (0 playa)
Playas clase III: 10% (1 playa)
Playas clase IV: 80% (8 playas)
Playas clase V: 0% (0 playa)

La playa de Canelones con mayor calidad escénica
Canelones tiene una de las dos playas que obtuvieron la clase I de las 100 evaluadas en este trabajo. Además, no tiene playas categorizadas como clase V.

» Santa Lucía del Este

“Eso es el resultado de un trabajo extraordinario. En Santa Lucía del Este hubo una participación grande y una movilización social en la que hubo líderes. Hay que pensar también en los liderazgos. Por ejemplo allí, entre otros, Nicolás Chacón jugó un rol sustantivo”, afirma Omar.

“Incluir en la toma de decisiones a la sociedad civil es un aspecto cada vez más importante. En estos últimos 40 años de trabajo he visto que la sociedad tiene cada vez un rol más protagónico y se preocupa cada vez más por la salud de nuestros ecosistemas. Mucho más que muchos gobiernos nacionales. Se ve en lo relativo al proyecto Neptuno, se ve en Punta Ballena, una sociedad desesperada por mantener el patrimonio, que son los bienes comunes. En cambio, las políticas gubernamentales se aferran a intereses económicos de corto plazo. Y por eso Elinor Ostrom decía que muchas políticas gubernamentales han acelerado el deterioro de los recursos naturales”, dice Omar, citando a su premio nobel favorita. La otra playa que obtuvo las mejores calificaciones en esta evaluación fue Las Grutas, en Maldonado, dentro de... ¡Punta Ballena!

Siendo tanto Maldonado como Canelones dos de los departamentos con mayor avance reciente sobre la faja costera, el trabajo funciona como advertencia, pero también nos muestra que hay espacio para actuar y acciones a emprender en lo inmediato. Sin ir más lejos, esta investigación nos dice que ambos departamentos tienen una joya a preservar. “Como decía Omar, Santa Lucía es una playa que ha tenido su gestión. Es una playa en la que las dunas se regeneraron y hoy tiene un cordón dunar impresionante. También escénicamente es una playa que tiene muchas características. Tiene un arroyo, tiene una isla, tiene una punta rocosa. Entonces eso le sube bastante la puntuación en la evaluación escénica. Y en Las Grutas pasa lo mismo. Es una playa que tiene unos barrancos que llaman la atención”, señala Julieta.

“Después tenés playas de Rocha que son muy saludables, porque tienen las dunas regeneradas, pero en el índice de calidad escénica no llaman tanto la atención porque son playas súper amplias”, aclara Julieta. “Pero si nos fijamos estrictamente en la salud, vimos que las playas de la zona oceánica de Maldonado y Rocha son las más saludables por el estado de sus dunas”, sostiene. “Esto nos muestra que si bien hay sitios que están muy urbanizados, hay espacio para la conservación y es algo que se puede lograr. Podés tener una urbanización y hacer la gestión correcta para que las playas estén bien. Y por otro lado, en los sitios que hoy están cuidados o preservados tratemos de no repetir lo que está pasando en otros lugares”, redondea Julieta, llevándonos a hablar de otro aspecto del trabajo.

¿Cómo están las playas de Maldonado?

Calidad escénica
Total de playas evaluadas: 27
Playas clase I: 4% (1 playa)
Playas clase II: 4% (1 playa)
Playas clase III: 4% (1 playa)
Playas clase IV: 51% (14 playas)
Playas clase V: 37% (10 playas)

Las playas de Maldonado con mayor calidad escénica
Maldonado tiene una de las dos únicas playas que obtuvieron la clase I de las 100 evaluadas en este trabajo. También tiene una de las pocas playas clase II.
» Las Grutas (clase I)
» El Caracol (clase II)

Las playas de Maldonado con menor calidad escénica
Maldonado tiene diez playas en la clase V.
» Los Lamas
» Piriápolis
» Solanas
» El Chileno » Parada 18 Mansa
» Parada 3 Mansa
» Los Ingleses
» El Emir
» Posta del Cangrejo
» Santa Mónica

¿Por dónde empezamos?

