En enero de 2023 nuestros colegas de la sección Ambiente dieron una noticia de esas que tienen ribetes insólitos. La Intendencia de Maldonado había plantado en las dunas del balneario San Francisco la especie exótica e invasora garra de león, cuyo nombre científico es Carpobrotus edulis. No todas las especies que vienen de otra parte son dañinas. Pero las que se tipifican como invasoras -en nuestro país funciona un Comité de Especies Exóticas Invasoras- sí lo son. Su capacidad de invadir nuevos ambientes las convierten en una amenaza para la biodiversidad y el funcionamiento de los ecosistemas. Volvamos a la noticia con ribetes insólitos.

La comuna había decidido colocar garras de león para tratar de fijar la duna e impedir que la arena invadiera la rambla, aun cuando ya habían sido notificados en 2019 por la División de Impacto Ambiental y Licencias Ambientales del entonces Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente que debían suplantarlas “por otras especies psamófilas nativas”. El asunto fue que ante la insistencia de la Intendencia de Maldonado de volver a plantar una planta que el respectivo ministerio había desaconsejado y que la literatura científica mundial ya ha demostrado que tiene un “comportamiento altamente invasivo”, y que los densos mantos que forma “perturban significativamente varios componentes de los ecosistemas de dunas”, impidiendo “la regeneración de especies nativas” y provocando “alteraciones en el pH del suelo y sus niveles de materia orgánica”, un grupo de vecinos decidió proteger el ecosistema costero por mano propia.

Amparadas por la evidencia, estas personas arrancaron las garras de león que la intendencia fernandina había colocado en un tramo de las dunas de la rambla de San Francisco. La intendencia respondió denunciando ante prefectura lo que calificaron como un hecho con “características vandálicas”. El gobierno departamental, que realizó una acción a sabiendas de que era perjudicial para el ecosistema costero, demandaba a quienes lo protegían. Plop.

No fue todo. La directora de Medio Ambiente de la comuna de Maldonado, Bethy Molina, declaró a este medio en aquel enero de 2023 que no conocían alternativas nativas a la garra de león y que “sería bueno que se genere información a nivel nacional que nos permita mejorar la gestión costera, pero, claramente, la información no la pueden generar los actores que gestionan, sino el sistema universitario”. El asunto es que el “sistema universitario” sí ha generado esa información. Y es pública. De hecho, profesionales universitarios integran el Comité de Especies Exóticas Invasoras en cuyos informes se basó el entonces Mvotma para exigirle a la Intendencia de Maldonado, en 2019, que no plantara garra de león en las dunas.

Ahora el asunto suma una vuelta irónica más. Mientras Molina se quejaba de la falta de información e investigación, es decir, en pleno enero de 2023, un grupo de investigadoras e investigadores de distintas instituciones estaban llevando a cabo una campaña de recolección de datos sobre la presencia de la garra de león en el país. Recurriendo a la plataforma de registro de flora, fauna y funga iNaturalist, cuyo nodo local se denomina NaturalistaUY, estos investigadores realizaron el primer relevamiento para saber qué tan extendida estaba esta planta invasora originaria de Sudáfrica. ¿Adivinen, en otra nueva ironía trágica, cuál es el departamento con mayor cantidad de registros de garra de león?

Los resultados de la investigación se dieron a conocer recientemente con la publicación del artículo titulado algo así como Estado de la invasión de Carpobrotus edulis en Uruguay con base en registros de ciencia ciudadana en la revista especializada en especies exóticas invasoras Biological Invasions.

El trabajo lleva la firma de Florencia Grattarola, de la Facultad de Ciencias Ambientales de la Universidad de Ciencias de la Vida de República Checa, Lucía Rodríguez y Matías Zarucki, del Centro Universitario Regional Este de la Universidad de la República, y Gabriel Laufer, del Museo Nacional de Historia Natural y de la ONG Vida Silvestre. Florencia y Lucía, además, forman parte de la Asociación Civil Julana, mientras que Matías es docente del Polo Educativo Tecnológico Arrayanes de la UTU.

