Los carmelitanos están orgullosos de su origen y aseguran que esa localidad fue fundada a instancias de José Gervasio Artigas en 1816. Además, sostienen que ese territorio ha ofrecido oportunidades de desarrollo a infinidad de personas que llegaron desde puntos muy distantes.
A lo largo de su historia, Carmelo se transformó en un refugio para quienes debieron escapar de las cruentas situaciones que se vivían del otro lado del océano Atlántico. Italianos, españoles, vascos, sirios libaneses, alemanes, franceses, entre otros, se afincaron en ese sitio, porque hallaron un lugar apto para desarrollar una multiplicidad de actividades en un marco de tranquilidad que habían perdido en sus sitios de procedencia.
Según afirman los locatarios, Carmelo ofreció un ambiente receptivo a los migrantes, al igual que ocurrió en las restantes localidades del departamento de Colonia.
Hombres y mujeres que hablaban en las más diferentes lenguas tuvieron la oportunidad de aportar sus conocimientos, de crear y formar parte de las diversas instituciones, de integrar sus vidas y de construir nuevos trayectos junto a sus vecinos. Bajo ese marco surgieron la Sociedad y la Progenie de los italianos o el Centro Vasco de Carmelo, entre otras instituciones.
Aquellos italianos tuvieron una incidencia fundamental en la vida de Carmelo. Apenas bajaron de los barcos, conformaron entre ellos extensas redes de vínculos que les permitieron conservar las tradiciones generadas en su país de origen y crear servicios de reciprocidad para la atención de la salud o de las finanzas, entre otros asuntos.
Los italianos llegaron en varias tandas, entre los siglos XIX y XX. A casi todos los corrieron el hambre y la muerte provocadas por las diferentes guerras. De modo que el dolor ante el sufrimiento quedó instalado en sus memorias, y la necesidad de revertir ese pasado tan hostil se convirtió en una fuerza capaz de transformar la naturaleza y de embellecer el espacio que, al otro lado del océano, les otorgó hospitalidad.
El saber hacer que trajeron los italianos consigo aún se constata en los ordenados corredores que dividen las vides arraigadas en Colonia Estrella o en las trabajadas fachadas que muestran las sólidas construcciones que caracterizan a esta ciudad.
Solitarios, taciturnos, obstinados, trabajadores. Los vascos suelen ser asociados con algunos de esos términos que ellos mismos utilizan a la hora de definirse. También los distingue un extraño idioma, al cual los lingüistas no le han encontrado parentesco alguno con los otros que se han conocido en el continente europeo.
Si bien forman parte de España, antes que españoles los vascos se sienten vascos. El sentido de pertenencia hacia ese país se ha trasladado de generación en generación, incluso entre quienes descienden de aquellos que debieron exiliarse de ese territorio.
Los centros de inmigrantes reúnen a quienes viven con los pies apoyados en un territorio, y con una gran parte de la cabeza en otro punto geográfico.
En Carmelo, los vascos que llegaron desde el continente europeo y sus descendientes decidieron conformar un espacio en el cual compartir historias, vivencias y el sentimiento de arraigo tanto al país de origen como a este que los albergó.
En el Centro Vasco de Carmelo sus integrantes reconstruyen las historias de sus familias, mientras acompañan con sus actividades cotidianas el desarrollo de la ciudad en la cual transcurren sus trayectorias vitales. La tenacidad puesta para forjar el sentido de pertenencia al alejado terruño también ha servido para moldear los hierros y los bloques de piedras que usaron para construir sus nuevos hogares.
Las tradiciones criollas
En la ruta 21, en el camino hacia Colonia Estrella, se encuentra ubicado el predio de la Sociedad Criolla La Querencia. Hasta no hace mucho tiempo ese predio formaba parte del espacio rural que rodeaba a Carmelo, pero el crecimiento demográfico y la búsqueda de nuevos lugares para habitar terminó integrándolo al ámbito urbano.
Si bien la unión del antiguo espacio rural al urbano es asumida como algo inexorable, desde hace más de 60 años La Querencia pretende que algunos símbolos del mundo campestre permanezcan vivos en la ciudad.
La historia de La Querencia también está asociada fuertemente a la celebración de las fiestas patrias, especialmente a la Declaratoria de la Independencia. Gracias al ahínco que varias instituciones locales han puesto en la organización de ese acto, desde hace muchos años Carmelo se ha transformado en el epicentro departamental de esa celebración.
