“Nos descubrieron, por fin nos descubrieron”, cantaba jocosamente el inspiradísimo conjunto cómico Les Luthiers en su Cantata del adelantado don Rodrigo Díaz de Carreras. Allí los argentinos les ponían voz a los pueblos americanos que de la noche a la mañana se enteraron de que vivían en un “nuevo mundo”, pese a que llevaban allí al menos unos 18.000 años.

Para los europeos, la conquista de América implicó acceder a una diversidad de productos botánicos que venían siendo domesticados aquí desde hacía tiempo y que eran usados tanto por sus propiedades nutricionales como medicinales. Cacao, quina, maíz, maní, papa, mandioca, pepino, tabaco, sandía, tomate, zarzaparrilla... la diversidad era tal que no había tiempo que perder si se quería incorporar todo aquello al “viejo” mundo “civilizado”. Y claro que hubo zonas de América que suscitaron más atención que otras. Tal vez por eso el consumo frecuente en un pequeño rincón del sur del continente de una infusión realizada a base de las hojas secas de una planta luego denominada Ilex paraguariensis por la ciencia no haya llamado demasiado la atención.

La yerba mate, de la que se sabe que era consumida por los guaraníes y otros pueblos, caló hondo en lo que luego sería Paraguay, Argentina, el sur de Brasil y Uruguay, pero no así en Europa. Hoy se estima que Uruguay es el país que más la consume per cápita: cerca de diez kilos de yerba mate por habitante al año, según datos de 2019 (los números pueden variar, así como la seriedad de quienes los relevan, pero lo que no está en cuestión es que el récord lo ostenta algún país del Mercosur). Así como ha sucedido con incontables productos de la naturaleza usados por nuestros antepasados, buscar en la yerba mate propiedades beneficiosas es también parte de la aventura científica.

Investigadores de estas latitudes han estudiado algunos de esos efectos. Sin ir más lejos, este año reportábamos sobre una investigación realizada en Uruguay que apuntaba a que tomar mate podría beneficiar la salud de las personas al promover una microbiota más diversa en su boca. Pero en Europa, pese a que no se ha extendido su consumo, no se quedan atrás. La yerba mate es el tema central de una reciente publicación científica.

El artículo, titulado algo así como El té de yerba mate (Ilex paraguariensis) puede tener efectos cardiometabólicos beneficiosos en sujetos sanos y en riesgo: un ensayo aleatorizado, controlado, ciego y cruzado en consumidores no habituales, lleva la firma de Laura Bravo, Sara Martínez, José Sierra, Raquel Mateos y Beatriz Sarriá, todos del Departamento de Metabolismo y Nutrición del Instituto de Ciencia y Tecnología de Alimentos y Nutrición del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España.

Lo primero que salta a la vista es que quienes participaron en el estudio no tomaron mate, sino té de yerba mate. Y lo segundo es que para su investigación escogieron un grupo de personas, tanto sanas como con colesterol elevado, que no fueran ya consumidoras. De todas formas, lo importante del trabajo es que señala que, al menos consumido tres veces al día durante ocho semanas, el té de yerba mate ya produce efectos benéficos para el metabolismo y la salud cardiovascular. Eso sucede, estiman, por los flavonoides y la cafeína, entre otros compuestos, que tienen las infusiones de yerba mate y que, seguramente, también nos benefician a todos los que conformamos la masa de felices tomadores y tomadoras de mate. Así las cosas, veamos qué dicen en el trabajo estos investigadores que por fin nos descubrieron algunas de las ventajas que produce consumir infusiones de yerba mate a diario.

¿Por qué estudiar los beneficios del mate en Europa?

Laura Bravo y sus colegas comienzan el trabajo reseñando que “la prevalencia de enfermedades crónicas no transmisibles, incluyendo patologías cardiometabólicas como las enfermedades cardiovasculares, la diabetes tipo 2, así como condiciones como la obesidad, el síndrome metabólico y la enfermedad hepática grasa asociada a disfunción metabólica, entre otras, está aumentando a nivel mundial”. Sin embargo, no es lo único que aumenta: también señalan que “la conciencia sobre la importancia de la dieta en el mantenimiento de la salud ha aumentado en las últimas décadas”, lo que ha llevado a una “demanda creciente de alimentos funcionales y nutracéuticos ricos en compuestos bioactivos con efectos beneficiosos para la salud”.

