1% de los habitantes de Uruguay son personas sordas. Esas 30.000 personas aproximadamente son hijos de padres y madres oyentes. Tal es el caso de Lucía Bonjour, diseñadora gráfica y estudiante de profesorado de Lengua de Señas, que perdió su audición al año y medio de vida luego de sufrir meningitis. “Cuando mi familia se enteró que yo era sorda se les cayó el mundo abajo”, contó Bonjour a la diaria. Ahora, con 29 años de edad, Bonjour se ha transformado en una referente de la comunidad sorda.
En esta entrevista Bonjour relata los años de su infancia, los momentos dolorosos a nivel familiar, la experiencia en Montevideo para poder estar con “los iguales”, y el momento actual en Carmelo, donde, en las próximas semanas, participará de una intervención que apunta a “generar más visibilidad, tener un impacto positivo y de más inclusión en la ciudad”.
“En Colonia estamos muy atrasados. Me enoja mucho mirar un informativo departamental y que no haya un intérprete. Tenemos que estar preguntando qué se dijo y qué pasó para estar informados”, lamentó.
¿Cómo fueron tus primeros años de vida?
Nací en Carmelo, una ciudad que está a 70 kilómetros de Colonia del Sacramento. Al año y medio de vida sufrí una meningitis que conlleva al diagnóstico de sordera. Viajamos junto a mi familia a Argentina a ver a un doctor especializado. Nos dijo que lo mejor era tratar de que sea una niña “oralizada”. La mayor parte de mi infancia la cursé mediante la oralización.
Fueron momentos difíciles para mi familia. A partir de este diagnóstico, comencé una rehabilitación oral en la escuela N° 2 de Colonia del Sacramento. En mi casa no se sabía lo que era la lengua de señas. Mi madre era maestra y a partir de dibujos y oralización de las palabras comencé a aprender algunas cosas.
¿A nivel personal y familiar, se sufrió tu etapa de crecimiento en la infancia?
Sí, mucho. Cuando a mi padre y a mi madre les dijeron que su hija era sorda no sabían nada al respecto, no tenían información. No había sordos en la familia. Mi madre pensaba que yo era la única sorda del mundo. Cuando comenzaron a transitar esta nueva etapa y descubrieron este mundo, se quedaron más tranquilos. Igualmente fueron años duros para ellos.
No sabían si yo iba a poder estudiar o progresar en mi vida. Hoy el pensamiento cambió y estamos todos muy felices.
¿Qué recuerdos retenés de tu infancia?
Viajaba en ómnibus a Colonia del Sacramento a la escuela N°2, que tiene un aula para sordos. Yo quedaba sola. No entendía nada. La comunicación con los otros compañeros al principio era difícil porque no hablaba la Lengua de Señas Uruguaya (LSU). Compartíamos el momento de jugar en el patio, por ejemplo a la escondida. Mi maestra quería enseñarme a oralizar bien, dejando un poco postergada la LSU.
En la adolescencia hay una etapa de rebeldía natural de las personas, en la que el choque frente a los padres y referentes es muy común. ¿Cómo viviste esos años de aprendizaje y relación con las demás personas?
Al terminar la escuela en Colonia, las maestras querían que siguiera los estudios en el liceo N°32 de Montevideo, pero mi familia no confiaba en la ida a la capital. Pensaron que la mejor opción era la de un liceo rural en la zona de Semillero, un pueblo ubicado a 25 kilómetros de la capital departamental, donde había algunos adolescentes en situación de discapacidad. Yo seguía sin intérprete y no entendía nada. Sentía que no estaba aprendiendo, tenía un desgaste diario, por ejemplo, los profesores hablaban y explicaban mirando el pizarrón y yo sentía que no podía hacer nada sola. Llegó un momento en donde le exigí a mi familia irme a Montevideo.
¿Cómo fue ese momento?
