La carta publicada el 23 de octubre en la revista científica Science, firmada por Omar Defeo, del Laboratorio de Ciencias del Mar de la Facultad de Ciencias y del Instituto de Ciencias Oceánicas de la Universidad de la República, y Nelson Rangel, del Programa de Física de la Universidad del Atlántico, Colombia, tiene un título más que elocuente: “Proteger los mares de Uruguay de la política”.
Allí, tras reconocer que con la creación en 2025 del Instituto de Ciencias Oceánicas, que tiene por objetivo “fomentar una gobernanza ambiental basada en la evidencia”, “Uruguay reconoció la importancia de los océanos”, hacen una advertencia: “La exploración de hidrocarburos en alta mar y la urbanización costera en curso socavan los objetivos de conservación oceánica de Uruguay”. Renglón seguido, detallas estas amenazas.
La búsqueda de hidrocarburos
Defeo y Rangel-Buitrago sostienen que la aprobación de Uruguay de realizar estudios sísmicos para explorar la presencia de hidrocarburos en zonas que se propusieron como áreas marinas protegidas “amenaza a cañones submarinos y puntos críticos de biodiversidad”. Agregan que si bien suelen justificarse estas acciones “por sus potenciales beneficios económicos, estas actividades entran en conflicto con los compromisos climáticos de Uruguay alineados con el Acuerdo de París y conllevan el riesgo de aumentar las emisiones”.
También comunican que estas prospecciones sísmicas submarinas perturban la “pesca, ya afectada por el calentamiento oceánico, al desplazar las especies objetivo, reducir las tasas de captura e interferir con las zonas de desove, y degrada la vida marina mediante perturbaciones acústicas, destrucción del hábitat y contaminación”.
Por tanto, sostienen que “los planes de exploración exacerban las vulnerabilidades ecológicas y socioeconómicas existentes” y “chocan con la matriz energética diversificada del país y sus compromisos de larga data en materia de sostenibilidad”.
Un ordenamiento territorial que flaquea
La amenaza para la salud de la costa y los mares y océanos de Uruguay no termina con la búsqueda de hidrocarburos. “La débil aplicación de las normas de uso del suelo, el desarrollo costero y la agricultura intensiva siguen degradando las costas, estuarios, playas y dunas de Uruguay, provocando la eutrofización y floraciones de algas y cianobacterias nocivas”, afirman, agregando que las floraciones ya “han perjudicado la pesca artesanal y deteriorado la calidad del agua”.
Por su parte, dicen que respuestas gubernamentales como tratar de mantener las playas o acudir a la geoingeniería en sitios puntuales son acciones que “tratan los síntomas en lugar de las causas fundamentales”.
También afirman en Science que “el desarrollo costero mal regulado”, en especial “la construcción de complejos turísticos y segundas residencias”, han “destruido las dunas, alterado el litoral y aumentado la descarga de aguas residuales, acelerando la erosión” costera.
Tiempo de actuar en comunidad y pensando en el largo plazo
“La protección de los mares uruguayos exige gobernanza participativa, monitoreo riguroso y una rendición de cuentas genuina”, proponen ambos investigadores. “En lugar de políticas oportunistas que priorizan las ganancias económicas a corto plazo sobre la salud ambiental a largo plazo, el país debe implementar una gestión sostenible de los océanos”, recomiendan.
Sobre el camino a recorrer, señalan que “Uruguay debe hacer cumplir las regulaciones sobre el uso del suelo y las cuencas hidrográficas, detener la construcción en las dunas y planificar un desarrollo costero sostenible”. Agregan que “una moratoria permanente sobre nuevos proyectos petroleros en alta mar, junto con la inversión en energías renovables y ciencias marinas, constituiría la base para una resiliencia oceánica a largo plazo” y, más importante aún, “basada en la comunidad”.
Carta: Protect Uruguay’s seas from politics
Publicación: Science (octubre de 2025)
Autores: Omar Defeo y Nelson Rangel.