En el trabajo entonces hablan de conservar las playas que están en buen estado, de mejorar las condiciones en aquellas que no están tan afectadas y de restaurar los ecosistemas en las que la salud de la playa está profundamente afectada. Y allí surge el principal factor a cuidar: “La urbanización disminuye la calidad escénica, lo que la posiciona como la principal amenaza para la salud de los ecosistemas en las playas uruguayas y en las playas del mundo”.

¿Qué hacemos? ¿Damos por perdidas las que están en la clase V? ¿Por dónde empezamos? En el trabajo hay en parte una respuesta. En la evaluación delinearon tres macrozonas: la parte interna del estuario del Río de la Plata, que va desde la naciente en Punta Gorda, Colonia, hasta la playa Penino, en San José; la parte externa del estuario del Río de la Plata, que va desde Penino hasta Punta del Este, en Maldonado; y la zona oceánica, que va desde Punta del Este hasta la playa más oriental de Rocha.

Por motivos históricos, culturales, y también naturales, las playas del estuario interno y externo han sido las más afectadas por la urbanización. Las de la zona oceánica aún no lo están tanto. Pero...

“El evidente y creciente deterioro de las macrozonas estuarinas, como se demuestra en este estudio, ha sido resultado de procesos de urbanización en los que se desdeñó el asesoramiento científico, lo que condujo a la degradación de las playas”, dicen en el trabajo. Y entonces advierten: “Una tendencia similar de urbanización está surgiendo ahora en la macrozona oceánica, lo que pone en mayor riesgo los ecosistemas de playas arenosas”. Es más, señalan que “el paisaje otrora prístino de la macrozona oceánica se está transformando en una costa urbana fragmentada alineada con los mercados turísticos y residenciales globales”. Y complementan su diagnóstico científico con una aguda observación sociopolítica: “Las políticas estatales de alto nivel se alinean cada vez más con las estrategias de los desarrolladores mediante excepciones e incentivos fiscales, otorgados principalmente por los gobiernos locales, lo que genera riesgos ambientales”.

El equipo relevando la playa en marzo de 2024. Foto: Laboratorio de Ciencias del Mar

El equipo relevando la playa en marzo de 2024. Foto: Laboratorio de Ciencias del Mar

El trabajo sostiene entonces que deberíamos tratar de evitar que pasara en la zona oceánica lo que ya pasó en las dos zonas del estuario. “En la zona oceánica es tiempo de parar el avance en seco”, lanza Omar. “Nosotros no somos de la idea de no dejar hacer, está bien apostar al desarrollo. Pero sí somos de la idea de que no hay que dejar hacer las cosas que se hacen mal, que es algo muy diferente a no dejar hacer”, sostiene entonces. “‘Relajo, pero con orden’, diría Trotsky Vengarán”, comenta Juan.

“Lo que decimos para esa macrozona oceánica es que, por favor, no sigan interviniendo más las dunas, que, por favor, no sigan edificando en la zona dunar, que, por favor, no sigan brindando más excepciones como vienen haciendo las intendencias oceánicas, en especial Maldonado, privilegiando la inversión privada de corto plazo y atentando contra el pulmón de la playa que es la duna”, deja claro Omar.

“Hemos visto una cantidad de excepciones por parte de las intendencias en las que se está poniendo en riesgo la integridad de la duna y, por tanto, la integridad de la playa. Por eso, una propuesta concreta es que esa zona oceánica tiene una prioridad de conservación. En las otras zonas más intervenidas de lo que estamos hablando es de estrategias de manejo diferenciales según el caso”, enfatiza Omar.

¿Cómo están las playas de Montevideo?