Se trata de una publicación maravillosa por varios motivos. Por un lado, es la primera vez que se aborda el estado de la invasión de la garra de león en nuestro país y se publican los resultados. Para seguir, esta investigación contó con registros de la especie realizados por casi 80 observadores, muchos de ellos entusiastas y aficionados a la naturaleza, en un fabuloso ejemplo de ciencia ciudadana. Para terminar, nos pinta un panorama en el que, si no tomamos medidas pronto, tal vez sea demasiado tarde. Así que, videoconferencia mediante, nos encontramos con Florencia Grattarola, quien habla desde República Checa, y Lucía Rodríguez, quien hace lo propio desde Maldonado, desde donde también participa esporádicamente Matías Zarucki.

Contagiando curiosidad

“La idea original fue a través de un grupo que se armó en Telegram de usuarios y gente interesada en participar en la plataforma de NaturalistaUY”, cuenta Florencia sobre el origen del trabajo que realizaron. “Dentro de ese grupo, Gabriel Laufer agitó que empezáramos a registrar exóticas en el verano del año pasado, en particular Carpobrotus, y a raíz de ese impulso, armamos un grupo de personas interesadas en escribir algo sobre el tema”, agrega.

“Entonces, en enero de 2023, se usaron las redes de la plataforma para convocar a la gente a registrar la planta. Cuando Gabriel dio el puntapié para esto, había poco más de 100 observaciones de la planta. Al momento de escribir el artículo, ya estaban en el doble, y luego siguió aumentando y anda en cerca de los 300 registros”, señala Florencia. “Sabemos que NaturalistaUY era una buena plataforma para generar información. Y este era un muy buen ejemplo para mostrar el potencial que puede tener, más allá de la parte ciudadana, también para la investigación”, rescata a su vez Lucía.

También hay un componente extra: tanto Lucía como Matías Zarucki viven en Maldonado, donde la intendencia recurre a la garra de león para fijar las dunas pese a todo lo que la ciencia dice en contra de tal medida. “Esto también tuvo que ver”, reconoce Lucía. “Era un caso que rompía los ojos, porque, por un lado, es una especie que se sabe que es dañina para los ecosistemas dunares, y por otro, se estaba plantando intencionadamente”, agrega.

“Si bien la motivación principal fue la de usar la plataforma para hacer investigación con sus datos, creo que un poco a nosotros en particular, que vivimos en Maldonado, nos inquieta el avance de la urbanización y todo lo que está asociado a eso, como por ejemplo, la pérdida de parches de vegetación nativa y el avance de plantaciones de exóticas como el Carpobrotus”, sostiene Lucía. “Matías creció acá, entonces como que palpita todo este cambio de uso de suelo y el cambio del paisaje a una escala temporal más amplia que la mía, que vivo en Maldonado hace menos de diez años. De cierta manera, nosotros veíamos y vivíamos el problema bien de cerca”, dice Lucía entonces.

Hay algo interesante: NaturalistaUY es una plataforma que permite e incentiva la ciencia ciudadana, pero aquí se trata de una ciencia ciudadana guiada a partir de proyectos de investigadores e investigadoras que salieron a pedirle a la comunidad que registrara esta planta invasora. Hay entonces cierto ida y vuelta. Al plantear el problema pueden hacer que la herramienta de participación tenga otras utilidades, como por ejemplo, mañana rastrear el avance del picudo rojo incitando a relevar palmeras y teniendo un despliegue de observadores en el territorio con un alcance que jamás podría soñarse con los escasos recursos que se cuenta para las salidas de campo en la ciencia de nuestro país.

“Sí, nosotros destacamos la posibilidad de trabajar en colaboración con las personas interesadas, los usuarios, la comunidad en general de Naturalista, pero también, por ejemplo, con los guardaparques. Hay un montón de registros que tienen que ver con eso, con guardaparques y gente que se forma en Arrayanes y que usa la plataforma” sostiene Lucía. En la UTU Arrayanes se imparte el curso de formación de Guardaparques y también el de técnico en Conservación y Gestión de Áreas Naturales.

“La herramienta no sólo permite llegar al territorio de otra manera, sino también contagiar a la gente de esa curiosidad, de ese deseo de conocer más y de acceder y generar información sobre lo que están viendo. Te da un ida y vuelta que muchas veces se nos hace muy difícil a quienes estamos haciendo ciencia”, apunta Florencia.

