En la Antigüedad, la aparición de grandes animales varados en las playas era un acontecimiento muy distinto a los actuales. Los cuerpos enormes de aquellas criaturas, muchas veces deformados por la podredumbre, generaban asombro, miedo, rechazo y fueron a menudo material fértil para leyendas sobre monstruos marinos. Así surgieron probablemente criaturas fantásticas como el aspidoquelonio, que era una mezcla de ballena y tortuga marina.

Una investigación de la historiadora estadounidense Vicki Szabo muestra cómo esta percepción fue cambiando a lo largo de los siglos a medida que las sociedades humanas fueron descubriendo los beneficios que podían obtener de los cuerpos de animales varados como los cetáceos. El asombro comenzó a combinarse entonces con el ansia por el aprovechamiento de aquellas moles.

Hasta épocas relativamente recientes, algunas de estas sensaciones aún predominaban en las reacciones a los varamientos de animales marinos. Incluso en Uruguay. Una tortuga de siete quillas (Dermochelys coriacea) que apareció en la Isla de Flores en 1859 fue catalogada por la prensa de “monstruo marino”, como si fuera el temido aspidoquelonio de las leyendas, y otro varamiento de la misma especie motivó en 1900 un artículo titulado “La tortuga monstruo”, en el que se especulaba también sobre la buena sopa que podría hacerse con el animal.

Según un trabajo liderado por la investigadora italiana Carlota Mazzoldi, la percepción sobre la megafauna marina dio un giro decisivo a partir de la década de 1970 gracias a la popularización de los documentales sobre los océanos, el crecimiento del turismo marino y el empuje de organizaciones ambientalistas, entre otros factores. Esto ha sido así especialmente para los mamíferos marinos, que se vieron beneficiados por este cambio de actitud y el énfasis puesto en su conservación.

Los seres humanos ya no nos abalanzamos en masa con cuchillos sobre los animales que aparecen en la costa, vivos o muertos, pero eso no significa que siempre actuemos bien. En Uruguay, donde los varamientos de mamíferos son muy comunes, tenemos pruebas abundantes de ello.

Encuentros cercanos con mamíferos marinos

En los numerosos encuentros entre humanos y mamíferos marinos en las playas uruguayas a veces ocurren errores bienintencionados, acciones temerarias producto de la ignorancia o sencillamente de la mala voluntad. Hemos tenidos casos de personas que dieron latigazos a lobos marinos aparentemente por diversión, otros en que vecinos ahuyentaron innecesariamente a elefantes marinos para evitar que fueran molestados y también intentos por devolver al mar delfines vivos mediante procedimientos poco recomendables.

La frecuencia de este tipo de situaciones preocupa y llama la atención desde hace años a la bióloga Diana Szteren, especializada en pinnípedos, la superfamilia de mamíferos carnívoros que incluye a lobos, leones y elefantes marinos, entre otras especies.

Al ver tantos de estos casos a través de las redes sociales, compartió su preocupación con la veterinaria Lourdes Casas, responsable de la organización Socobioma, quien le manifestó la misma inquietud. Ambas se plantearon entonces idear algún protocolo que mostrara al público cómo actuar en estos casos y permitiera también reportar eventos parecidos.

Nació así en 2018 la Red de Varamientos Uruguay, que registra la presencia en las costas de mamíferos marinos varados, ya sea muertos o vivos con alguna dificultad. Impulsada por la propia Diana junto con las organizaciones Socobioma, Coendú y el Museo Carlos Torres de la Llosa, cuenta con el apoyo de la ONG Karumbé, guardavidas, funcionarios del Sistema Nacional de Áreas Protegidas y algunos servicios de limpieza de playas.

León marino en rambla de Montevideo en 2022. Foto: gentileza Red de Varamientos Uruguay.

León marino en rambla de Montevideo en 2022. Foto: gentileza Red de Varamientos Uruguay.

Sus datos han sido muy valiosos para entender qué está pasando con los mamíferos que aparecen en las playas uruguayas, sobre todo a la luz de lo ocurrido con la gripe aviar en los últimos años, pero también han permitido saber más sobre otros mamíferos esenciales para la conservación de estos animales: nosotros mismos.

La forma en que reaccionan las primeras personas que ven un mamífero marino en la costa (o su falta de reacción) puede ser fundamental para determinar lo que le ocurra al animal y también incide en la calidad de información que se obtenga del evento. Por eso, entender las actitudes de las personas, su conocimiento y su interés en el tema es esencial para la conservación de las especies carismáticas que aparecen en las playas.