Calidad escénica
Total de playas evaluadas: 15
Playas clase I: 0% (0 playas)
Playas clase II: 0% (0 playas)
Playas clase III: 0% (0 playas)
Playas clase IV: 17% (2 playas)
Playas clase V: 87% (13 playas)

La playa de Montevideo con mayor calidad escénica
Salvo dos playas con clase IV, las restantes 13 playas montevideanas fueron todas de clase V.

» Punta Espinillo
» La Colorada

“Es importante no decir que hay playas a conservar y otras a dar por perdidas. No podemos decir que las playas de Montevideo se perdieron y que no se puede hacer nada”, sostiene Julieta. “La idea es aplicar diferentes enfoques en diferentes partes de la costa. Cada playa tiene sus características. El enfoque necesario para aplicar en Pocitos no es el mismo que se va a aplicar en la playa Municipal de Colonia o en Playa Pascual en San José. Hay que analizar qué está pasando en cada playa. En algunas habrá que cuidar las descargas de pluviales y demás, en otras, cuidar las dunas. No se trata de centrar el esfuerzo en una única zona, sino de tratar de cuidar toda la costa”, agrega.

“En algunos casos puede caber la posibilidad de utilización de cercas captoras para la restauración dunar, en otras puede caber mejorar los pasajes entre las dunas para no afectarlas, en otras puede caber una disminución de la infraestructura y la mitigación de paradores o endurecimientos que van a seguir agravando la situación, y en otras puede caber, como en Montevideo u otras zonas de alta densidad urbana, una mejora en la estructura de los planes de saneamiento, desagüe y pluviales”, detalla Omar. En soluciones ambientales hace tiempo que se sabe que no hay un talle universal que les quede bien a todas y todos.

“Por un lado, la inversión que tenés que hacer para cuidar la playa puede resultar en algunos casos grande, pero seguramente sea más grande el esfuerzo que habrá que hacer después para restaurar el impacto ocasionado por no haber cuidado la playa en su momento. Porque el mar va a comenzar a entrar. Eso ya lo estamos viendo en Montevideo. Hay tramos de la rambla que se han caído a pedazos”, agrega Juan.

“En algunos sitios, como dice Juan, hay lugar para lo que se recomienda a nivel mundial, el coastal retreat, la retirada de la costa. En otros casos no hay forma. Pero en Uruguay se da la incongruencia de tener un súper plan de adaptación al cambio climático, hablar de que estamos cuidándonos de los efectos del cambio climático y por otro lado dejar construir arriba de las dunas. Es cantinflesco”, lanza Omar. “¡Estás invirtiendo muchísimo dinero en planes de adaptación al cambio climático que no estás respetando a nivel local! Tenés un análisis de variables que están operando a nivel regional y después tenés una incongruencia total a nivel local en la generación de excepciones para construir arriba de la duna, el pilar de la salud costera”, redondea.

Toda ciencia (ambiental) es política

Les digo que para mí este es el paper más político de todos los que ha sacado el Laboratorio de Ciencias del Mar en años. Y creo que para quien sabe leer entre líneas, refleja cosas que han pasado en los últimos tiempos, desde demandas por asesorar a la sociedad civil hasta conflictos en la costa que son cada vez más frecuentes y que por suerte cada vez involucran a más organizaciones sociales.

“Sí, es un trabajo político, pero con sustento científico. Emitimos juicio de valor, pero tenemos ciencia para sustentarlo”, dice con total calma Omar. “El otro día el expresidente Sanguinetti dijo que él empezaría a construir el proyecto Neptuno esa misma tarde. Pero no tiene ningún argumento científico para sustentar esa afirmación. Nosotros sí tenemos sustento científico para nuestras afirmaciones”, contrapone.