En este caso, contagiar curiosidad era necesario: en el trabajo dan cuenta de que los registros de la garra de león para el país eran escasos. Su presencia en las colecciones científicas –herbarios– o en la literatura científica no abundaban. De hecho, en el artículo señalan que “en Uruguay, la fecha y el lugar de introducción de Carpobrotus edulis siguen siendo desconocidos”. Según una comunicación personal del gran botánico Eduardo Marchesi a los autores, “relatos históricos sugieren su presencia en Punta del Este hace unos 75 años”, mientras que “estudios parciales de la vegetación costera han mencionado su aparición desde la década del 2000”.

Aún más: en el trabajo señalan que “a pesar de los riesgos reconocidos, la mayoría de las especies invasoras en Uruguay, incluida Carpobrotus edulis, carece de evaluaciones exhaustivas de su extensión”. Y entonces señalan que “dado el estado vulnerable del sistema dunar costero de Uruguay, amenazado por la urbanización, el cambio climático y la forestación con especies no nativas, comprender el estado de la invasión es crucial para una gestión efectiva”, se pusieron manos a la obra.

“Este fue el primer experimento, si se quiere, en esto de pedir ayuda a la gente en esta plataforma para registrar algo específicamente con un objetivo de investigación, en este caso, para relevar cuál era el estado de la garra de león en Uruguay”, señala Florencia. Por suerte, su arenga fue exitosa: “El posteo salió en enero y en mayo Florencia hizo el corte para bajar los datos. En unos cuatro meses se duplicó la cantidad de registros de Carpobrotus”, dice con satisfacción Lucía.

¿Qué tan invadidos estamos?

“Este estudio tiene como objetivo informar el alcance de la invasión de Carpobrotus edulis en Uruguay, incluyendo, además de su distribución geográfica, los patrones de densidad y su fenología reproductiva, utilizando datos recopilados a través de esfuerzos de ciencia ciudadana”, reportan en la publicación, agregando que recurrieron para ello a “15 años de registros de la plataforma”.

Un documento del Comité de Especies Exóticas Invasoras, de 2011, que incluye fichas de dos páginas en las que se listan esas especies presentes en nuestro país, contenía un mapa en el que apenas había un puntito de presencia en Montevideo, un puntito en Canelones, un puntito en Maldonado y cuatro puntitos en Rocha. ¿Desde entonces hasta acá nadie había tratado de ver cómo había avanzado la invasión de esta planta?

“Mirando las cosas que hay publicadas y en la vuelta, no conocemos un trabajo que trate sobre la distribución y el estado de invasión de esta planta para Uruguay”, sostiene Lucía.

En su trabajo entonces estudiaron 204 registros realizados por 78 usuarios de NaturalistaUY entre marzo de 2008 y mayo de 2025. Contaban con un plus: por trabajos previos con registros de especies en Uruguay, tanto académicos como en este tipo de plataformas abiertas, ya sabían que las zonas costeras están más relevadas que otras zonas del país. Siendo la garra de león una planta que atenta contra el sistema dunar, sabían que contarían con “información valiosa para estudiar la dinámica de invasión” de esta especie.

Al ver la distribución de la garra de león, el trabajo reporta 12 registros para el departamento de Montevideo, 46 para Canelones, 48 para Rocha y 98 para Maldonado. Parece coherente que el departamento que tiene por política recurrir a esta planta para fijar las dunas tenga casi la mitad de los registros.

De todas formas, puede haber otras razones para esta supremacía de registros en Maldonado. De hecho, en eso trabajó mucho Florencia, ya que, dada su población y el desarrollo de sus balnearios, es factible que allí también haya más registros, por lo menos en los meses estivales, que en otras zonas costeras, como por ejemplo, las de Rocha. De todas maneras, Montevideo, donde también hay mucha población, no tiene tantos registros, aunque, como señalan en el trabajo, el sistema dunar ya está más degradado.

