Hay algo profundamente simbólico –y a la vez dolorosamente irónico– en que Uruguay tenga al Sol en su bandera, al cielo en su camiseta y, últimamente, Astronomía como materia optativa en la educación media. Flamea el Sol de Mayo sobre nuestras instituciones y nos vestimos de celeste cuando salimos al mundo. Pero en las aulas algo ha cambiado: ya no es necesario “mirar hacia arriba”. Astronomía, que se ha enseñado de manera curricular en Secundaria desde los inicios de nuestra educación formal, ha sido desplazada del currículo obligatorio y relegada a una optativa bajo el nombre Ciencias del Espacio y Tecnologías Aplicadas.
El cambio se justificó bajo la lógica de modernizar contenidos, de conectarlos con nuevas tecnologías, de actualizar enfoques. ¿Qué perdemos cuando convertimos una ventana al Universo en un pasillo lateral? Superficialmente, es una decisión técnica. Pero va más allá: es profundamente simbólico. Es un gesto que dice mucho sobre hacia dónde dirigimos, como sociedad, nuestra mirada.
El Sol de la bandera no es un adorno decorativo. Representa al dios solar inca Inti y es herencia directa de los pueblos originarios andinos. Su inclusión en la insignia nacional fue un acto político y cultural: los fundadores del Uruguay independiente eligieron colocar al astro rey como símbolo de renacimiento, autonomía y emancipación. Poner al Sol en el pabellón es proyectarse hacia el porvenir, es inscribir el tiempo celestial en la memoria y sentido colectivo. ¿Cómo explicamos a nuestros estudiantes que su bandera alude a un astro al que ya no vale la pena estudiar salvo por elección personal?
Lo mismo podría decirse del color celeste. Cuando juega la celeste, de fútbol o de cualquier otra disciplina, no se grita solamente por el equipo, se grita por la camiseta color cielo. Es un símbolo compartido, una extensión emocional del cielo patrio. Llevamos ese color con orgullo porque nos representa; ese cielo abierto y limpio de nuestra penillanura levemente ondulada forma parte de nuestra identidad.
¿Qué sucede cuando ya no enseñamos a levantar la mirada?
Desde una mirada antropológica, el cielo ha sido, desde siempre, un espejo de la humanidad. Las culturas más diversas, separadas por miles de años y kilómetros, han coincidido en una práctica fundacional: mirar el firmamento. El cielo nos dio dioses, calendarios, ciclos, mitos, preguntas. En todas las civilizaciones, el gesto de levantar la vista fue también un gesto de trascendencia. Mirar hacia arriba no es sólo observar: es proyectarse, imaginar, comprender que hay algo más allá del aquí y ahora.
Cuando dejamos de enseñar Astronomía como parte del tronco común, algo de ese impulso se apaga. Ya no sólo se trata de aprender sobre estrellas o planetas. Se trata de formar una ciudadanía que sepa ubicarse en el tiempo y en el espacio, que comprenda los límites del planeta que habita, que cultive la humildad cósmica y el pensamiento crítico. La astronomía no enseña sólo contenidos: enseña escalas, de tiempo, de distancia, de complejidad.
Desde lo sociológico, convertirla en optativa es también segmentar quién accede a esa experiencia. Queda reservada para quienes tienen previamente el capital –en su concepción más amplia– para elegirla, para quienes reciben estímulos externos o cuentan con docentes que la promuevan. Aun así, deja de ser un derecho compartido, un horizonte común de sentido. Se convierte en una elección más entre muchas, y como toda elección en un sistema desigual, no se distribuye de forma equitativa. ¿Quién elige hoy cursar Astronomía?
En lo psicológico, este corrimiento tiene consecuencias. La enseñanza de la astronomía no busca que todos los estudiantes sean futuros astrónomos. Forma miradas amplias, pensamiento crítico, imaginación científica. Enseña a tolerar la incertidumbre, a formular preguntas sin respuestas inmediatas, a comprender procesos que nos exceden en tiempo y escala. ¿No es eso lo que más necesitamos en la coyuntura global actual?
Lo paradójico es que esta decisión se toma en un país que ha sido reconocido internacionalmente por su singular tradición astronómica. No sólo por contar con planetarios o por el desarrollo de su comunidad científica, sino porque integraba el cielo al currículo desde hacía décadas. Tanto Carl Sagan como Reinhard Genzel, dos de las voces más reconocidas en la ciencia, han intervenido públicamente para defender esa tradición. Ellos, junto con más figuras preponderantes, lo hicieron porque entendieron que no era una situación menor: que Uruguay enseñara astronomía a todos sus adolescentes era un gesto de civilización, una apuesta al futuro.
Pero ahora parecemos desandar ese camino. Mientras el Sol sigue brillando, en el cielo y en la bandera, y la celeste sigue uniendo multitudes en estadios y calles, en nuestras aulas se va apagando la conexión con el cielo.
No hay que defender la astronomía desde la nostalgia ni pensar que está destinada a un elitismo académico. Se defiende porque nos ayuda a pensar como especie, porque nos forma como habitantes de un mundo finito en un universo que apenas entendemos. Porque mirar hacia arriba no es evadir, sino entender de dónde venimos y hacia dónde podemos ir. Es una defensa de la coherencia entre lo que decimos ser y lo que enseñamos.
Sagan escribió: “La astronomía es una experiencia de humildad y de formación del carácter”. ¿Qué mensaje enviamos a nuestros jóvenes? No podemos enseñarles a nuestros jóvenes que el cielo es optativo.
Cuando era estudiante, Astronomía me enseñó algo que ninguna otra materia logró: no estamos en el centro de nada, habitamos un pequeño planeta que gira en torno a una estrella común, en una galaxia que no es más que una entre miles de millones. Esa perspectiva, lejos de ser desmoralizante, es profundamente formativa. Nos ubica, nos hermana, nos obliga a pensar a escala planetaria. ¿Cómo no verla como esencial?
Daniel Fernández González es docente de Astronomía egresado del Instituto de Profesores Artigas. Ciencia en primera persona es un espacio abierto para que científicos y científicas reflexionen sobre el mundo y sus particularidades. Los esperamos en [email protected].