El sábado 26 de marzo, en el Bastión del Carmen, se realizó un homenaje al actor coloniense Fernando Cardani, proyectándose la película biográfica Viento del sur. En este artículo repasamos la trayectoria del actor, un referente fundamental en la cultura coloniense.
Fernando Cardani, a sus 88 años, ya es una personalidad indiscutible en el panorama artístico de Colonia del Sacramento, no solo por su actividad sobre las tablas, sino por sus variadas incursiones en el candombe y el ballet. Pero está múltiple vocación no se ha desarrollado sin presentar sus aristas, sus puntos de roce, no eludiendo una crítica a la mezquindad y pacatería de la sociedad circundante.
Al finalizar el homenaje refirió el actor que la sociedad coloniense, antes pacata e hipócrita, por suerte había cambiado, volviéndose más cosmopolita. Que antes a él le “tiraban piedras”, pero con el tiempo, a partir de esas piedras, le levantaron un pedestal. Sin duda, la valoración de su figura y trayectoria, ya es otra.
El documental Viento del sur fue realizado en 2020 por Jorge Menguini, sobre una idea de Luis A. Carro y Ana Erguiz. En base a testimonios personales y de allegados y referentes culturales, como los hermanos Silvia y Fernando Maddalena y la locutora Milka Chavara, se reconstruyen importantes tramos de la vida de Cardani, constituyéndose a la par, en un buen documento sobre el desarrollo del teatro en Colonia y sobre los vericuetos de la sociedad local.
En base a este documental, a un artículo que escribimos sobre el actor en la revista El Sol de Colonia del Sacramento, el 14 de marzo de 1997, y a una entrevista aparecida en La voz de la arena, edición del 26 de octubre de 2020, efectuamos la semblanza que sigue. Los entrecomillados corresponden a la nota publicada en El Sol.
Debemos señalar que Cardani, hace algunos años, donó su archivo personal, compuesto por fotografías y material de prensa, al Archivo Regional de Colonia. Cuando esta documentación sea estudiada podrá contarse con una datación más precisa de los eventos aquí reseñados.
Margarita Xirgu y el Mediomundo
Descendiente de inmigrantes italianos, los cuales tuvieron una granja y bodega en las afueras de Colonia del Sacramento, Fernando Cardani Crotti, nacido en 1934, desde sus años escolares, se interesó por el teatro. Esta pasión prosiguió durante la etapa liceal, pese a la oposición de sus padres, que deseaban que estudiara para ingeniero agrónomo.
En su adolescencia se sumó a un grupo de teatro de jóvenes, integrado por Chirú Peralta, hijo del director del liceo, Horacio el Loco Faedo, luego mecánico dental y escultor, Nelson Agesta, Catalina Fritz y otros. La iniciativa no prosperó.
Como a los 18 o 19 años conoció al bailarín y cantaor Juanito de Aragón, recién llegado de Montevideo, quién comenzó a enseñarle. La oposición familiar, sin embargo, surgió otra vez.
Después se fue para Montevideo, donde se inscribió como estudiante en la Facultad de Agronomía, pero no concurrió. Se alojaba en la casa de su tía, Margarita Francisca, la cual lo estimuló para que se anotara en la Escuela Municipal de Arte Dramático, que dirigía la actriz española Margarita Xirgu, exiliada de la guerra civil. “Ella fue la directora durante mi primer año”, recuerda Cardani. “Al terminar, realicé una obra para niños, llamada ‘El enanito feo’ en la que trabajaba y dirigía China Zorrilla. Yo hacía el papel de un rey”.
Durante esos años también frecuentó el conventillo Mediomundo, donde conoció a la bailarina y vedette Martha Gularte y al bailarín Negro Pirulo, sumergiéndose, para el resto de su vida, en el ambiente del candombe.
Teatro en Colonia
Cuando volvió para Colonia del Sacramento se enteró que Bruno Gea, Catalina Fritz y Luisa Morelli habían formado un grupo de teatro y enseguida se les unió. Fue contactado como director el doctor Ricardo Voelker, de Juan Lacaze, a quien muchos miraban torcido porque era comunista. En 1964 se estrenó la obra La barca sin pescador, de Alejandro Casona, y de ahí se le puso al grupo Teatro Casona.
