Tan lejos estábamos en Uruguay de llegar alguna vez a estar en nuestro satélite natural que El Cuarteto de Nos proponía en su canción “Morcillo López”, de 1996, que “la hazaña como ninguna de ser el primer uruguayo en la Luna” del personaje que daba nombre al tema se debería no en base a talento o esfuerzos tecnológicos o científicos, sino al hecho de que López era secuestrado por agentes rusos que lo habían confundido con un astronauta desertor. Casi 30 años después las cosas han cambiado, y si ese futuro o futura López participa en la aventura de la exploración de la Luna se deberá al producto del esfuerzo académico y la cooperación internacional.
El 16 de julio la Universidad de la República (Udelar) y el Laboratorio de Exploración del Espacio Profundo de la Agencia Nacional Espacial de China, conocida en occidente como CNSA, firmaron un memorando de entendimiento histórico. El convenio de cooperación entre ambas instituciones permitirá que docentes y estudiantes de la Udelar puedan participar en el desarrollo, implementación y operativa del ambicioso proyecto liderado por el gigante asiático, que prevé instalar para 2049 la Estación Internacional de Investigación Lunar (IRLS) en la superficie de la Luna (con una estación en órbita que se completará antes, en 2035).
Las puertas que se abren son, entonces, inmensas. No porque nuestra ciencia no haya hecho aportes relevantes al conocimiento del espacio y el universo. Podríamos citar algunos ejemplos, como los trabajos del astrónomo Julio Fernández, que permitieron conocer que el origen de los cometas de la Nube de Oort provienen de la región comprendida entre Urano y Neptuno, el trabajo del físico teórico Rodolfo Gambini, quien es uno de los padres de la teoría de lazos, una de las pocas que tenemos para la gravedad cuántica, o la participación de Gonzalo Tancredi en la misión DART de la NASA, que logró por primera vez desviar la trayectoria de un cuerpo celeste. Sin embargo, participar en un proyecto como el de la base de investigación lunar abre múltiples posibilidades que hasta ahora nos parecían lejanas.
Acuerdo de cooperación para investigación lunar
Al momento de firmar el “Memorando de entendimiento entre la Universidad de la República del Uruguay y el Laboratorio de Exploración del Espacio Profundo en cooperación respecto a la Estación Internacional de Investigación Lunar”, se encontraban el rector de la Udelar, Rodrigo Arim, flanqueado por la decana de la Facultad de Ciencias, Mónica Marín, y el de Ingeniería, Pablo Ezzatti, así como docentes de ambas facultades. Por su parte, una amplia delegación de investigadores de China estuvo liderada por Wu Yanhua, representante de la agencia espacial de su país y, como señaló, “responsable general del proyecto de Estación Internacional de Investigación Lunar”.
El documento que firmaron sostiene que, “considerando que la exploración lunar es una gran empresa en beneficio de toda la humanidad y desempeña un papel importante para ayudar a alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas”, y teniendo en cuenta que “China ha alcanzado grandes logros en la exploración lunar y está impulsando constantemente y continuamente nuevos planes y nuevos programas, y el esfuerzo de Uruguay en esta área”, la Estación Internacional de Investigación Lunar “brindará a ambas partes una plataforma de cooperación internacional abierta, flexible y mutuamente beneficiosa para su participación en la investigación y el desarrollo de la ciencia y la tecnología lunares”.
El propósito del memorando de entendimiento firmado es “proporcionar una base para una cooperación mutuamente beneficiosa entre ambas partes en el desarrollo de la Estación Internacional de Investigación Lunar”.
Sobre esta base de investigación, el documento señala, en presente, que “es una instalación integral de experimentación científica propuesta por China y construida conjuntamente por muchos países, que opera de forma autónoma en la superficie y órbita lunar durante un largo período de tiempo, con participación humana a corto plazo, y es escalable y mantenible”, que llevará a cabo “actividades científicas y tecnológicas multidisciplinarias, multiobjetivo y a gran escala, como exploración e investigación científica, explotación y utilización de recursos y verificación de tecnologías de frontera”.
¿Qué dice el papel firmado sobre la colaboración? Muchísimo: “Ambas partes cooperarán ampliamente” en la “implementación de ingeniería, la operación y la aplicación de la Estación Internacional de Investigación Lunar”. Como ejemplo señalan que “las áreas específicas de cooperación” pueden incluir el diseño y desarollo conjunto de objetivos científicos, “el embarque de instrumentos científicos”, “el intercambio y análisis de datos”, así como “la capacitación y el desarrollo de capacidades de exploración espacial”.
