Daniel Abelenda (1962), aunque nacido en Salto, mantiene un estrecho vínculo con el departamento de Colonia y reside desde hace varios años en la ciudad de Carmelo.

Profesor de historia y de educación cívica en enseñanza secundaria, además de haber sido profesor adjunto de ciencia política e historia de las ideas en la Facultad de Derecho de la Universidad de la República, su formación y ejercicio de la docencia influyó en su escritura, abordando tramas donde la historia y la política cobran un especial realce. Asimismo, se dedicó desde joven al periodismo, siendo este otro elemento relevante para su lenguaje expresivo.

Publicó las novelas Secretos de Estado(2003), El día del plomo (2014) y El americano discreto (2017), que pueden enmarcarse en el género del policial-político; y cinco poemarios, habiendo aparecido los dos últimos, Hoja de Ruta (2018) y Los molinos de Dios (2020), por la editorial SOLAZUL Ediciones, que ahora nos entrega estos Relatos de Provincia (2021).

Esta serie de relatos, al igual que su narrativa pretérita, ahonda en vivencias de la infancia y juventud, teniendo como trasfondo la coyuntura política de las décadas del 60 y del 70, con los fenómenos de la guerrilla urbana y la dictadura.

Se reconstruye, además, el entorno pueblerino de la Colonia Valdense y la Nueva Helvecia del momento, donde los avances de la modernidad, con todo, llegaban un poco más rápido que a otros parajes del interior (en el cuento “Sócrates” se menciona que el liceo local era más “progresista y cosmopolita” que los que suele haber en otras ciudades del interior, “en aquellos tiempos de teléfonos negros con manija y operadora para larga distancia.”). En su discurso, apelando a una estrategia escrituraria que se constituye como sello personal, mezcla rasgos semánticos del periodismo, la crónica policial y la novela policial. Las similitudes de lenguaje, tema y ambiente le otorgan marcada unidad a los relatos. También la voz narrativa, que en buena parte de los cuentos se presenta como un periodista/escritor (alter ego fácilmente identificable con el propio Abelenda), contribuye a la homogeneidad, en cuanto a mundo y estilo.

La narración que abre el libro, titulada “Sócrates”, se ofrece como un bildungsroman, un camino de formación y aprendizaje. El epígrafe de José E. Rodó, de su parábola sobre la despedida de Gorgias, apunta en este sentido. La alusión al ensayista volverá a aparecer en la mención a la calle homónima de Nueva Helvecia. El relato es un homenaje al profesor y crítico literario Nelson Viera, apodado “El sapo”, quien fuera destituido por la dictadura.

El narrador, discípulo suyo en el bachillerato, vuelve a visitarlo a los años, a la casa materna ubicada en Rodó casi 18 de Julio, convertido ya en un novel escritor y llevando sus Relatos de Provincia. Este recurso cervantino y de la literatura española del siglo de oro, hibridando realidad y ficción e intercalando historias dentro de las historias, opera reforzando el carácter metaliterario de la narración.

El libro Relatos de Provincia, de este modo, existe tanto desde la materialidad que sostiene el lector en sus manos, como en el plano de la ficción. ¿Los dos libros serán el mismo? Por la convergencia entre narrador y autor, bastante presente en los otros cuentos, podemos sospechar que sí. Con el alumno vuelto maestro, se abre el camino para los siguientes relatos.

El segundo cuento, “1971: El huevo de la serpiente”, ancla en lo político, referenciando la fundación del Frente Amplio y la instalación de los comité de base. El clima de creciente intolerancia, lleva a que el padre del narrador comente: “Los fachos tienen miedo que ganemos, y quieren asustarnos. Creo que se vienen tiempos muy jodidos, hijo.”

“Por la cornisa” muestra los desvelos periodísticos del joven protagonista, derivando luego hacia un episodio de crónica roja. En un tono entre policial, jurídico y periodístico se menciona: “El Juez Letrado de Rosario ha solicitado su procesamiento por Tentativa de Homicidio especialmente agravado por premeditación y alevosía, dado que de los hechos comprobados, se deduce que el victimario planeó su accionar y utilizó una violencia excesiva (Policía Técnica extrajo dos balas más de las paredes del despacho)”.

El relato “El Informante” cuenta con una atmósfera noir, propia del género policial. Un viaje en taxi desde la parada de la ONDA, en Colonia Valdense, hasta el puerto de Colonia del Sacramento, concluye de manera fatal. El espionaje y la delación, que marcaron el paisaje de la guerra fría en el ámbito criollo y mundial, son los elementos que, entre lo explícito y lo implícito, subtienden este tenso relato.

El libro se cierra con el cuento “Habitación 13”, donde vuelve a asomar el estilo periodístico y los guiños a la novela policial (dados por la referencia obligada al Sherlock Holmes de Conan Doyle). Una “muerte dudosa” (¿suicidio?¿asesinato?) en un hotel de la zona, sacude la modorra pueblerina y activa una cadena de rumores que van desde los empleados del hotel hasta la dueña de una peluquería. Emerge también la homofobia, propia de la mentalidad epocal y de la pequeña aldea. El narrador, encarnado en el recurrente periodista/escritor, lleva a la policía una hipótesis acerca del “asesinato”. El relato se cierra, no obstante, sin que se sepa que sucedió con la “muerte dudosa”. La investigación emprendida por el protagonista, la cual pendula entre el periodismo y la ficción, se ofrece como una manera de escape ante la chatura pueblerina.

La voz narrativa, como la del propio autor, mediante la fabulación de crímenes y de tramas policiales, intenta trascender la grisura de la siesta lugareña. Si la realidad lleva al bostezo, hay que reinventarla, contarla de nuevo. Ese parece ser el mensaje que se empeñan por transmitir estos Relatos de Provincia.