Pantallazo rápido sobre las claves de esta investigación

  • Muchos mitos, prejuicios y moralinas, así como idealizaciones y minimización de los posibles efectos nocivos, rodean al consumo de distintas drogas. Generar información confiable y basada en ciencia siempre es relevante.
  • Motivado por casos registrados en hospitales de embarazadas que consumían marihuana durante la gestación, un equipo de investigación interdisciplinario de las facultades de Medicina, Ciencias y Química se propuso estudiar si fumar cannabis durante la gestación afectaba el desarrollo neuronal de los recién nacidos, así como en procesos cognitivos, en particular el aprendizaje y la memoria, en su etapa adolescente.
  • Dado que experimentar con seres humanos en gestación no sólo es complejo, sino que contraviene las normas éticas de la ciencia, los investigadores recurrieron a ratas de laboratorio, es decir, usaron un modelo animal.
  • Ratas embarazadas, a partir del día ocho de gestación y hasta el día 21, momento en que se produce el parto, estuvieron diez minutos diarios en una caja en la que se les vaporizó humo de cannabis con alto contenido de THC (a las ratas del grupo de control se les vaporizó solamente aire). Las ratas embarazadas entonces “fumaron” cannabis de modo pasivo.
  • Neuronas y otras células del hipocampo de las crías fueron analizadas. Reportan que “la supervivencia celular y la morfogénesis neuronal” no fueron afectadas por la exposición prenatal al cannabis vaporizado. En otras palabras, las células del hipocampo no presentaban diferencias en forma, número y demás características entre las vaporizadas con cannabis y las del grupo de control.
  • Al analizar la capacidad de respuesta y funcionamiento de tejidos del hipocampo de las crías sí encontraron efectos de la exposición al cannabis durante la gestación. Reportan una “remodelación presináptica” y una “regulación negativa del receptor cannabinoide tipo 1” en dos tipos de sinapsis, así como “un aumento del reclutamiento axonal y de la eficacia sináptica en las sinapsis del receptor cannabinoide tipo 1 del hipocampo”.
  • Cuando las crías llegaron a la adolescencia (a los 30 días de haber nacido), tanto las de madres expuestas a cannabis durante la gestación como las del grupo de control fueron sometidas a dos pruebas relacionadas con el aprendizaje y la memoria. En una de ellas no hubo diferencias, pero en la prueba denominada de Ubicación de Objetos, las crías del grupo expuesto a cannabis mostraron “déficits en la memoria espacial”.
  • Por todo ello, el trabajo publicado señala que sus hallazgos “demuestran que la exposición al vapor de cannabis de alta potencia durante el embarazo conduce a cambios significativos en la remodelación y eficacia sinápticas, el reclutamiento axonal y consecuencias cognitivas a largo plazo en la descendencia”.
  • Esto que vieron no puede extrapolarse a los seres humanos diciendo que fumar marihuana durante el embarazo indefectiblemente tendrá consecuencias negativas en el desarrollo neuronal y en el posterior desempeño cognitivo de las hijas e hijos de las madres que lo hicieron, pero es evidencia contundente de que el consumo de cannabis durante el embarazo aumenta el riesgo de que eso suceda.
  • Con más información basada en evidencia, las autoras y autores del trabajo esperan que las futuras madres puedan tomar mejores decisiones respecto del consumo de marihuana durante sus embarazos.
  • La investigación se destaca de otras similares realizadas en otras partes por dos motivos: por un lado, las ratas inhalaron humo de cannabis en lugar de recibirlo por inyección o vía oral; por el otro, en lugar de consumir THC sintético o puro, aquí los animales “fumaron” el humo de flores completas producidas por un club cannábico de Maldonado, lo que es más similar a lo que sucede en la vida real, algo posible por la regulación del cannabis en Uruguay.

Como casi todo en la vida, determinar qué nos resultará perjudicial dependerá de un tema de cantidades, frecuencia y momento en que lo que sea de lo que estemos hablando se nos cruce por el camino. Para poder vivir nuestros organismos necesitan pequeñas cantidades de sodio, pero el exceso frecuente, y a lo largo del tiempo, de la sal en nuestra comida puede producir alteraciones varias, como un peligroso aumento de la presión. El mejor intencionado de los medicamentos puede tener efectos adversos de variado tipo si se toma o bien en cantidades o períodos mayores a los indicados, o bien cuando no lo necesitamos.