Recuerda Cardani: “Funcionamos bastante tiempo en la sala ‘Zorrilla’, hasta que tuvimos un problema con una obra ‘Cornudo, apaleado y contento’.” La misma se basa en un entremés de Giovanni Boccaccio. Los afiches no se pudieron colgar en el liceo departamental, porque figuraba la palabra “cornudo” y al director del momento le resultaba indecente. Luego de estrenada, la comisión eclesiástica que dirigía la sala teatro “Zorrilla”, por considerar la obra inmoral, los expulsó.
Ante esta situación el actor se mudó para Buenos Aires, donde intervino en las obras de Humberto Rivas Dios en una verruga y Mancebos, demonios, alguaciles y otras yerbas. También comenzó a hacer artesanías.
En 1971 estaba de vuelta en Colonia. “Un día, Miguel Ángel Odriozola me propuso establecerme definitivamente en Colonia y abrir un local de artesanías en el Barrio Histórico. Al principio dudé, más que nada por los alquileres, pero él me presentó a Sofía López de Vega, que me facilitó el local a cambio de un porcentaje de las ganancias”.
Su vuelta al teatro tiene que ver con sus inicios en la docencia. Noema Allietti de Grosso y Mabel Boggio de Sanna lo convocan para que le diera clases de teatro a sus hijos, Eduardo y Jorge respectivamente. Gracias a su influencia se recupera la sala Zorrilla y se representa La Mandrágora, de Maquiavelo. Por el abordaje del tema religioso en la obra, otra vez son echados. Entonces se vuelve para la Argentina.
En su regreso definitivo para Colonia, los hermanos Milton y Alí Salomón le consiguen para instalarse El Boliche, actual restaurante Don Pedro, en frente a la plaza mayor de la ciudad vieja. “Por su ambiente sórdido, se me ocurrió montar allí ‘La Tigra’ de Florencio Sánchez, que se desarrolla en un clima similar. Picamos algunas paredes, tumbamos otras, y recreamos esa atmósfera de camareras, marineros, chorros y demás gente de la vida nocturna. Se transformó en un teatro semicircular, teniendo un éxito favorable”.
Durante los años de la dictadura a Cardani se le prohibió actuar en algunas ocasiones y, al igual que otros, llegó a estar detenido algunas horas en el cuartel.
Griffero y la bañadera
De “El Boliche” pasó a la Sala de los Suspiros, llamada así por estar ubicada en frente de esa calle. Fue a fines de la década de 1970 cuando conoció al doctor Eugenio Griffero, autor de numerosas obras teatrales. Este lo invitó a participar en La Gripe, apareciendo después en otras como Circomundo y Príncipe Azul. Circomundo, representada en 1980, causó bastante polémica, porque el actor aparecía desnudo en una bañadera. Cuando se ofreció en Carmelo, para los rotarios, muchas señoras de la primera fila se mostraron escandalizadas.
Borges y la BBC
A una de estas obras de Griffero, por el año 1982, asistieron unos productores de la BBC de Londres, quienes querían hacer un documental sobre Borges, y al ver el desempeño del actor, les resultó adecuado. Como estaba la guerra de las Malvinas, era imposible filmar en Argentina, así que se decidieron por recrear varias escenas en Uruguay. Cardani se sumó al proyecto, firmado un contrato por una suma bastante abultada para el momento, haciendo de varios personajes. El documental, titulado Borges and I, intercala fragmentos de una entrevista al propio Borges, con escenas de ficción basadas en sus cuentos, donde figura el actor coloniense.
Teatro, ballet y candombe
Con la salida a la democracia, en las décadas de 1980 y 1990, se sumó a la comedia municipal, dirigida por Eduardo Grosso, haciendo las obras La casa de Bernardo Alba, Yerma, Un sombrero de paja de Italia y Todos en París conocen, entre otras. Una de sus últimas apariciones fue en la obra De tango y candombe hecha por el coro Voces de mi ciudad, con la dirección de la profesora Silvia Maddalena, en 2019.
En el ballet municipal, cuando este era dirigido por Marina Korolkova, actuó en varias puestas, siendo recordado su papel en Coppélia de Léo Delibes.
Como gramillero, acompañado en numerosas ocasiones por Violeta Méndez Cairo como mama vieja, desfiló en diversas comparsas de Colonia.
Desde el año 2014 una sala del Bastión del Carmen, lugar donde transcurrió gran parte de su vida actoral, lleva su nombre.
Después de los desencuentros iniciales, el afecto del público coloniense ya es unánime y constante. Como reconoció el propio actor, otros aires, otros vientos, soplan en la antigua ciudad.