Eso es lo que hace justamente un artículo recientemente publicado en la revista Anthropozoologica, firmado por la propia Diana Szteren, del Laboratorio de Zoología de Vertebrados de la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República, que evalúa las motivaciones, intereses, percepciones y conocimiento de las personas que han reportado varamientos y participado en actividades de la Red de Varamientos Uruguay. Su estudio nos da buenas noticias sobre el grado de compromiso y sensibilidad de parte de la población uruguaya, pero también muestra lo mucho que falta por hacer.

Lo que el agua nos dejó

En 2018, la Red de Varamientos organizó ocho talleres-charlas abiertos a público en general, en Montevideo, Rocha y Maldonado, con el objetivo de dar información sobre las especies de pinnípedos presentes en Uruguay, sus desafíos de conservación, las formas adecuadas de reaccionar ante la presencia de estos animales en las playas y la importancia de reportar los casos de varamientos.

“Me surgió el interés de ver qué tipo de gente estaba yendo a esas charlas, qué tanto sabían, por qué les interesaba ir y si la experiencia les había servido de algo, para evaluar cómo mejorar también a futuro la información que brindamos”, explica Diana. Tal cual dice el trabajo, “es importante entender las percepciones de la gente”, ya que eso puede “influir en la toma de decisiones para que las respuestas a los varamientos sean efectivas”.

Con ese fin, se enviaron dos cuestionarios, uno dirigido a los participantes de las ocho charlas (185, de los que respondieron 111) y otro a las personas que reportaron varamientos desde el inicio de la red (194, de las que respondieron 134).

A los primeros se les preguntó, entre otras cosas, sus motivos para asistir a las charlas, cuánto sabían del tema antes de concurrir, si ya se habían topado con alguna especie de pinnípedo en las playas y cuál había sido su reacción. A los segundos se les preguntó cómo sabían dónde reportar varamientos de mamíferos marinos, cuál fue su motivación para hacerlo, qué información les parecía importante reportar, cuáles creían que eran los motivos por los que un pinnípedo sale vivo a la playa, por qué creían que un mamífero marino podía aparecer muerto en la costa y qué sentían al verlo.

Como bien aclara el trabajo, los resultados de estos cuestionarios no pretenden representar a todo el público que puede toparse con un animal varado. Se trata de personas que manifestaron suficiente interés por el tema como para asistir a charlas o reportar un varamiento, que probablemente tengan mayor sensibilidad ante este tema que el ciudadano promedio. El análisis de los cuestionarios dejó más de una preocupación y la convicción de que es necesario mejorar la difusión de la información.

Foto del artículo 'Aquí no hay monstruos: lo que los uruguayos hacen y lo que no deben hacer cuando ven mamíferos marinos en la playa'

Foto: Alessandro Maradei

El elefante marino en la habitación

“Los asistentes a las charlas admitieron que tenían poco a moderado conocimiento previo sobre mamíferos marinos y cómo responder a los varamientos. Esto refleja lo que ocurre en la práctica, donde algunas personas no toman ninguna acción, mientras que otras protegen activamente a los animales o llevan a cabo acciones apropiadas. Muchos asistentes a las charlas carecían de información sobre cuándo y cómo actuar al encontrar animales vivos y no estaban seguros de dónde reportar animales vivos o muertos”, indica el artículo sobre el cuestionario realizado a los participantes de los talleres.

Por ejemplo, 14 personas reportaron experiencias previas con mamíferos marinos en playas en las que tuvieron un rol activo. Si bien varias de estas acciones fueron las correctas, según los protocolos que maneja la Red de Varamientos, hubo entre ellas tres inapropiadas: “Alimentar al animal, llevarse al animal a la casa y luego liberarlo, y mover al animal de un área a otra”, indica el artículo.

“Eso muestra que uno machaca y machaca con información sobre las cosas que no deben hacerse, y sin embargo siguen pasando. Claro que no a todo el mundo le llega el mensaje, pero te da la idea de que continuamente hay que estar reforzando esta información de qué hacer y qué no, porque incluso personas interesadas y sensibles te cuentan que encontraron un animal y se lo llevaron porque no sabían qué hacer”, cuenta Diana.

Otro punto de especial interés para Diana es la reacción de las personas ante la presencia de lobos, leones y elefantes marinos en las playas. Es parte del comportamiento natural de estos animales salir a descansar a las playas, incluso en las muy concurridas. Si bien en ocasiones presentan problemas físicos que ameritan el reporte de varamiento y la intervención de organizaciones y/o especialistas, por lo general la conducta más apropiada es dejarlos donde están y no molestarlos.