Hay otras sustancias, como el alcohol, el tabaco o la marihuana, entre otras a las que accedemos en forma voluntaria, que no necesitamos para vivir pero elegimos consumir. Cuánto, cómo, en qué ocasiones y por qué motivo las dejamos o no ser parte de nuestra vida son factores que incidirán bastante en si nos harán daño e, incluso, en si el daño que puedan llegar a provocar vale o no la pena.

Las tres sustancias recién mencionadas están entre las drogas más consumidas en nuestro país y en buena parte del planeta. Como sabemos, cuando hablamos de drogas, prejuicios, moralinas y mitos, así como idealizaciones, información errónea y minimización de sus posibles efectos nocivos, de inmediato se cruzan en nuestro camino. Eso sin contar a quienes están dispuestos a librar guerras contra ellas, que tienden a demonizar cualquier cosa al respecto, ni a los libertarios extremistas, para quienes todos somos tomadores racionales de decisiones en igualdad de condiciones y que, por lo tanto, cinchan por un cada cual que se maneje como mejor le parezca. Encima, si a las drogas les sumamos el embarazo, las arenas se hacen aún más movedizas. Así que la información que se pueda aportar al respecto siempre es bienvenida.

Justamente eso aborda una fabulosa investigación realizada en nuestro país y que acaba de ser publicada en una revista internacional. El título explícito del artículo, “La exposición prenatal al cannabis vaporizado de alta potencia afecta la remodelación y eficacia sináptica del hipocampo, la excitabilidad axonal y la memoria en la descendencia”, si bien comunica rápidamente los hallazgos, no agota lo relevante de la investigación de Andrea Cairus, Facundo Brizolara, Héctor Kunizawa, Vanina Clouzet, Giuliana González, Marcela Alsina, Michel Borde y Nathalia Vitureira, de la Unidad Académica de Fisiología de la Facultad de Medicina de la Universidad de la República (Udelar), Lucía Dellepiane y Eleuterio Umpiérrez, de la Unidad de Medio Ambiente, Drogas y Doping del Instituto Polo Tecnológico de Pando, Santiago Fernández y Carlos García, del Departamento de Química Orgánica, ambos de la Facultad de Química de la Udelar, y José Pedro Prieto, del Laboratorio de Neurociencias de la Facultad de Ciencias de la Udelar.

Así que, más rápido de lo que la felicidad inunda a una pareja que acaba de tener un test positivo en un embarazo deseado, salimos disparados a la Facultad de Medicina al encuentro de Nathalia Vitureira y José Pedro Prieto para conversar sobre esta investigación que se deriva de la tesis de doctorado de Andrea Cairus.

Una investigación que parte de la clínica

¿Cómo surge esta línea de investigación? Del maravilloso hecho de que nuestras investigadoras e investigadores andan con los ojos y oídos bien abiertos.

“La idea se fue gestando por el interés de dos estudiantes de Medicina del laboratorio de Comunicación Sináptica de la Unidad Académica de Fisiología, Vanina Clouzet, que estaba en una etapa avanzada de la carrera, y Andrea Cairus, primera autora del trabajo, que hizo acá la maestría, se fue a hacer la residencia de Pediatría y después volvió para hacer su doctorado”, cuenta Nathalia. “Su interés venía porque en la clínica veían muchas mujeres embarazadas que declaraban haber consumido drogas. Por otro lado, había reportes publicados de niños con madres que habían consumido drogas que presentaban ciertos déficits durante el aprendizaje escolar. Ellas quisieron empezar a unir ambas cosas y profundizar en la temática”, agrega.

Pero claro, para abordar el tema, lo que pasaba en la clínica ofrecía dificultades. “Allí uno no puede controlar qué es lo que consume la madre, si consume una única droga o varias, además de otros factores que pueden estar incidiendo para poder estudiar el impacto del consumo de determinada droga en los recién nacidos, al corto y mediano plazo”, señala Nathalia. José Pedro la secunda: “El multiuso de drogas durante el embarazo, y fuera de él también, es de lo más común”. Más aún, Nathalia suma que “en la clínica tampoco se puede controlar de dónde obtienen el cannabis, qué porcentaje tiene de cannabinoides”, entre otras cosas, por lo que se decantaron por “tratar de abordar la problemática desde el laboratorio”, donde podrían controlar esas y muchas otras variables.

