La película Todo lo que usted quería saber sobre el sexo (pero nunca se atrevió a preguntar), dirigida por Woody Allen en 1972, tiene a un ovino como protagonista de su segmento más recordado. En él, un doctor recibe en su consulta a un pastor armenio que le confiesa que está enamorado de su oveja Daisy y que, lamentablemente, ya no es correspondido. Le explica que no tiene ningún problema de salud y que sólo pretende que el médico, de quien su hermano le habló maravillas, convenza a la oveja para salvar la relación.

El doctor Ross, interpretado por Gene Wilder, reacciona al comienzo con disgusto e incredulidad y hace lo posible por echar al pastor, pero cuando este regresa poco después con el ovino a la consulta, algo ocurre. El doctor mira a la oveja a los ojos, toca la suavidad de su lana, comienza a acariciarle el lomo en forma circular y queda prendado.

Su repentina atracción por la oveja se vuelve una obsesión. Pide verla a solas en la consulta y ya no hay vuelta atrás. A través de una serie de episodios cómicos vemos cómo el doctor acaricia a Daisy mientras le habla al oído, la lleva a habitaciones de hoteles y, en la escena culminante, es descubierto por su esposa junto al ovino en la cama, al que atavió previamente con prendas de lencería erótica.

El chiste siempre gira en torno a cómo se siente el doctor Ross respecto a la oveja y no en cómo se siente la oveja, que en las escenas no deja de ser un objeto al servicio de la trama y la comicidad. Es lógico, ya que la película de Woody Allen explora en tono paródico varios aspectos de la sexualidad humana. Pero en ciencia, a veces, es útil pensar aún más por fuera de la caja que en el humor.

El Departamento de Biociencias Veterinarias de la Facultad de Veterinaria, por ejemplo, viene trabajando con estímulos táctiles positivos en ovinos desde hace varios años. ¿Por qué? Porque se ha comprobado que producen un efecto relajante, reducen el estrés generado por la manipulación humana y, por lo tanto, pueden lograr mejoras tanto en la productividad como en el bienestar animal (este último, un factor cada vez más relevante, en vistas de nuestro sostenido uso de otros animales para beneficios propios).

Si bien los científicos del departamento no necesitan llevar carneros u ovejas a hoteles ni vestirlos con prendas para lograr este efecto, algunas de las iniciativas no son tan distintas a las caricias circulares que el doctor Ross prodiga a Daisy, la oveja de la película. Por ejemplo, cepillar a los carneros con suavidad en todo el cuerpo provoca que liberen hormonas y endorfinas (como oxitocina, dopamina y serotonina) con efectos analgésicos y ansiolíticos.

Lana del rey

Igual que el pastor armenio de la película de Woody Allen, cuando le explica al doctor Ross que se dio cuenta gracias a “pequeños detalles” de que la oveja ya no corresponde su amor, es posible notar señales en los animales si uno los observa con atención.

El equipo de Departamento de Biociencias Veterinarias comprobó que el cepillado es tan importante para los carneros que muestran una preferencia clara por el ser humano encargado de esa actividad. Un trabajo publicado en 2021 reveló que los carneros prefieren a la persona que los cepilla incluso antes que a la que les da de comer.

En paralelo y en forma complementaria a estas investigaciones, los científicos del departamento venían estudiando técnicas para colectar el semen de los carneros de una forma que resultara menos estresante para los animales.

Su inquietud es comprensible, teniendo en cuenta lo invasivos y molestos que pueden resultar algunos de los métodos que se usan para estos propósitos. Muchas veces el semen se recoge mediante vaginas artificiales, pero cuando esto no es posible la técnica más extendida es la electroeyaculación, que como su nombre indica consiste en estimular la eyaculación a través de descargas eléctricas.

A Rodolfo Ungerfeld, biólogo doctorado en Veterinaria, se le ocurrió que ambas líneas de trabajo –el cepillado como método para relajar a los carneros y el estudio de nuevas técnicas para colectar semen– podían combinarse. Se preguntó si era posible que el cepillado de los carneros tuviera algún efecto directo sobre la calidad del esperma, algo que jamás había sido explorado hasta entonces.

Le planteó su idea a Juan Carlos Orihuela, veterinario mexicano que estaba haciendo su doctorado en el programa de posgrados de la Facultad de Veterinaria bajo su tutoría, ya que estaba en línea con su tesis (sobre electroeyaculación, estrés y calidad seminal). “Al comienzo pensaba que cómo el cepillado iba a hacer eso”, confiesa riendo Juan Carlos. “Hay que decir las cosas como son: Juan Carlos no nos tenía ninguna fe. Cuando hablamos de esto creo que se arrepintió de venir a Uruguay”, bromea Rodolfo. Su opinión cambió radicalmente durante los experimentos.

Producto de ese intercambio surgió un trabajo sumamente novedoso y de reciente publicación, que lleva la firma de Juan Carlos Orihuela, Aline Freitas-de-Melo, Julia Giriboni, Florencia Beracochea, María Noel Viera y Rodolfo Ungerfeld, del Departamento de Biociencias Veterinarias de la Facultad de Veterinaria (en el caso de Juan Carlos también del Instituto de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias del Campo Experimental Zacatepec, México), y Livia Pinto del Departamento de Producción Animal y Salud en los Sistemas Productivos de Facultad de Veterinaria.