Entonces, sostienen que entre estos alimentos con potencial benéfico para la salud hay compuestos, como los polifenoles, sobre los que ya se ha demostrado que poseen “actividad biológica” como antioxidantes, antiinflamatorios y con efectos deseables para combatir enfermedades como el cáncer o la diabetes. “Entre los alimentos ricos en polifenoles más consumidos destacan bebidas como el café y el té, también ricos en metilxantinas, que son los mayores contribuyentes a la ingesta de polifenoles en las dietas occidentales y con probados efectos beneficiosos sobre diferentes enfermedades cardiometabólicas”, señalan entonces pavimentando la entrada de la protagonista de su trabajo: nuestra vieja yerba mate peluda y querida. Porque, efectivamente, la yerba mate tiene, entre otras cosas, polifenoles.

También reseñan que la yerba mate no sólo es consumida en Uruguay, Paraguay, Argentina y Brasil, sino que se exporta “a países como Siria, Líbano, Estados Unidos o a Europa, principalmente a España, Alemania y Países Bajos, donde el consumo se está incrementando debido a su sabor apreciado y propiedades para la salud”. Luego sostienen que “aunque se prepara a partir de hojas, como el té, el perfil fenólico de la yerba mate difiere del del té verde y se asemeja al de los granos de café verde” y destacan que, además de distintos tipos de ácidos de interés para la salud, contienen “cantidades importantes de cafeína, lo cual podría explicar sus efectos beneficiosos”.

Tras citar varios trabajos que reportan efectos benéficos del consumo de yerba mate para la salud, señalan que “la mayoría de los estudios en humanos sobre los efectos de la yerba mate en la salud se realizaron en países donde se consume comúnmente”, por lo que en ellos “la cantidad de yerba mate suministrada a los participantes en los ensayos clínicos se asemejó a la del consumo habitual de mate”, que “ronda el litro de bebida preparada” utilizando entre “20, 50 o incluso 100 gramos de hojas de yerba mate”. ¿Cuál es el problema con eso? Sencillo: consideran que tomar tales cantidades de bebida, usando tantos gramos de yerba mate, es “una cantidad muy superior al consumo habitual de bebidas como el café o el té en la población occidental”.

Su pregunta de investigación fue justamente esa: ¿podría la yerba mate tener “propiedades cardiometabólicas beneficiosas similares” a las observadas en los países que son grandes tomadores de mate en una población que no consume habitualmente esta bebida y, más aún, “en dosis habituales para otras infusiones en las dietas occidentales”? Tras estudiar la literatura –no es el primer trabajo que el grupo elabora sobre la yerba mate–, la hipótesis de Bravo y sus colegas era que “tanto las personas sanas como aquellas en riesgo”, ya que tenían niveles de colesterol elevado, “podrían beneficiarse del consumo de yerba mate”.

Té de mate tres veces al día por dos meses

Para ver si la hipótesis se cumplía, llevaron adelante “un ensayo de intervención aleatorizado, controlado, cruzado, simple, ciego y de vida libre” en 25 sujetos “aparentemente sanos” con niveles de colesterol normales y en otros 27 “con riesgo moderado de desarrollar enfermedades cardiovasculares”, personas con colesterol elevado que no estaban bajo tratamiento con estatinas.

Ambos grupos tomaron té de mate tres veces al día (con el desayuno, a media mañana y luego del almuerzo, “emulando los horarios habituales en que suele tomar café o té la población española”) durante ocho semanas. Por un período similar de tiempo tomaron también una bebida inocua, lo que ofició de “bebida control”. Los saquitos de té eran de una marca argentina y contenían tres gramos de yerba mate cada uno. El té debía prepararse sumergiendo el saquito durante cinco minutos en tazas de 150 mililitros de agua caliente.

Antes de comenzar el tratamiento, así como luego de las ocho semanas tomando té de yerba mate y la bebida isotónica inocua, a los participantes se les tomó una muestra de sangre en ayunas, la presión arterial, medidas de composición corporal, y además tuvieron que completar cuestionarios sobre su dieta y actividad física.

Por otro lado, analizaron y caracterizaron los compuestos presentes en las infusiones preparadas con los saquitos de té argentinos. Encontraron que tenían, entre otros, hasta 74 miligramos de polifenoles por gramo de materia seca, 7,41 miligramos de flavonoides por gramo de materia seca y entre 7,34 y 0,49 miligramos de cafeína por gramo de materia seca. Por eso, en el trabajo el grupo de investigación afirma que, “considerando las tres porciones bebidas por los voluntarios durante la intervención con mate, la cantidad total de compuestos bioactivos consumidos por los participantes fue de 666 miligramos por día de polifenoles y 66,1 miligramos por día de cafeína”.

La yerba mate que controla la presión

¿Cómo les fue tanto a las personas sanas como a las “en riesgo” tomando té de mate por ocho semanas? Muy bien. Y en varios aspectos.