“Sí, en la plataforma NaturalistaUY el departamento con mayor cantidad de registros es Maldonado y le sigue Montevideo”, dice Florencia, no refiriéndose sólo a los de esta especie, sino a registros en general. “Capaz que esto también se cruza con las políticas de cada departamento”, dice, por su parte, Lucía. “Yo en parte perdí la referencia de Montevideo en muchas cosas, pero tal vez allí hay políticas de regeneración, o de restauración de dunas, como le dicen acá, que usan otras plantas”, agrega. Así es: como decía Daniel Panario, del Instituto de Ecología y Ciencias Ambientales de la Facultad de Ciencias, en la nota de los actos con “características vandálicas”, en Montevideo se recurrió a vegetación nativa, como por ejemplo, a pasto dibujante. “En Maldonado es distinto. Acá he visto el cartel de restauración de dunas y al lado garra de león. Hay un registro tragicómico que hizo Florencia que capta eso”, señala Lucía.

“Quizás en todos los departamentos haya problemas con esta planta, y no todos estén haciendo mucho para que no se expanda. Pero en Maldonado la intendencia está intensificando el problema al colocar esta planta en las dunas. Es como que en Maldonado, en lugar de luchar contra la exótica invasora, están ayudando a que se expanda”, sostiene Florencia.

Garra de león en Ocean Park, Maldonado

Garra de león en Ocean Park, Maldonado

Foto: Adela Ferreira. (NaturalistaUy)

Matías Zarucki, que no participaba oficialmente en la entrevista, interviene entonces, entre otras cosas, porque a él le apasiona la botánica. “La función que se le da al Carpobrotus la pueden hacer especies nativas. El problema es que mientras la estepa psamófila tiene varias especies, entre ellas el pasto dibujante, el Senecio crassiflorus y la redondita de agua, que pueden cumplir con esa función, aquí se coloca una única especie, que no deja crecer a las otras, y que además, como tiene raíces cortas, de no más de 20 centímetros, no te protege a la duna en caso de un evento de intensidad”, afirma. “Para los propios objetivos que tiene la intendencia, más allá de que los compartamos o no, las especies nativas, no plantadas como individuos sino como una comunidad, pueden hacer el trabajo mejor que el Carpobrotus”, redondea Matías.

Canelones sigue en número de registros a Maldonado. Así que habría que prestar atención allí también. “Es otro de los lugares muy bien muestreados, entonces los niveles son altos”, afirma Lucía.

“Lo que evidencia esto es que las zonas donde hay buen nivel de muestreo tienen niveles altos de Carpobrotus, o tienen registros, salvo algunas partes de Montevideo. Lo que está pasando en las zonas donde no hay muchos registros de Carpobrotus que están entre las zonas donde sí hay registros, en realidad es que hay pocos registros de todo en general, es decir, tampoco hay muchos registros de otras especies. Los datos que te muestra la plataforma están sesgados en ese sentido”, apunta Florencia, que de todas formas destaca que “ningún departamento donde está la planta se puede descuidar mucho”.

Invadiendo áreas protegidas

En el trabajo también reportan que la garra de león ya está en dos áreas protegidas: “Diecinueve registros (9,3% del total) fueron reportados dentro de las áreas protegidas Laguna Garzón y Cabo Polonio”. Esto debería hacer sonar algunas alarmas, porque si la invasión se da en paisajes protegidos por el Estado, cuánto mayor será el problema en paisajes que no tienen protección. Más aun: uno de los atractivos del Polonio son sus inmensas dunas móviles. Esta planta, justamente, entre todas las macanas que ocasiona, está la de quitar movilidad a las dunas.

“Es un hecho bastante preocupante”, reconoce Florencia. “Si bien existe una estrategia nacional de conservación, en realidad cada área protegida tiene su plan de manejo. No sé qué tanto se actualizan esos planes, qué tanto hay de acciones concretas contra, por ejemplo, esta planta”, apunta. “Por ejemplo, sabemos que los guardaparques de Laguna Garzón se interesan por este tipo de cosas y nos han ayudado con los registros, pero no es una política generalizada, depende mucho de las personas que están trabajando en las áreas, de las condiciones laborales que tienen y del contexto de cada una”. sostiene Lucía. Florencia entonces va más allá: “El sistema de áreas protegidas tiene una precariedad que hace difícil llevar adelante una estrategia nacional contra las exóticas invasoras”.