Rodolfo Ungerfeld.

Rodolfo Ungerfeld.

Foto: Alessandro Maradei

Vueltas carnero

Juan Carlos, Rodolfo y sus colegas dejan claro desde el comienzo del artículo que no hay locura alguna en lo que se propusieron investigar, aunque uno imagina que títulos como los de esta nota corren riesgo de batir récords de chistes por minuto en las respuestas a la difusión del artículo en redes sociales.

“Los estímulos táctiles positivos refuerzan la relación entre corderos y humanos”, escriben en los primeros párrafos –una frase que bien podría salir de un manual de sexología de la película de Woody Allen mencionada– para aclarar luego que está comprobado que generan un aumento en la concentración de oxitocina y reducen el estrés en estos animales.

Para poner a prueba la hipótesis del cepillado y la calidad seminal, diseñaron un experimento en la Unidad Academia Fisiología de la Facultad de Veterinaria, en el que usaron diez carneros que ya habían sido cepillados para experimentos anteriores nueve meses antes.

Para esta investigación, una sola persona, usando siempre la misma ropa, cepilló durante cinco minutos diarios a cada carnero por 15 días, con el objetivo de que los animales la asociaran a una experiencia positiva.

Desde afuera quizá no parece la ocupación más glamorosa para iniciar una conversación en una reunión social (“¿a qué te dedicás?”), pero los resultados mostraron la relevancia de la tarea, que agradecerán no sólo los carneros sino también algunos productores ovinos.

Los diez animales fueron separados en dos grupos de cinco. Se colectó semen de todos mediante electroeyaculación, pero los carneros de uno de los grupos fueron cepillados antes y durante todo el procedimiento (y por la misma persona encargada de hacerlo en los días previos) y los otros no. Tres días después, se volvió a colectar semen de los diez, pero se invirtieron los grupos: los no cepillados previamente pasaron por el procedimiento “relajante” y los cepillados no. “Se puede decir que cada carnero fue su propio control”, aclara Rodolfo.

Durante el proceso, los investigadores analizaron un montón de variables, como el tiempo insumido en la electroeyaculación para colectar el semen, los movimientos de cabeza de los carneros, su temperatura corporal y los latidos del corazón, entre otros aspectos. Además, hicieron análisis bioquímicos y hormonales para detectar la concentración de cortisol (llamado también la “hormona del estrés”), testosterona y otras sustancias.

Lo más trascendente fue la evaluación de la calidad del semen colectado a los diez carneros en las dos instancias. Además de variables básicas, como el volumen eyaculado y la concentración espermática, usaron un software para medir la motilidad de los espermatozoides (la capacidad para moverse espontánea e independientemente), la motilidad progresiva (que determina cómo avanza el espermatozoide), sus velocidades y otros factores que son determinantes para el éxito de la fertilización. ¿Qué indicaron los resultados? Que el cepillo es más poderoso de lo que parece.

La fuerza del cariño

Antes de ir a los resultados más reveladores de la investigación, vale la pena repasar otros indicadores significativos que surgieron en los distintos análisis. Los movimientos de cabeza de los carneros durante la electroeyaculación, que son un buen indicio de estrés, tendieron a durar menos en los que fueron cepillados que en aquellos que no lo fueron.

Si bien el procedimiento de electroeyaculación duró un poco más en los carneros cepillados que en los otros, esto no se vio acompañado por otras variables indicadoras de estrés. “Uno de los neurotransmisores que se liberan habitualmente en situaciones placenteras es la serotonina, que retrasa el proceso eyaculatorio. Eso podría explicar que el proceso llevara más tiempo en los carneros cepillados”, apunta Rodolfo.

“Además, los carneros cepillados estaban más relajados y eso puede haber incidido en que el proceso durara más”, acota Juan Carlos. Esto puede sonar a broma, como quien habla de recibir masajes para extender un encuentro sexual, pero tiene sustento. “Hay que considerar la relajación que genera la oxitocina”, dice Rodolfo. La oxitocina, que ha sido popularamente bautizada como la “hormona del abrazo”, está asociada a momentos de calma y placer. Hubo también una tendencia a que el cortisol –la hormona del estrés, recordemos– fuera algo menor en los carneros cepillados que en los no cepillados.

Los resultados más sorprendentes, sin embargo, llegaron con el análisis del semen. Si bien no hubo diferencias relevantes en el volumen del eyaculado, los carneros cepillados produjeron semen con mayor concentración de esperma, motilidad, cinética y velocidad. “Son resultados importantes porque esas variables ayudan mucho a que el espermatozoide pueda hacer su recorrido hacia la fertilización del óvulo”, apunta Juan Carlos.

“Hubo efectos muy claros a favor del cepillado en factores como el porcentaje de espermatozoides mótiles, el porcentaje con motilidad progresiva (que es la motilidad más efectiva) y el porcentaje de espermatozoides que tienen alta velocidad, que son los más relevantes para la calidad”, resalta Rodolfo.