En lo que refiere a la presión arterial, tomar té de mate por ese tiempo “redujo significativamente la presión sanguínea”. Más aún: el trabajo señala que hubo “reducciones notables en los sujetos con hipercolesterolemia, quienes al finalizar la intervención disminuyeron la presión sistólica en 8,2 mmHg y la diastólica en 6,6 mmHg”. En las personas sanas el efecto fue menor, pero en promedio también redundó en una reducción de cerca de 3 mmHg en la sistólica y de 1 mmHg en la diastólica. En el trabajo los investigadores hacen notar que en el caso del grupo de voluntarios con riesgos cardiovasculares, la baja de la presión provocada por la yerba mate hizo que presentaran “valores finales de presión arterial comparables a los de los voluntarios sanos”.

En la discusión el equipo de investigación señala que “el mayor efecto hipotensor observado tras la ingesta de yerba mate en participantes con hipercolesterolemia podría atribuirse a la mayor ingesta de polifenoles, a la presencia adicional de flavonoides en la yerba mate en comparación con el café verde o tostado o a la menor ingesta de cafeína (66,1 mg/día)” que se produjo al cambiar el café por la yerba. Asimismo, destacan que “si bien los participantes del presente ensayo eran normotensos, esta importante reducción de la presión arterial observada podría contribuir a un posible efecto cardioprotector general a largo plazo del consumo de yerba mate”.

Otros beneficios de la yerba para la salud

El consumo de yerba mate también trajo beneficios relativos a los lípidos en la sangre. En el trabajo reportan “una disminución significativa de los niveles de colesterol LDL, sin modificar otros lípidos y lipoproteínas sanguíneas”.

“El consumo de yerba mate tuvo un fuerte efecto antiinflamatorio, disminuyendo significativamente los niveles plasmáticos de todas las interleucinas (excepto la interleucina-2)” y también de la citoquina de factor de necrosis tumoral alfa y la del interferón gamma. El efecto se vio en todos los participantes y si bien también se observó cuando tomaron la bebida isotónica inocua, en el trabajo sostienen que “esos cambios no fueron tan notables como con la yerba mate, lo que apunta a un claro efecto antiinflamatorio de esta bebida”.

Como si todo esto fuera poco, también reportan efectos beneficiosos en la “homeostasis de la glucosa”, algo relevante para prevenir la diabetes y algunos tipos de obesidad. Consumir té de mate tres veces al día por ocho semanas implicó “una reducción estadísticamente significativa de la glucemia en ayunas, en particular en el grupo hipercolesterolémico”, y también de “las concentraciones de insulina en el grupo normocolesterolémico”. Y hay más: “La capacidad antioxidante del suero aumentó tras el consumo de yerba mate”, tanto en los sujetos sanos como en los que tenían alto colesterol.

Por todo esto, en el trabajo señalan que “la sustitución de las tres raciones diarias de café consumidas habitualmente por la población española por yerba mate produjo efectos cardiometabólicos beneficiosos tanto en consumidores sanos, normocolesterolémicos, como en sujetos con riesgo cardiovascular leve e hipercolesterolemia moderada, disminuyendo la presión arterial, mejorando el perfil lipídico y algunos marcadores relacionados con la función endotelial, con un efecto modesto sobre la homeostasis de la glucosa y la composición corporal, pero un efecto antiinflamatorio muy notable en ambos grupos de participantes”.

Su trabajo termina señalando que, a la luz de lo que observaron, “se justifican más investigaciones sobre los efectos de la yerba mate en la salud en el contexto de las enfermedades no transmisibles crónicas, como la diabetes de tipo 2 o la obesidad”.

Lo que señalan es sumamente interesante. Y uno se alegra de que, aunque sea tarde, vean que las costumbres de los pobladores americanos encerraban también mucha sabiduría. Los resultados también nos dejan reflexionando. Con nuestro alto consumo de yerba mate, no parecemos estar demasiado protegidos contra las enfermedades cardiovasculares o inflamatorias (ni mucho menos contra el cáncer). ¿O será que estaríamos peor aún respecto de esas enfermedades si no tomáramos mate? Nuestra ciencia tiene mucho para decir al respecto.

Artículo: Yerba mate (Ilex paraguariensis St. Hill.) tea may have cardiometabolic beneficial effects in healthy and at-risk subjects: a randomized, controlled, blind, crossover trial in nonhabitual consumers.
Publicación: Molecular Nutrition & Food Research (abril de 2025).
Autores: Laura Bravo, Sara Martínez, José Sierra, Raquel Mateos y Beatriz Sarriá.