El memorando firmado además reporta que, tanto “al llevar a cabo misiones conjuntas, ambas partes se comprometen a la apertura y al intercambio de datos científicos y a poner los resultados científicos obtenidos de las actividades de cooperación a disposición del público y de la comunidad científica internacional, de manera oportuna según sea apropiado”.
“Firmar un convenio tan importante como este es para nosotros un paso estratégico en el vínculo entre la Udelar y la República Popular China”, señaló Arim, que además destacó que es también “una forma de construir nuevas redes” para los investigadores de la Udelar que trabajan en temas relacionados con lo espacial. “Esa es la razón por la cual están presentes en esta mesa la decana y docentes de la Facultad de Ciencias y el decano y docentes de la Facultad de Ingeniería”, señaló, dejando constancia de que la firma del convenio “sea un paso en la consolidación en el proceso de trabajo conjunto en ámbitos académicos vinculados al espacio”.
Pensando en la Luna hacia 2035 y 2049
Tras el rector, hizo uso de la palabra Wu Yanhua, que comenzó felicitando a la Udelar por estar celebrando sus 175 años de existencia. “La Udelar es fuerte en ciencias naturales y sociales”, remarcó, agregando que la firma de este memorando, “así como los avances en un convenio intergubernamental en esta materia, es una muestra de la sinceridad de la cooperación entre nosotros”.
Antes de pasar a dar ejemplos de lo que veía como campos posibles de cooperación, Wu proyectó dos videos en los que no sólo se recapitulaba la aventura espacial china, sino que además se trazaban los objetivos de la estación de investigación lunar. No deja de asombrar que en menos de 20 años China haya dado pasos gigantescos en la exploración del espacio y, en particular, en sus misiones lunares.
El programa Chang’e (denominado así porque tal es el nombre de la diosa que representa a nuestro satélite para la cultura ancestral china) consiguió su primer éxito hace prácticamente un abrir y cerrar de ojos. El orbitador lunar Chang’e-1 conquistó su objetivo en 2007. En 2013 la sonda Chang’e-3 logró alunizar y recorrió la superficie lunar con un rover, un vehículo espacial. Este año, la Chang’e-6 fue la primera misión en recoger materiales de la cara oculta de la Luna y traerlos de nuevo a la Tierra.
Por todos estos vertiginosos antecedentes, cuando en el video dicen que la Estación Internacional de Investigación Lunar completará su primera fase en 2035 –etapa en la que se trabajará en órbita al satélite– y una segunda en 2049, con la puesta en funcionamiento de la base ya emplazada en la propia superficie de la Luna, en la sala queda la sensación de que eso será casi un hecho en más o menos esos plazos. Tanto que al terminar los videos, prácticamente ya nos encontramos pensando de qué forma nuestras investigadoras e investigadores estarán celebrando su participación en la misión de 2035.
Wu habló entonces de posibles “temas de cooperación” de cara a los objetivos fijados para 2035 y 2049. Dadas las dos fases de la IRLS, sostuvo que se requerirá mucha ingeniería, tanto en la etapa de planificación como para la construcción de las bases. Y puso algunos ejemplos concretos. “Vamos a tener que planificar e implementar plantas de generación y suministro de energía en la superficie lunar para que el IRLS pueda funcionar. En una primera etapa apelaremos a la energía solar y más adelante también a la energía nuclear”, adelantó.
“Tanto para la superficie como para la órbita lunar, también vamos a planificar y construir un sistema integral de comunicaciones, que incluye satélites así como bases de telecomunicaciones en la superficie lunar. Todo ello significa también una gran obra de ingeniería”, siguió detallando. También mencionó que el transporte entre la Tierra y la Luna, la exploración de recursos lunares, así como el mantenimiento y operación diaria de la base también demandarán mucha ingeniería, por lo que saludó que estuvieran presentes allí tanto el decano como docentes de esa facultad.
Pero además de la ingeniería, Wu señaló que hay lugar para la “investigación y la exploración científica”, no sólo sobre los recursos y la formación de la Luna sino también de Marte, ya que la base se propone como una escala para misiones al planeta rojo y para la exploración planetaria. Refiriéndose a la investigación, adelantó que veía áreas con muchas posibilidades. Por ejemplo, sostuvo que “el ambiente lunar” brindará una plataforma propicia para “el estudio de nuevos materiales” así como para otras líneas, “como el cultivo de semillas en el espacio”, por lo que dio la bienvenida a la decana de la Facultad de Ciencias así como a los docentes que allí estaban.
Del acuerdo de cooperación, Wu resaltó el papel en la “capacitación y formación de los talentos”, forma con la que en China suelen referirse a los investigadores e investigadoras que están en la frontera del conocimiento.