Hace unos tres años pusieron el proyecto en marcha y se incorporó José Pedro. “Josepe tenía bastante experiencia y trabajos publicados con cannabis y pasta base”, justifica Nathalia. “Si bien este trabajo aborda el consumo de marihuana durante la gestación, otra parte del proyecto, impulsada por Vanina Clouzet, consiste en trabajar con pasta base y cocaína”, dice José Pedro. “Unimos las experiencias de cada uno para ver cómo podíamos abordar estas preguntas y avanzamos en esta línea de trabajo, tanto con Vanina como con Andrea”, redondea.

El problema del cannabis y el embarazo

“Sobre el tema hay cosas publicadas dado que hoy, a nivel mundial, ha aumentado el consumo de cannabis durante el embarazo, por lo que es una preocupación importante”, sostiene José Pedro. “Hay autores que apuntan a que esto puede deberse, entre otras cosas, a que tanto el cambio de legislación respecto del uso de cannabis medicinal y adulto o recreativo en algunos países como una mayor accesibilidad al cannabis pueden haber contribuido a que disminuya la percepción de riesgo de su consumo. También podría suceder que al ser legal en algunos contextos se declare más su uso. A eso se suma una tendencia a la desconfianza hacia otros medicamentos más tradicionales”, agrega.

En el trabajo citan literatura que aborda este último aspecto. “Mujeres embarazadas informan que se automedican con marihuana para aliviar las náuseas, los vómitos y el insomnio, ya que lo perciben como una alternativa natural y más segura que los medicamentos recetados”, dicen en referencia a artículos publicado en otros países en 2019 y 2020, uno de ellos titulado “Creencias y actitudes respecto al consumo prenatal de marihuana: perspectivas de mujeres embarazadas que reportan su consumo” y el otro “Tendencias en el consumo de marihuana entre mujeres embarazadas con y sin náuseas y vómitos durante el embarazo”. “En la percepción de bajo riesgo tiene que ver también la idea de que es un producto vegetal natural, tanto que muchas veces no se declara”, amplía José Pedro.

Es sabido que durante el embarazo lo mejor es recurrir sólo a aquellos medicamentos estrictamente necesarios, porque tanto analgésicos y antibióticos como otros más específicos pueden afectar a las criaturas que las madres llevan en sus vientres. Al ser algo natural, la marihuana podría hacerles bajar la guardia. Y aquí es donde entra en juego un detalle importante: los seres humanos tenemos receptores para los cannabinoides porque los producimos en nuestros cuerpos. Estos endocannabinoides juegan un papel muy importante en la regulación de la excitación e inhibición de muchos procesos. Es por eso que el consumo de cannabis en las embarazadas puede afectar el desarrollo de sus hijos e hijas, ya que esos receptores de endocannabinoides comienzan a desarrollarse durante la etapa embrionaria.

Embarazo y consumo de marihuana en Uruguay

En el trabajo citan autores que reportan que el consumo de marihuana durante el embarazo viene en aumento en algunas partes. Por ejemplo, Kelly Young Wolff y colegas publicaron en 2022 que el reporte de su uso se incrementó en California entre 2012 y 2022. En el artículo, destinado a un público internacional, no hay datos sobre Uruguay, pero los tenemos gracias a trabajos que hicieron encuestas de autorreporte de consumo de sustancias de embarazadas en el Centro Hospitalario Pereira Rossell, llevados a cabo desde 2013, entre otros, por Mario Moraes y Helena Sobrero, del Departamento de Neonatología.

Mientras que en 2013 sólo 1,57% de las 319 embarazadas que participaron en la encuesta reportaron haber consumido marihuana alguna vez durante el embarazo, el porcentaje saltó a 10,85% en 2016, lo que causó cierta alarma porque entre ambas mediciones lo que había cambiado había sido la aprobación del marco que regula el consumo de cannabis en nuestro país. Sin embargo, un trabajo similar, que abarcó esta vez a 305 embarazadas del Pereira Rossell, indicó que en 2020 el porcentaje de las que habían consumido cannabis durante el embarazo bajó a 5,9%. En 2023 ese porcentaje volvió a subir a 10,27%.

Estos datos deben ser analizados con precaución. No podemos decir que el consumo esté subiendo ni afirmar livianamente que ese aumento posterior a 2013 se deba a la regulación. Lo cierto es que hay embarazadas en nuestro país que sí están consumiendo cannabis (llama aún más la atención el alto consumo de alcohol durante el embarazo, lo que debería instarnos a acciones inmediatas, pero eso es tema para otra nota).