Con esto en mente, a los informantes de los varamientos se les preguntó qué opinaban de la presencia de leones o lobos marinos vivos en la playa. El 54% respondió correctamente que se trata de un evento normal y que su sola presencia no es motivo para preocuparse, pero 17% señaló que la aparición de estos animales en la costa se debe a enfermedades o a causas humanas, y un número menor indicó otras respuestas, como atribuir su salida a la contaminación del mar o a que padecen problemas. “Cinco personas mencionaron que intentarían ayudar cargando el animal al agua, alimentándolo, o mojándolo”, señala el artículo.

“La creencia general al ver los lobos marinos en la playa es pensar que algo está mal, y eso suele provocar líos. Lo entiendo, a veces hay una línea difícil de trazar para distinguir si el animal está descansando o realmente se encuentra mal y precisa ayuda, pero hay muchos casos en los que es claro que están bien y no es necesario hacer nada. Es un poco preocupante que algunas personas crean que deben meter mano por motu proprio, eso es lo que no tiene que pasar. Ante la duda es mejor consultar”, aclara Diana.

Ejemplos típicos de estas conductas suelen darse en Punta del Este durante el verano. “Ahí se da una cuestión medio turística que hace que las personas se acerquen muchísimo a los leones marinos que están en el puerto y les den de comer, algo que no se debe hacer. Algunos de esos animales se acostumbraron a comer restos de pescados que traen los barcos, pero los leones y lobos capturan presas vivas para alimentarse”, señala Diana.

Informar en balde

Otra actitud común es que “agarren baldes y les tiren agua, porque piensan que al ser animales marinos tienen que estar mojados, pero a diferencia de los cetáceos, que sí necesitan estar húmedos cuando varan, los lobos y leones marinos no precisan que nadie los moje”. “Si esas personas los vieran en la Isla de Lobos, se darían cuenta de que los lobos están durmiendo tirados al sol todo el día, es normal, entonces que estén en la playa haciendo eso no debería llamarnos la atención”, explica Diana.

No solo no ayuda, sino que puede ser contraproducente. Un caso representativo es lo que pasa con los elefantes marinos cuando salen a descansar a la playa en temporada turística. Es muy común que las personas se acerquen más de lo conveniente para sacarles fotos y consideren que es necesario actuar. “Muchas veces están mudando la piel, que se ve como descascarada. Suele pasar que la gente piense que están enfermos e intente mojarlos, y justo los elefantes cuando mudan de piel tienen un problema de termorregulación, generan fiebre y necesitan descansar. Como encima están con ese tema de temperatura, tirarles agua fría puede ser un problema”, apunta Diana.

Tal cual mostraron algunas de las respuestas a los cuestionarios, también hay quien intenta espantar a los pinnípedos para que vuelvan al agua y se vayan a playas menos concurridas, con la buena intención de evitarles molestias. “Si el animal decide quedarse determinada cantidad de horas es porque necesita ese tiempo de descanso. Que se acerquen personas o perros –otro problema importante en las playas– hace que el animal se asuste y se vaya al agua antes de tiempo, y de esa manera empeora la situación. Se va a mover a otra playa, o se va a mojar cuando quería estar seco y quieto. Si se le hace hacer un esfuerzo extra, cuando está agotado o fisiológicamente mal, lo estamos obligando a gastar energía valiosa”, agrega Diana.

Sin embargo, los cuestionarios muestran que hay sensibilidad y preocupación por estos animales. Los sentimientos más mencionados que generaban los mamíferos marinos muertos fueron “tristeza”, “compasión y deseo de protección” y “decepción por las acciones humanas”, aunque algunas personas también expresaron sentimientos de “desconexión con la naturaleza” y “deseo de llevarse algo del animal (como un diente o una placa de barbas)”.

El hombre es el lobo del lobo

Las preguntas sobre el tipo de información que se debe reportar en un varamiento también dejaron en evidencia algunas carencias.

Un tercio de los informantes de varamientos, apunta el texto, “carecía de claridad o ignoraba completamente datos importantes que deben reportarse durante eventos de varamiento, con algunas notificaciones que omitían información crucial como fotografías, el tamaño del animal o las coordenadas geográficas”, señala la investigación.

Según el trabajo, estos resultados resaltan la necesidad de hacer actividades específicas de educación ambiental para mejorar la comprensión y las prácticas de recolección de datos entre quienes reportan varamientos. “Además, será muy importante seguir difundiendo que es normal encontrar leones y lobos marinos sanos descansando en la playa”, agrega.