“Hay una enorme cantidad de evidencia científica que demuestra inequívocamente la inconveniencia de realizar el proyecto Neptuno. Y aun así, este gobierno saliente se empeña en dejarlo firmado”, sigue Omar. “Esto mismo se está denunciando a nivel mundial en el caso de coastal grabbing, la apropiación de las costas. Porque, en definitiva, como decía esta mujer extraordinaria que fue Elinor Ostrom, con el tiempo se van a generar políticas de apropiación de los recursos naturales. Y en última instancia los recursos naturales son patrimonio de una sociedad”, retoma.

“Entonces, lo que hay para frenar eso es fortalecer la legislación existente y su aplicación, establecer precedentes legales contra esta apropiación costera, y ahí un estudio como el de Litigio Estratégico de la Udelar, con el doctor Juan Ceretta, es fundamental para establecer precedentes legales y desalentar futuras apropiaciones. Y en eso la participación comunitaria y la educación juegan un rol sustantivo. Por eso es que sí, te doy la razón, este trabajo tiene un componente político fuerte. Pero también consideramos que estamos trabajando del lado correcto, que es el lado de la sociedad, del lado de la necesidad de que se refuerce una equidad intergeneracional. De lo contrario, nuestros hijos y nietos no van a ver las playas que nuestros abuelos vieron”, redondea Omar.

¿Cómo están las playas de Rocha?

Calidad escénica
Total de playas evaluadas: 27
Playas clase I: 0% (0 playas)
Playas clase II: 11% (3 playas)
Playas clase III: 41% (11 playas)
Playas clase IV: 22% (6 playas)
Playas clase V: 26% (7 playas)

Las playas de Rocha con mayor calidad escénica
Rocha no obtuvo playas calificadas clase I, pero sí tres clasificadas con clase II.

» Oceanía del Polonio
» Cabo Polonio - Duna
» Achiras

Las playas de Rocha con menor calidad escénica
Tiene siete playas en la clase V.

» Aguas Dulces
» Punta del Diablo, Playa de los Pescadores
» La Coronilla
» La Balconada
» Bahía Grande
» La Aguada
» Costa Azul.

“Hay un montón de problemas, como el coastal grabbing, que están afectando las playas, y tienen todo este componente económico, social, y no necesariamente sólo ecológico. No vale la pena sólo estudiar qué pasa en las playas y que después los que estén interesados vean qué hacen con ese conocimiento. Hay toda una parte social que tiene que estar con la academia, pero también con los gobiernos, para detectar los problemas y en conjunto ver qué podemos hacer”, señala Julieta. “Capaz que por eso el trabajo tiene ese tono más político, de no abstraerse, sino de reconocer que hay una serie de temas políticos, sociales y económicos afectando la costa”, enfatiza.

“En un contexto de gobernanza participativa, y no meramente representativa, la sociedad debe jugar un rol protagónico cada vez mayor en todo esto. No sólo por el acuerdo de Escazú, sino por la necesidad de involucrarla en la toma de decisiones. Y al respecto, espero que en el futuro próximo el Ministerio de Ambiente deje de ser un mero agente de validación de inversiones de corto plazo para pasar a ser un verdadero salvaguarda de las necesidades y patrimonio de la sociedad”, lanza Omar. “Lamentablemente, durante este gobierno que termina lo hemos visto haciéndose cargo o avalando aspectos relacionados con excepciones municipales o con intervenciones de la zona costera, sin ningún fundamento científico, o peor aún, revirtiendo el fundamento científico que proporcionan sus propios funcionarios. Espero que en el futuro se pueda cambiar eso para bien del país y de nuestra sociedad”, clava en el ángulo.

Contra el mito de la ciencia en la torre de marfil

La idea va más o menos así: los académicos, y en especial aquellos que se dedican a hacer ciencia, están separados del resto de la sociedad y se dedican a investigar temas que los desafían intelectualmente, pero que poco tienen que ver con las necesidades y sentires del mundo y la gente que los rodea. En esta “Torre de Marfil” en la que habitan la comunidad académica desarrolla una endogamia elitista y desconectada de todo compromiso político, social y demás.