“Más allá de si el consumo de marihuana ha aumentado o no en las embarazadas, lo que se sabe es que es una de las drogas que se utilizan. Tampoco sabemos si hay un aumento sostenido sólo por la legalización, como tampoco creo que el hecho que se reporte o no dependa sólo de eso, porque como mamá sabés que por más que esté legalizado, el consumo de marihuana durante el embarazo es algo que no es el escenario ideal”, comenta Nathalia. “Lo que hay son posibles explicaciones, entre ellas la baja percepción de riesgo. Eso no quiere decir que la regularización en sí genere un problema mayor de consumo durante el embarazo”, afirma José Pedro. Lo importante es qué hacemos con esto.

“Los datos que tenemos nos llevan a pensar en la necesidad de generar información, de cuidar esa baja percepción de riesgo, de trabajar la concientización, pero no tiene por qué ser un argumento para ir en contra de la regulación”, dice José Pedro.

En ese sentido, el trabajo que publican arroja luz: queda claro que fumar marihuana durante el embarazo no es algo inocuo. “Creo que el trabajo tiene un impacto muy importante porque el consumo lo restringimos a la gestación. Una vez que las crías nacían, dejaron de recibir la marihuana”, remarca Nathalia. “Por otro lado, luego de que las crías fueron expuestas a la marihuana por el consumo de sus madres durante la gestación, al mes hicimos estudios en ellas y vimos que el impacto sigue estando. Entonces es un impacto realmente restringido a la exposición durante la etapa gestacional, lo cual no es menor”, agrega.

Pero además hay dos puntos fuertes que hacen que el trabajo sea realmente valioso.

Dos aportes desde Uruguay

“Cuando empezó la idea de esta línea de trabajo, era un tema que despertaba interés y en el que ya había publicaciones y trabajos al respecto. Nuestra pregunta entonces fue qué podíamos aportar desde acá y qué ventajas teníamos para trabajar estando en Uruguay, con el avance que ha habido en el tema”, cuenta José Pedro.

Tras pensar en el asunto, aparecieron ventajas diferenciales. “En la mayoría de los trabajos publicados, la administración de la droga se da o bien por una inyección o por vía oral, lo cual no reproduce la vía más frecuente de consumo en humanos”, dice José Pedro, y agrega que la vía de administración afecta la farmacocinética del compuesto, “lo que puede cambiar muchísimo los efectos que genera”.

En el trabajo que realizaron en la Facultad de Medicina, las ratas gestantes inhalaron humo de marihuana en una cámara especialmente diseñada para ello. De esta manera, “fumaron” porro, o al menos estuvieron expuestas a la marihuana de una forma más parecida a su consumo más frecuente en humanos.

El método de aplicación implicaba el uso de un vaporizador, y en el trabajo le agradecen a Pablo Torterolo por haberles prestado el de su laboratorio. “No es un sistema de vaporización específico, es el que tienen las familias en su hogar para vaporizar”, aclara Nathalia, que explica que gracias a él obtuvieron “una exposición al humo que es más bien pasiva”.

El trabajo no se destaca sólo por la vía de administración –esta “cámara de fumar porro pasivamente”–, sino también por lo que “fumaron” los animales. En la mayoría de los estudios de otras partes se recurre a THC sintético o puro. “Eso tampoco es lo que sucede en la realidad cuando se consume cannabis”, comenta José Pedro. Acá las cosas fueron distintas.

“El marco regulatorio de Uruguay, y también el apoyo del Instituto de Regulación y Control de Cannabis (Ircca), nos ayudó a trabajar con las flores completas, que es el cannabis tal cual llega a las personas que consumen”, cuenta José Pedro. “Trabajamos con flores del Club Cannábico La Planta, que tuvo muy buena disposición para colaborar en la investigación, y eso fue fundamental para que pudiéramos obtener el material”, dice. “Al consumir la flor hay un montón de compuestos que pueden tener un rol, capaz que no directo, pero sí pueden potenciar efectos o disminuirlos”, enfatiza.

“Trabajar con el cannabis completo de un club cannábico, y además con una vía de administración similar a la del consumo humano, generó un modelo un poco más cercano a lo que sucede en la realidad, y creo que eso fue un diferencial de nuestra investigación al compararla con otros trabajos que hay en el tema”, redondea satisfecho José Pedro. Y ser más realistas tuvo consecuencias positivas: “Todo eso permitió que viéramos efectos que son distintos, o algunas diferencias con otras cosas publicadas en investigaciones que trabajaron con THC puro o con otras vías de administración”, señala.