El año pasado vi un documental de la serie Green Planet en el que, alarmados por la presencia de la Miconia, una planta mejicana que es exótica invasora en Hawaii, las autoridades locales recurrían a tirarles herbicida, con rifles de aire comprimido, desde helicópteros. Los francotiradores ambientales procuraban dar certeramente en la planta que pretendían erradicar y no en las nativas que las rodeaban en unas impresionantes paredes vegetales. Aquí la cosa parece ser distinta, y a lo sumo uno se imagina a un guardaparque responsable luchando a mano limpia contra la garra de león.

Uno de los guardaparques de Laguna Garzón nos señala que cada área protegida “define su plan de manejo dependiendo de las especies exóticas invasoras que tenga”. También confiesa que lo ideal sería que hubiera una coordinación entre el SNAP y el Comité de Especies Exóticas Invasoras que definiera que en áreas protegidas no se pueda introducir ninguna de esas especies. No estamos entonces sólo lejos de tener helicópteros eliminando plantas que amenazan a los ecosistemas naturales.

Pero no todo es negativo: el trabajo también reporta que no encontraron registros de garra de león en los “Humedales del Santa Lucía, Isla de Flores, Laguna de Rocha o Cerro Verde, las otras áreas costeras protegidas de Uruguay”. De todos depende que esto siga siendo así.

Una planta que aprovecha las oportunidades

“La especie se ha reportado en todas las estaciones, pero principalmente en verano (52,9% del total de registros) cuando más personas circulan por las costas y dunas”, dice el trabajo, que luego nos informa sobre un aspecto preocupante de la fenología o el ciclo vital de la garra de león. “La especie exhibió dos picos de floración en primavera y otoño”, señala el artículo publicado, y destaca que “este pico secundario de floración durante el otoño sugiere un posible período reproductivo extendido para Carpobrotus edulis, lo que puede contribuir a su establecimiento y propagación exitosos”. Chanfle.

Florencia cuenta que en registros más recientes, luego del cierre de datos en mayo de 2023, la cosa parece complicarse aún más. “Hemos visto que florece prácticamente cuando quiere. Tenemos registros de enero de este año donde aparece con floración”, nos cuenta. “Es una planta muy versátil”, dice Florencia. “Aquí presenta un período de floración más extendido que en Sudáfrica, que es su lugar de origen”, completa Lucía.

Por todo eso en el trabajo sostienen que “la presencia generalizada de esta especie tanto en áreas naturales como urbanizadas resalta la urgente necesidad de estrategias de gestión efectivas para mitigar su impacto en la biodiversidad nativa”.

Erradicarla, controlarla, pasar a la acción

Según varios expertos, el momento ideal para actuar contra las especies exóticas invasoras es cuando están en las etapas tempranas de expansión. Les pregunto entonces si, a partir de esta investigación, que reporta que “Carpobrotus se ha extendido ampliamente, cubriendo un área costera de 10 km de ancho y ocupando aproximadamente 220 km a lo largo de la costa atlántica y del estuario exterior del Río de la Plata”, estamos a tiempo de detener a la garra de león.

Florencia está en República Checa, en la Facultad de Ciencias Ambientales. Y desde allá dice que tiene un conocido italiano que ha trabajado en esta especie en el Mediterráneo. “Según él es una planta muy difícil de erradicar. En Italia no han podido”, señala con cierto pesar. “Ahora, más allá del pesimismo, creo que en un país como el nuestro y con el estado de invasión en el que está hoy, tal vez no debamos plantearnos la utopía de erradicarla, pero sí la meta más alcanzable de controlarla. Si esto es parte de una estrategia nacional que acompañe la gente y los gobiernos locales, puede llegar a controlarse y reducir su presencia”, afirma convencida. “No podemos bajar los brazos y deberíamos intervenir antes de que el problema sea todavía peor. Desde el Estado debería haber políticas que eviten que se siga cultivando y comercializando”, secunda Lucía.