La Torre de Marfil, construida con base en lugares comunes, excesos del pasado e importada de otras latitudes, se desmorona como si estuviera hecha de gelatina en un día cálido en lugar de con colmillos de elefante cada vez que nos topamos con los investigadores e investigadoras que protagonizan las páginas de esta sección. ¿Quién podría acusar de vivir en una Torre de Marfil a quienes no sólo recaban evidencia sobre el estado de nuestras playas, sino que se comprometen con la sociedad civil —y con las autoridades políticas que así lo requieran— a poner toda esa información generada al servicio de una mejor gestión? ¿Cómo alguien en una Torre de Marfil puede recibir una denuncia de una intendencia por el simple hecho de asesorar a un grupo de vecinos de Maldonado y compartir ante la Justicia su parecer profesional?

A diferencia de Omar, que es grado 5, máximo alcanzable en la Universidad de la República, miembro de la Academia Nacional de Ciencias del Uruguay, nivel 3 del Sistema Nacional de Investigadores (también máximo alcanzable), Juan y Julieta están aún en camino en su formación para liderar investigaciones. ¿Cómo incide en su formación como científicos trabajar en esta área donde es tan patente que la información que generan tiene el cometido de intentar cambiar esa realidad que estudian?

“Muchas veces parece que el científico está enfocado en sus propios problemas y en su investigación y no piensa mucho en el resto. Pero en realidad yo esto lo vivo mucho desde la empatía. Disfruto de las playas que disfruta cualquier otra persona”, señala Juan. Y entonces apela a su memoria para dejar claro el punto. “Recuerdo que tuve un momento en mi carrera en el que quise dejar de estudiar. Y me di cuenta de que no podía dejar cuando leí un artículo científico sobre el cambio climático. Todo lo que leía me generaba rabia. Ahí me dije que yo tenía que trabajar en esto”, confiesa Juan.

“Creo que la motivación de todos nosotros acá, que hacemos ecología, es que la ecología tiene que ser inherentemente política en muchos aspectos. Porque el rol del científico, más allá de generar conocimiento, es que ese conocimiento sea aplicado con los fines que beneficien más a la sociedad en su conjunto”, dice entonces, regalándonos una frase para enmarcar.

“Creo que hay una idea del científico loco en una torre completamente aislado, pero en nuestro caso trabajamos con playas, y la playa está conectada con la sociedad”, sostiene, por su parte, Julieta. “¿De qué sirve que nosotros digamos que tenemos todos estos problemas en la costa y lo lea un colega en otro país y en Uruguay no lo lea nadie?”, lanza entonces.

“Creo que por nuestra ciencia es súper importante esta relación y este intercambio con la sociedad. Porque además de que a la gente le gusta ir a la playa, hay quienes viven en la costa, y entonces muchas veces son ellos los que saben lo que está pasando, son ellos los que vienen a la academia y nos preguntan qué se puede hacer ante determinada problemática. Nuestra línea de investigación está súper conectada con la sociedad, no podemos aislarnos y decir, bueno, nos dio esto, vean qué hacen”, reflexiona Julieta.

“Hay muchas áreas de la ciencia, más que nada todo lo que es ambiental, que se está tratando cada vez más de conectar con la sociedad. Porque nosotros podemos decir lo que sea y capaz que nos escuchan los intendentes, pero necesitamos que la sociedad también sepa lo que está pasando. Y a veces pasan cosas, como lo de Punta Ballena, donde son ellos los que deciden que hay que hacer algo”, redondea Julieta.

Artículo: Assessing the health and scenic quality of sandy beaches: A large-scale evaluation using expert judgement
Publicación: Ocean and Coastal Management (noviembre de 2024)
Autores: Omar Defeo, Juan Licandro, Julieta Olalde, Sofía Bausero, Eleonora Celentano, Anita de Álava, Gabriela Jorge, Diego Lercari y Nelson Rangel.