Pero así como había ventajas, también se presentaban dificultades. “Trabajar con flores y con esta vía de administración complejizaba bastante el trabajo, porque una vez que obtenemos ese cannabis, tenemos que analizar su composición para ver si es comparable o no con otros reportes que se han hecho en cuanto a los niveles de THC y otros cannabinoides. Para eso establecimos colaboraciones con Carlos García, de la Facultad de Química, para poder analizar la composición”, cuenta Nathalia.

El cannabis del club que “fumaron” las gestantes tenía un alto contenido de THC. Comparado con el que se vende en las farmacias, el más similar sería el de la variedad Gamma, que tiene al menos 15% de THC y menos de 1% de CBD. La variedad Épsilon es aún más potente, ya que tiene 20% o más de THC y menos de 1% de CBD. “El que nosotros empleamos tenía 14,7% de THC, lo que se considera ya de alta potencia. Cuando empezamos el trabajo, la variedad Épsilon no estaba disponible”, comenta José Pedro.

“Por otro lado, tuvimos que cerciorarnos de que esos cannabinoides presentes en el humo que respiraban los animales efectivamente estaban llegando a la sangre”, dice luego Nathalia. “Eso implicó la colaboración con el Polo Tecnológico de Pando, donde con Eleuterio Umpiérrez se hicieron los análisis de cannabinoides en plasma. Toda esta investigación demandó un grupo de trabajo ampliado y una colaboración bien activa entre varias personas, que estuvo bien interesante”, celebra José Pedro.

Vayamos entonces a lo que encontraron.

Porreras pero buenas madres

Algo que vale la pena destacar es que estas “madres porreras”, por decirlo de alguna manera, eran tan buenas madres como las que no habían estado expuestas a humo de cannabis. Pasaron el mismo tiempo amamantando a sus crías, acicalándolas y o poniéndose encima de ellas para darles calor que las otras. Sus crías tuvieron el mismo peso y tamaño, algo que en otros reportes de consumo de marihuana durante el embarazo sí se había señalado.

“Dado que quienes reciben la droga son las madres, una cosa importante en el estudio fue evaluar el comportamiento maternal”, señala José Pedro. “Las crías de la rata son lo que se llaman altriciales, que quiere decir que no nacen con el desarrollo completo, es como que todavía les falta un poquito de horno. Tienen los ojos cerrados, no pueden regular su temperatura, necesitan la estimulación de la madre para orinar y defecar, etcétera. Entonces si el cannabis afecta el cuidado maternal, eso puede cambiar completamente las respuestas comportamentales y neurobiológicos de las crías”, amplía. “Era muy importante poder estudiar eso y descartarlo o no”, complementa Nathalia.

Como dijimos, no hubo diferencias. “Esto también nos habla de que la intervención no fue desmedida o muy fuerte. Si bien inhalaron cannabis de alta potencia, se lo administramos una vez por día, durante diez minutos”, dice José Pedro, que de todas formas destaca que si bien se trató de un protocolo de exposición crónica moderado, igual vieron efectos a largo plazo. Y hay otra cosa interesante a destacar.

Foto del artículo 'Seguir fumando marihuana durante el embarazo es una muy mala idea: reportan efectos perjudiciales para los recién nacidos'

“Aquí hubo una exposición pasiva al humo. Si bien es un espacio reducido, esto habla también de la exposición pasiva al humo de cannabis durante el embarazo”, destaca José Pedro. “A veces puede ocurrir, dada esa baja percepción del riesgo, que la mujer embarazada no fume cannabis, pero puede estar compartiendo un cuarto pequeño donde sí hay otra gente fumando. Esto no lo decimos para generar alarma, pero sí para dejar claro que la vía pasiva también incide”, sostiene.

Lo que dice José es relevante y es importante que lo tengan en cuenta quienes conviven con embarazadas y fuman marihuana. Así como hablamos de fumadores pasivos de tabaco, también podemos hablar de fumadores pasivos de marihuana. “Y si hay embarazadas alrededor, eso merece un cuidado”, comenta Nathalia.

Cannabis y embarazo: viendo el impacto en el sistema nervioso

Estas ratas estuvieron expuestas a humo de flores de cannabis con alto contenido de THC durante diez minutos diarios entre el día 8 y el 21 de gestación. En el trabajo fueron a ver qué había pasado en los tejidos del hipocampo de algunas de las ratas expuestas al cannabis, así como del grupo de control. Analizaron tanto su forma como su tamaño, proyecciones y demás. También hicieron análisis fisiológicos en este tejido para evaluar la función sináptica y excitabilidad neuronal –la capacidad de las neuronas para responder a estímulos–, entre otros.