La mirada desde la ingeniería y la ciencia oriental
“Este tipo de investigaciones se sienten como muy lejanas y asociadas a otros lugares del mundo más desarrollado. A través de esta cooperación emociona poder involucrar a jóvenes a participar en este tipo de proyectos, porque esa investigación pasa a ser algo tangible y posible”, destacó la decana Mónica Marín.
Manuel Caldas, del Departamento de Astronomía de la Facultad de Ciencias, contó que se están dando “los primeros pasos en el desarrollo de la radioastronomía en Uruguay” a través de un acuerdo con Antel, así como que en dicho departamento hay “miembros que han participado en la misión DART, de la NASA”, indicando entonces que tanto la radioastronomía como la defensa planetaria serían áreas en las que podrían avanzar gracias al trabajo conjunto que facilita este acuerdo.
Por su parte, el decano de Ingeniería, Pablo Ezzatti, comentó a la diaria que “trabajar en marcos como el que se presentó hoy, donde hay una planificación hasta 2035 o 2049, no es algo a lo que estemos acostumbrados en este país”, lo cual ya es “sumamente enriquecedor”. También sostuvo que este convenio “nos permite acercarnos a un país que tiene un desarrollo científico tecnológico muy fuerte, lo que obviamente puede repercutir en planes en el futuro cercano, como también en el lejano, de posgrados, de trabajo, de equipamiento, de acercarnos a tecnología que hoy en día no manejamos y a niveles de recursos y de inversión que escapan a los de nuestro país”.
La gente, ya cuando piensa en exploración espacial, piensa obviamente en el astronauta, la base, el rover, el cohete, pero esos objetos son, en cierta medida, el último paso: para que cada uno sea posible hay múltiples instancias. “Claro. Cada cable, cada tornillo, cada temita de un cohete que vaya a la Luna implica una situación súper interesante desde el punto de vista de la investigación. Y muchas veces esas investigaciones terminan repercutiendo no sólo en la ciencia espacial, sino en problemas más del día a día. Quizás ir a la Luna lo vemos como algo lejano o de película, pero utilizar un radar o un satélite para saber si va a llover o no y ver cómo responder desde el Sistema Nacional de Emergencias, por ejemplo, es algo que sí nos toca de cerca. Entonces, situaciones que parecen de película pueden ayudarnos a problemas que tenemos en el día a día”, enfatizó. Y aun así, mirando directamente a la Luna, Ezzatti contó a los presentes que desde la Facultad de Ingeniería “se tienen ciertas fortalezas, como en lo referido a la energía, la logística y las comunicaciones. Tener metas a largo plazo, como 2035 y 2049, permite trazar un camino conjunto”.
Federico Favre, del Instituto de Ingeniería Mecánica y Producción Industrial, secundó al decano y afirmó que para su facultad “es muy interesante y provechoso participar en colaboración en proyectos de investigación y desarrollo en diversas líneas que presentan desafíos”, y se refirió por ejemplo a la planta de generación de energía solar “y todo lo que ello puede implicar en sistemas de acumulación de energía”.
Mirar a largo plazo
“¿Qué significa esto para la Udelar? ¿Tenemos un pie en la Luna?”, le pregunto a Rodrigo Arim. “Más que un pie en la Luna, creo que estamos aprovechando la oportunidad de vincularnos con una plataforma de investigación de gran porte y de largo aliento en el tiempo vinculada a exploraciones espaciales”, dice, afirmando que esto nos ayuda “a pensar la ciencia en el largo plazo”, algo que aquí no siempre se entiende. “Que Uruguay tenga la posibilidad de sumarse a esa plataforma a través de este tipo de acuerdos es estratégico, no por lo que va a pasar mañana, sino por lo que va a pasar en los próximos años”, agrega.
Uno, al ver la presentación, no podía evitar relacionar esto con la investigación antártica. Acuerdos como este permiten ampliar la mirada de nuestra ciencia hacia horizontes que por lo general nos están restringidos. “Esto abre la mirada hacia horizontes que están fuera de nuestra aldea y, simultáneamente, horizontes que necesariamente hay que pensarlos como bienes públicos generales. Es imposible pensar la investigación en la Antártida o en el espacio y que Uruguay participe en ellas si no es mediante acuerdos de esta naturaleza que se dan entre instituciones y entre estados”, sostiene Arim.
“Uruguay es un país pequeño, y estos son espacios de investigación necesariamente internacionales. Por lo tanto, esto es parte de una estrategia en esa dirección, ir construyendo espacios que permitan a nuestros investigadores –porque no vamos a ser las autoridades sino los investigadores– poner un pie en la Luna o en la Antártida”, redondeó.