“Yo creo que no es que de ahora en más vivimos como con un resfrío medio constante, sino que esto es algo que puede empeorar, puede tomar más dunas y puede reducir más los ecosistemas nativos que tenemos. Es muy difícil de erradicar, en otras partes no lo han logrado y capaz tampoco logremos erradicarla nosotros. Pero al menos necesitamos que pare en su expansión”, dice Florencia. “Y para eso se necesita una estrategia organizada y políticas concretas. Por ejemplo, en muchos países de Europa está prohibida la introducción, el cultivo y la liberación de la planta”, complementa Lucía.

Por eso volvemos al inicio: es un sinsentido que haya viveros municipales donde esta planta exótica invasora se cuide. ¿No habría que prohibir el cultivo y venta de esta planta en viveros? Para que después las personas -y los gobiernos locales- no se tienten y la planten en sus casitas de la costa o en las dunas que gestionan, ¿no hay que terminar con cualquier posible fuente de propagación?

“Está todo bien con salir a pedirle a la gente que no plante garra de león y demás, pero es como muy llamativo que desde el Estado, o desde las autoridades locales, en este caso, se esté usando una planta que está catalogada a nivel nacional e internacional como invasora y que se ha constatado que es problemática”, contesta Lucía, que agrega que la Intendencia de Maldonado tiene un vivero “dunícola”, cerca del Jagüel, donde planta, entre otras cosas, las exóticas invasoras garra de león y también la Acacia longifolia.

En el trabajo señalan que “los gobiernos locales suelen incluir Carpobrotus edulis en sus planes de plantación ornamental e incluso pueden proporcionar riego artificial para asegurar su crecimiento”, y afirma que “estas prácticas son contraproducentes para la estrategia nacional de biodiversidad de Uruguay, y abogamos firmemente por su urgente reevaluación”. Incluso señalan que “el gobierno uruguayo debería revisar críticamente todas las actividades realizadas por las instituciones nacionales que promueven, directa o indirectamente, la introducción y expansión de especies exóticas invasoras”, y en particular, que “para proteger los ecosistemas costeros del país, es crucial que las autoridades locales revalúen las prácticas actuales relacionadas con la plantación ornamental de especies no nativas”.

Les pregunto entonces si la ciencia ciudadana, con base en toda esta evidencia, no es también arrancar la planta en cualquier lugar natural donde uno la vea. “Lo ideal sería que los gobiernos se pongan las pilas. Pero si la gente puede empezar a presionar, sería ideal. Y entonces, si esa es la forma de presionar...”, deja abierta la posibilidad Florencia. “La presión de esta especie exótica invasora, que en Maldonado parece formar parte de una política departamental, está asociada a la urbanización, y esa es una presión que se está viviendo a lo largo de toda la costa en Uruguay”, dice a su vez Lucía. “Tal vez el caso más notorio hoy en día sea Punta Ballena, pero hay muchos más, algunos menos notorios, que tienen sin embargo una gran comunidad de personas que habitan el lugar que se están organizando ante esta presión que afecta las costas. Se está viendo en Marina Beach, en San Francisco y en Punta Colorada, en La Juanita, en José Ignacio y en Costa Azul, en Rocha”, sostiene Lucía. “Me parece que es importante dar lugar a la acción social. Me parece bueno aprovechar que hay personas organizadas en distintas partes de la costa, que de alguna forma la Red Unión de la Costa nuclea, y que hay tremendo potencial para trabajar así, en vínculo con la sociedad organizada”, agrega.

“Creo que la ciencia ciudadana es activa. Colaborás para investigar un tema, hay una retroalimentación y obtenés información a partir de tus aportes. Después esa información le permite a cada participante, como persona, como ciudadano, o como colectivo que habita una zona, a tomar decisiones. Si esas decisiones son colectivas, mucho mejor. Y si esa información y esa organización puede ayudar a presionar ante la falta de medidas de los gobiernos locales y nacionales, creo que cierra cierto círculo de la ciencia ciudadana”, concuerda Florencia.

La garra de león está en nuestros ya presionados ecosistemas costeros. El trabajo publicado ya no nos deja mirar para el costado.

Artículo: “Status of the invasion of Carpobrotus edulis in Uruguay based on citizen science records”
Publicación: Biological Invasions (enero 2024)
Autores: Florencia Grattarola, Lucía Rodríguez, Matías Zarucki y Gabriel Laufer.