“Una de las preguntas iniciales que teníamos era saber si esto repercutía de alguna manera en el aprendizaje o en diferentes tipos de memoria de las crías, ya que justamente los reportes sobre humanos mostraban que habría un déficit, por ejemplo, en el aprendizaje escolar”, comenta Nathalia. “Elegimos el hipocampo como tejido que subyace a procesos relevantes del aprendizaje y la memoria”, explica, y agrega que su grupo ya tenía experiencia trabajando con células de esa estructura cerebral, “tanto generando cultivos disociados, como en abordajes desde el punto de vista de la inmunocitoquímica o de electrofisiología, como lo hicimos en este trabajo en colaboración con Michel Borde”, dice.

Al ver qué pasaba con las células del hipocampo de las crías de “madres porreras”, no encontraron grandes diferencias respecto de las crías de “madres no porreras”. “La supervivencia celular y la morfogénesis neuronal no se ven afectadas por la exposición prenatal al cannabis vaporizado”, reportan en el artículo.

No hubo diferencia tampoco en el número de glías ni en la densidad de neuronas por milímetro cuadrado, por lo que no hubo una incidencia de esta exposición a cannabis durante la gestación en la “modulación de la arquitectura neuronal”.

Sin embargo, cuando hicieron las pruebas fisiológicas sí notaron algunas diferencias. “Descubrimos que la exposición prenatal al cannabis vaporizado indujo la remodelación presináptica de las neuronas hipocampales en las crías, tanto en condiciones basales como dependientes de la actividad, al aumentar la abundancia del transportador de glutamato vesicular sináptico 1 y el total de vesículas sinápticas reciclables”, reportan. También dicen que este fumar pasivo durante la gestación “indujo una regulación negativa del receptor cannabinoide tipo 1 en las sinapsis glutamatérgicas y GABAérgicas”, y que “se observó un aumento del reclutamiento axonal y de la eficacia sináptica en las sinapsis del receptor cannabinoide tipo 1 del hipocampo de las crías jóvenes”.

El trabajo está lleno de imágenes de las neuronas y cultivos que reflejan todo esto. “Las neuronas son muy fotogénicas y fueron seleccionadas para que estén en la tapa de la revista”, adelanta Nathalia. Efectivamente, el número del Journal of Neurochemistry en que aparece el artículo luce una imagen del cultivo celular de hipocampo. Pero el trabajo no se detuvo en constatar estos cambios.

“Luego, hicimos pruebas de comportamientos que dependen principalmente del hipocampo”, dice Nathalia en referencia a la prueba de reconocimiento de un objeto nuevo y a la de ubicación de objetos.

“Nos quedamos contentos porque, dentro de lo que se puede hacer a veces en los estudios, hicimos algo bastante integral, porque vemos las acciones a nivel de cultivo, en el desarrollo de sinapsis, en la morfología de las células del hipocampo, luego en otra escala de la organización, ya a nivel fisiológico, como es la actividad eléctrica a nivel más funcional en rodajas de hipocampo donde los circuitos están más intactos, y después ya a un nivel de comportamiento, que de alguna manera es el resultado de todo lo que pasa en los otros niveles”, comenta José Pedro. “Poder medir los efectos en esos tres niveles nos ayudó a entender más lo que estaba pasando y a unir las cosas en la discusión de los resultados”, agrega. Así que vayamos al siguiente nivel.

Cannabis y embarazo: viendo impactos en el comportamiento

Las pruebas de comportamiento, tanto la de reconocimiento de un objeto nuevo como la de ubicación de objetos, se realizaron cuando las crías tenían entre 30 y 35 días, edad en que las ratas ya se consideran adolescentes. Vale remarcar que luego de que sus madres inhalaron cannabis durante el embarazo, las crías del grupo expuesto no volvieron a consumir cannabis.

José Pedro nos cuenta un poco sobre la prueba de reconocimiento de un objeto nuevo. “Básicamente los animales están expuestos a dos objetos particulares. Estos roedores son muy curiosos, entonces enseguida los van a olfatear y explorar. Al otro día se cambia uno de esos objetos y se pone otro distinto. Lo que suele ocurrir es que, como recuerdan el objeto anterior, pasan más tiempo explorando el objeto nuevo porque les llama más la atención”, señala. “Cuando los animales tienen algún problema con la memoria de reconocimiento, la memoria explícita, lo que pasa es que no recuerdan el primer objeto y los dos objetos son nuevos, entonces pasan el mismo tiempo explorando cada uno”.