Tal cual indica el artículo, se trata “del primer estudio que demuestra que estímulos táctiles positivos mejoran la calidad del semen colectado mediante electroeyaculación en animales de granja”. “Estos resultados revelan el impacto favorable del cepillado en la calidad seminal, especialmente en las variables relacionadas con el funcionamiento del esperma y, por lo tanto, potencialmente impacta en la probabilidad de preñez en programas de inseminación artificial y procedimientos in vitro”, agrega.

Esto es obviamente bueno para los productores que llevan adelante este tipo de programas de reproducción, pero también para el bienestar de los animales. No sólo porque les produce relajación durante un procedimiento invasivo, sino porque es esperable que un semen de mejor calidad requiera de menos colectas para lograr resultados similares.

Tal cual dice el artículo, los resultados “refuerzan el concepto de que proveer de estímulos positivos anticipatorios puede ser una estrategia efectiva para reducir los efectos adversos de situaciones estresantes, aliviando así las preocupaciones sobre bienestar animal”. Claro que para lograr todo esto no es cuestión de ir corriendo carneros por el campo con un cepillo en la mano.

Cepillo González

“Un experimento no resuelve una aplicación práctica, sino que más bien genera información en esa dirección, pero en este caso creo que los resultados no son de aplicabilidad directa para el uso rutinario de carneros en campo sino en los de inseminación. Cuando tenés tres carneros para inseminar 500 o 1.000 ovejas y precisás colectar semen de esos tres, una o dos veces por día, entonces este tipo de manejo es mucho más sencillo”, dice Rodolfo.

Juan Carlos cree que estos resultados habilitarían el desarrollo de técnicas para centros de colección de semen, lo que permitiría obtener potencialmente mejores tasas de preñez con algo tan simple como un cepillado sistemático.

En Uruguay es más común tener centros de colección de semen de toros que de carneros, lo que abre también otra puerta interesante, que es la de intentar validar este tipo de experimentos en otras especies. “Si funcionara en toros sería mucho más sencillo, porque ya existen cepillos de gran tamaño que permiten que los toros se autocepillen sin que tenga que encargarse de eso una persona”, dice Rodolfo, una información que sin dudas será un alivio para los potenciales cepilladores del futuro.

“Esa es una ventaja de trabajar con ovinos, sobre todo si uno piensa en testear algunas cosas. Acá (en la facultad) podemos tener 20 carneros, pero no 20 toros para hacer estas pruebas”, aclara Rodolfo.

La mano que mece al carnero

Tal cual advierte Rodolfo, “siempre hay que ser cuidadoso y entender la biología de una especie para saber qué es lo que puede validarse en otras, y pensar además en los contextos en los que se aplica algo como el cepillado”. Que los carneros, los toros y los humanos seamos mamíferos –por lo tanto parientes relativamente cercanos en el gran árbol de la vida– y segreguemos las mismas hormonas en algunas situaciones no significa que todo funcionará igual. No saque el cepillo tan rápido en momentos de intimidad.

Los estudios de los trabajos del Departamento de Biociencias Veterinarias, sin embargo, ya arrojaron algunos resultados promisorios. Por ejemplo, otro de los trabajos de la tesis de Juan Carlos consistió en usar una sustancia análoga a la oxitocina en los carneros para mejorar la extracción de semen. “Con eso logró colectar más del doble de dosis. Nos sorprendió porque fue más que lo que esperábamos. Y eso después lo testeamos en toros y hasta ahora demostró efectos positivos, pero nunca lo hubiéramos probado directo en los toros”, confiesa Rodolfo.

Por ahí van encaminados sus futuros trabajos. “Estamos pensando en combinar el uso de este análogo de la oxitocina con la técnica del cepillado. Si pudiéramos juntar esos dos tratamientos en uno solo, quizá obtendríamos mejores resultados no sólo en la calidad sino también en la cantidad del semen”, aclara Juan Carlos.

Por ahora, ya es suficientemente notable que los investigadores hayan logrado mejorar la calidad del esperma colectado con un procedimiento tan sencillo, y, aún más, que hayan pensado inicialmente que algo así podría funcionar.

En resumen, tal cual concluye la publicación, “cepillar a los carneros antes y durante la electroeyaculación mejora la calidad del semen y, por lo tanto, su posible impacto en la fertilidad”, en lo que constituye una “estrategia sencilla, novedosa y diferente para mejorar la calidad seminal”. Puede que el tema se preste para chistes fáciles o para el argumento de una comedia sexual, pero en ciencia, a veces, el que ríe último ríe mejor.

Artículo: Brushing rams before and during electroejaculation improves sperm motility and kinetics with slight changes in stress biomarkers
Publicación: Animal Reproductive Science (julio de 2024)
Autores: Juan Carlos Orihuela, Aline Freitas-de-Melo, Livia Pinto, Julia Giriboni, Florencia Beracochea, María Noel Viera y Rodolfo Ungerfeld.