Yo en Colonia no sabía cómo funcionaba el liceo. Iba, estudiaba, pero nada más. Un profesor mío del Centro de Investigación y Desarrollo para la Persona Sorda (Cinde) me empoderó y me convenció de que podía continuar estudiando en un liceo de calidad, con intérprete y acceder completamente a la información. Así fue que en 2011 mi mamá aceptó y me fui a Montevideo, a seguir estudiando en el Liceo N° 35, el Instituto Alfredo Vásquez Acevedo (IAVA).
¿Qué pasó a partir de ese momento?
Desde ese momento comencé a vivir un mundo nuevo para mí. La LSU de mis compañeros era muy avanzada, yo manejaba algo muy básico. A los cuatro meses de haber llegado empecé a entender todo un poco más claro. Conocí la Asociación de Sordos del Uruguay (ASUR) y a muchas personas sordas. Eso fue increíble para mí. Yo necesitaba eso. Mi familia pensaba que yo iba a hacer escuela y liceo, nada más. Mi hermano iba a la facultad y yo quería una igualdad de oportunidades. Logré terminar el liceo en el IAVA y realicé un curso de diseño gráfico.
Volviendo a Colonia y a tu momento actual, eres una referente de la comunidad sorda en el departamento. ¿Cómo ves la situación pública y privada en el ámbito laboral para personas con esta discapacidad?
Somos seis personas que representamos a la comunidad. Hay referentes de Colonia del Sacramento, Rosario, Juan Lacaze, Carmelo, e intercambiamos con compañeros de Montevideo para generar apoyo y no estar solos. En nuestro departamento estamos muy atrasados. Hay muy pocos intérpretes, son muchas las barreras. El ingreso a trabajos públicos es muy difícil. Compañeros de la comunidad se han reunido con actores políticos departamentales para exigir pasantías, así se logran antecedentes de experiencia laboral, pero no han tenido suerte. Montevideo y Maldonado están muy avanzados y hay apoyo a la integración.
Personalmente he logrado cumplir muchos de mis objetivos, pero para la comunidad todavía hay un montón de obstáculos. Colonia necesita una apertura de mentes, abrir la cabeza. Todavía seguimos replicando que los sordos no pueden, no saben, no entienden.
¿Cómo ayudas desde tu sector a personas sordas de Carmelo?
Me preocupa mucho la falta de intérpretes en los liceos. Estoy luchando por eso. Además, hace poco se aprobó una canasta de alimentos en el municipio local para personas en situación de vulnerabilidad y participé en la iniciativa.
¿Qué iniciativas artísticas están planeando desde la comunidad sorda en la ciudad carmelitana?
En conjunto con el municipio estamos planeando dos intervenciones en diferentes lugares. Le pedí a un amigo sordo referente de la comunidad a nivel nacional que dibuja muy bien que participe. No queremos solamente un dibujo en donde aparezca el alfabeto dactilológico. Nos gustaría algo que tenga más impacto. Siento que Carmelo está atrasado en muchos aspectos de inclusión, y sería muy bueno que se genere más visibilidad y curiosidad, y que le llegue a la sociedad.
Se percibe que sos una mujer muy independiente.
Sí, esto es gracias a muchos amigos de Montevideo. Estuve ocho años viviendo allí, ellos me despejaron dudas y me dieron mucha información. La pandemia acrecentó un poco las barreras lingüísticas y de comunicación, ya que el barbijo fue un obstáculo para todos nosotros, pero trato de manejarme sola y me siento muy bien.
Las particularidades de la entrevista
La entrevista se llevó a cabo por Zoom en Lengua de Señas Uruguaya (LSU) gracias a la presencia de la intérprete Victoria Da Silva. Las lenguas de señas tienen una gramática compleja, creativa y productiva como la de cualquier otra lengua natural, pero son ágrafas, esto quiere decir que carecen de un sistema de escritura. Por lo que para generar una entrevista accesible optamos por entrevistarnos con la persona sorda en su lengua natural. El artículo se escribió a partir de la transcripción de la misma. La LSU fue reconocida legalmente en Uruguay como lengua natural de las personas a partir de la Ley 17.378, de 2001.