Pues bien, en esa prueba reaccionaron de la misma manera las ratas adolescentes que habían estado expuestas a cannabis durante la gestación y las que no lo habían hecho. “Al analizar el impacto a largo plazo de la exposición prenatal al cannabis vaporizado en ratas jóvenes, observamos que la memoria de reconocimiento no se vio afectada en ninguno de los dos sexos”, reportan en el artículo.

“La otra prueba está más asociada a los procesos de memoria espacial”, explica entonces José Pedro, la de ubicación de objetos. “En ella, en las paredes de la caja donde está el animal se ponen claves visuales que lo guían en el espacio. Los objetos colocados son exactamente iguales en el primer y el segundo día, con la diferencia de que al día siguiente uno cambia la posición. El animal, si recuerda las claves espaciales, pasa más tiempo explorando el objeto que cambió de lugar”, relata.

“La memoria espacial, que depende en gran medida de la actividad del hipocampo, se vio particularmente afectada en ambos sexos por la exposición prenatal al cannabis”, reportan en el artículo. Los hijos e hijas de ratas expuestas a cannabis durante el embarazo tuvieron dificultades para recordar qué objeto había cambiado de lugar y cuál no.

“En esta prueba, que se centra más en funciones relacionadas con el hipocampo, vimos cambios, pero en la otra no”, comenta Nathalia. “Es interesante, porque si bien el proceso de aprendizaje y la memoria están muy asociados al hipocampo, también tienen sus particularidades. Lo que vimos habla de la especificidad de las afectaciones, que a veces son muy sutiles”, agrega.

“Fue algo bueno que decidiéramos hacer ambas pruebas, porque el modelo más utilizado para evaluar cosas de memoria es el primero, el del reconocimiento de objetos novedosos, que es justo en el que no vimos ninguna diferencia”, dice José Pedro. Si no lo hubieran hecho, podrían haber concluido que esta exposición al cannabis durante la gestación no afectaba para nada la memoria de las crías al llegar a la adolescencia.

Así las cosas, en el trabajo hablan de efectos a largo plazo, ya que, recordemos, se vieron en ratas adolescentes que habían estado expuestas in utero al cannabis hacía más de 30 días. “Se identificaron deterioros cognitivos duraderos durante la adolescencia, incluyendo déficits en la memoria espacial en crías machos y hembras”, reportan. Sin querer ser catastrofistas ni deterministas, sí podemos decir que lo que pasa durante el embarazo condiciona cosas que pueden desencadenarse o manifestarse mucho después.

“Podríamos decir que lo que pasa durante el embarazo puede aumentar o disminuir vulnerabilidades”, afirma José.

“Lo que nosotros vemos no es algo determinante, pero nos indica que el consumo de marihuana durante el embarazo puede aumentar la vulnerabilidad a tener quizás algunas dificultades o algunas limitaciones a nivel de memoria, por ejemplo, y de aprendizaje, más adelante”, comenta. “Pero en humanos el asunto es mucho más complejo, y que exista una vulnerabilidad no quiere decir que eso sea algo que se vaya a cumplir necesariamente. Hay un montón de procesos, factores e, incluso, intervenciones que entran en juego, cosas que se dan durante el desarrollo, desde el entorno, la vulnerabilidad socioeconómica, la trama de redes sociales, el acceso a sistemas educativos, la alimentación, etcétera. Lo que sí estaba bastante resaltado en la literatura, y nuestros resultados apoyan eso, es que es un factor de riesgo. El consumo de marihuana durante el embarazo aumenta la vulnerabilidad a que luego esas gurisas y gurises puedan tener algunos problemas en ese sentido”.

Trasladar todo lo que se ve en modelos animales a los humanos en situaciones reales no es aconsejable. Pero sí nos aportan datos interesantes, más cuando se trata de mamíferos como nosotros, que tienen receptores de endocannabinoides iguales a los nuestros y demás. Hay una serie de analogías que permite a estos investigadores titular su trabajo “La exposición prenatal al cannabis vaporizado de alta potencia afecta la remodelación y eficacia sináptica del hipocampo, la excitabilidad axonal y la memoria en la descendencia” sin hacer en ningún momento referencia a que trabajaron con ratas embarazadas y sus crías.