El caso de los cetáceos varados es distinto. Si aparecen en la costa es porque están muertos o en problemas, pero también suscitan a menudo reacciones inapropiadas. “Se han registrado casos de acciones incorrectas hacia delfines vivos y muertos, así como de contacto directo con animales muertos sin las precauciones adecuadas”, señala el trabajo. Los peligros de no mantener distancia con los animales quedaron de manifiesto durante el reciente brote de gripe aviar, que se transmitió de mamíferos a mamíferos. Si bien en Uruguay no hubo contagios a humanos, en Estados Unidos sí ocurrió esto luego de que el virus saltara a las vacas.

El análisis de este trabajo arrojó también algunas conclusiones positivas. Las respuestas de los participantes revelan sensibilidad hacia los animales varados y también un genuino interés por el tema, deseos de aprender y en muchos casos buen conocimiento en torno a las acciones a tomar (especialmente entre quienes reportaron varamientos).

Aun así, las conclusiones destacan que pese a la abundancia de cobertura mediática sobre mamíferos marinos, “sigue existiendo una notable falta de conocimiento respecto a las respuestas apropiadas ante varamientos y los procedimientos de reporte”.

Con estas carencias en mente, la Red de Varamientos busca ahora mejorar los baches de información y afinar sus futuros esfuerzos de divulgación para corregir estas deficiencias. De eso dependerá no sólo la calidad de los datos que obtengan y por lo tanto el conocimiento sobre las especies de mamíferos marinos que aparecen en las costas uruguayas, sino también el bienestar de muchos de esos animales.

De acuerdo al trabajo, entre 2018 a 2022 la Red de Varamientos reportó 1.989 varamientos de mamíferos marinos en Uruguay. El mayor número corresponde al departamento de Rocha (55,6%), seguido por Maldonado (21,6%), Canelones (12,7%), Montevideo (7,2%), San José (1,5%) y Colonia (1,2%). Según Diana, los reportes han ido en aumento año tras año, a medida que el público conoce más sobre esta iniciativa.

La megafauna acuática sigue siendo una fuente de asombro y fascinación para los seres humanos, como queda claro por la repercusión mediática que obtienen las apariciones de estos animales en las costas del país. En los últimos tiempos hemos ido sustituyendo los cuchillos por los celulares, pero aún estamos aprendiendo a interactuar con ellos en la playa, esa franja tan preciada donde se conectan su mundo y el nuestro.

Artículo: Reporting marine mammal strandings in Uruguay: a characterization of people’s perceptions, interests and motivations
Publicación: Anthropozoologica (abril de 2025)
Autores: Diana Szteren.

Pequeña guía ante varamientos

Si ves un mamífero marino varado (muerto o con problemas) en las playas, podés reportarlo al celular de la Red de Varamientos Uruguay (096 019 284) enviando una foto, el lugar exacto donde se produjo y la fecha. También podés descargar la aplicación Epicollect5 en tu teléfono y elegir el proyecto Varamientos Uruguay, que toma tu ubicación por georreferenciación y te permite subir imágenes. Antes de hacerlo, conviene repasar sin embargo cómo actuar ante cada caso.

Lobos, leones y elefantes marinos (o cualquier otro pinnípedo):

  • Si ves uno de estos animales descansando en la playa, no es necesario reportarlo ni hacer nada, excepto si hay personas interactuando con él o molestándolo. Mantené una distancia mínima de diez metros y procurá no perturbarlo, arrojarle agua ni intentar que vuelva al mar. Si tenés perros, mantenelos atados y lejos.

  • Si está lastimado, tiene objetos extraños (como redes de pesca o plásticos) o muestra conductas erráticas, reportalo a la Dinara (2400 4689), el Ministerio de Ambiente (098 490 889) y la Red de Varamientos Uruguay.

  • Si tenés dudas sobre su estado, mandá un video o foto a la Red de Varamientos.

  • Si está muerto, reportalo a la Red de Varamientos.

Delfines y ballenas (y cualquier otro cetáceo)

  • Si está vivo, reportalo inmediatamente a la Dinara y el Ministerio de Ambiente. También podés dar aviso a la Red Nacional de Asistencia a Cetáceos Renace (099 837 644 o 091 711 331) y a la Red de Varamientos Uruguay. No intentes trasladarlo ni devolverlo al agua por tu cuenta.

  • Si está muerto, reportalo a la Red de Varamientos Uruguay.

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