“El título ya era demasiado largo, no había espacio para agregar a las ratas”, bromea José Pedro. Más allá de eso, el trabajo apunta que los hijos e hijas de madres que consumen cannabis durante el embarazo podrían comenzar su vida ya con una desventaja, lo cual tiene sus costos.

“Arrancar la vida con una posible desventaja, a cualquier nivel, sea social, de acompañamiento, del entorno o, como aquí, de desarrollo cognitivo, condiciona lo que sucederá después”, coincide Nathalia.

“Aquí vimos lo que pasaba en la adolescencia, pero dejamos la puerta abierta para ver qué pasa cuando estos individuos ya son adultos. Esa será una de las cosas que queremos abordar más adelante”, agrega. En bandeja tienen también indagar otros aspectos. “Otra de las perspectivas para más adelante, incluso promovida por los revisores, es ver si podemos evaluar cosas que tienen que ver con aspectos a nivel emocional, como la susceptibilidad a situaciones de estrés relacionadas con problemas de ansiedad o depresión. La idea es trabajar con el mismo paradigma de exposición, pero ahí se abordarían otras áreas involucradas del cerebro y otros modelos de comportamiento”, adelanta José.

¿Qué decirle a una embarazada? ¿Y al Ircca? ¿Y al MSP?

Les pregunto qué le dirían a una embarazada, al Ircca o al Ministerio de Salud Pública. ¿Estaría bueno hacer una campaña de concientización enfatizando que la marihuana y el embarazo juntos no son una buena idea?

“Creo que concientizar e informar a la población siempre es saludable. Sin embargo, no hay que perder de vista que este trabajo se realizó en un modelo animal y no puede extrapolarse al ser humano de forma directa. Aun así, son hallazgos relevantes y pueden tenerse en cuenta a la hora de tomar decisiones”, reflexiona Nathalia. “Uno no puede estar diciéndoles qué hacer o qué no hacer a los demás, porque esas son decisiones individuales, pero sí al menos podemos aportar información relevante para concientizar. En ese sentido, es bueno que sepan que hay acciones que pueden llegar a tener consecuencias”, agrega.

“Es bueno conocer los posibles riesgos en todo lo que uno hace en todos los ámbitos de la vida. Acá lo que abordamos es que la exposición al cannabis durante el embarazo implica ciertos riesgos que es importante conocer”, apunta José Pedro. “En ese sentido, cuanta más información y conocimiento hay, cuanto más campañas para que eso se conozca, mejor. Generar información siempre va a sumar”, amplía.

“El conocimiento en sí mismo promueve el pensamiento crítico. Si sabemos los riesgos, podemos tomar una decisión consciente o coherente con lo que sabemos o lo que pensamos”, apuntala Nathalia.

Quien fume unas pitadas de porro alguna vez estando embarazada no estará condenando a la criatura que lleva en el vientre a malformaciones en su sistema nervioso, ni eso traerá trastornos cognitivos que se manifestarán aun cuando lleguen a la adolescencia como las ratas que aquí fumaron altos contenidos de THC todos los días desde el día 8 de gestación hasta el parto. Juzgar, alarmar y atemorizar a los demás nunca fue una buena receta para promover la salud. Este trabajo lo que sí le dice a esa persona que está atravesando un momento especial de su vida es que hay riesgos que vale la pena tener en cuenta.

En los autorreportes de consumo de drogas durante el embarazo de 2023, 38% de las 292 mujeres del Pereira Rossell dejaron de fumar marihuana cuando se enteraron de que estaban embarazadas. Poco más del 10% siguió haciéndolo. Tal vez esta información sobre el riesgo y el trabajo de promoción de salud que pueda implicar contribuya a bajar ese último porcentaje en futuros relevamientos. Y, una vez más, ¡qué lujo nuestra ciencia!

Artículo: Prenatal exposure to vaporized high-potency cannabis affects hippocampal synaptic remodeling and efficacy, axonal excitability, and memory in offspring
Publicación: Journal of Neurochemistry (julio de 2025)
Autores: Andrea Cairus, Facundo Brizolara, Héctor Kunizawa, Vanina Clouzet, Giuliana González, Marcela Alsina, Lucía Dellepiane, Santiago Fernández, Carlos García, Eleuterio Umpiérrez, Michel Borde, José Pedro Prieto y Nathalia Vitureira.