A través de esas celebraciones, hombres y mujeres, de todas las edades, enseñan las prendas que utilizaron las primeras poblaciones criollas que poblaron estas tierras, así como los juegos que practicaban y en los cuales intervenían los caballos.
La gastronomía también adquiere una especial significación durante las fiestas que organiza La Querencia. Más allá de los costos que tienen las materias primas, “lo importante es la realización de la comida típica”, según comentan los integrantes de esa organización. Los 25 de agosto se sirve olla podrida -una comida criolla con una infinidad de ingredientes-, asado con cuero y chorizos.
Además, durante esas jornadas se realizan actividades artísticas. Basada en el repertorio del folclore uruguayo, La Querencia reivindica la participación del caballo en la vida rural, a través de la organización de diferentes actividades que se realizan en el predio propio o por la participación de sus jinetes en instancias similares que se realizan en otros puntos del país.
Mujeres patriotas
En la Casa de la Cultura Ignacio Barrios está ubicada la sede del Comité Patriótico Femenino de Carmelo. Dicha organización nació hace casi 100 años, con el objetivo de realzar el sentimiento de nacionalidad, explican sus integrantes. Pero con el paso del tiempo esa organización ha ido asumiendo otros desafíos, como mantener en condiciones la colección de diarios y periódicos más importante de la localidad así como a un museo donde se encuentran alojadas piezas ligadas a la historia más remota de la región.
El Comité Patriótico Femenino de Carmelo, fundado el 24 de julio de 1925, “es una entidad que nació con el fin de festejar de la mejor forma posible el centenario de la Independencia del Uruguay. Hasta ese momento nadie se había movilizado en la ciudad para eso, y por ello se constituyó este comité”, relatan sus integrantes.
La idea de llevar a cabo esa celebración surgió dentro de un grupo de carmelitanas que “recibió mucho apoyo de la población, y por eso después siguió en actividad cumpliendo con su finalidad de festejar todo aquello que fuera patrio o afín a Carmelo”.
En tanto, la labor social fue desplegada a través de “la ayuda a niños necesitados, porque hace 50 años no existía la asistencia institucionalizada por parte de Primaria”, y de ese modo el Comité Patriótico Femenino formó “comedores para todos esos niños que quedaban en épocas de vacaciones sin alimentación. Toda la sociedad contribuía”.
Además de dedicar muchas horas a la organización de los festejos patrios, actualmente las integrantes del Comité Femenino están abocadas a la tarea de conservar una parte del patrimonio material cultural de la ciudad, especialmente aquello que está ligado a la historia de los medios de comunicación local.
De tradición católica
La Virgen del Carmen, también conocida como Nuestra Señora del Monte Carmelo, es la patrona religiosa de esta localidad coloniense desde su fundación, en 1816. De modo que desde hace más de 200 años, cada 16 de julio es una jornada especial para los carmelitanos.
La fiesta de la Virgen del Carmen es la expresión popular de más larga data en la historia de la ciudad. Desde el punto de vista religioso, el evento cuenta con nueve días de preparación, que se hace día a día; la comunidad se reúne para la formación de los laicos, para hacer conferencias de distintos temas de orden religioso, y también hay una expresión de música y canto popular.
Durante la noche del 15 de julio -es decir, en la víspera de su día-, la imagen de la virgen es trasladada desde el Santuario del Carmen, donde se encuentra habitualmente, hasta la Iglesia Parroquial, acompañada por un número importante de personas, con antorchas, que la siguen en procesión. Al otro día, el 16 de julio, se realiza una misa en homenaje a la Virgen, y luego su imagen es devuelta en procesión al lugar donde estará el resto del año.
Además, Carmelo cuenta con otra fiesta religiosa fuertemente arraigada dentro de sus tradiciones. Se trata de la celebración del día de San Roque, que se celebra el 16 de agosto, en el templo ubicado en Colonia Estrella.
Los carmelitanos pusieron especial devoción en esta figura del catolicismo, a partir de la asociación que hicieron entre ese integrante del santoral católico y la cura de una epidemia de cólera que afectó a esta región a fines de la década de 1860.
Según el historiador local Luis G Parodi, “entre diciembre de 1867 y febrero del año siguiente el pueblo de Carmelo fue atacado por el cólera. La historia nos dice que el padre Sancho marcha en procesión con la imagen de San Roque hasta la cuchilla del Calatayud a fin de que cese el mal. Es así que comenzaron las ceremonias de agradecimiento al santo que parece haber escuchado los ruegos”.
La devoción hacia San Roque asumió una dimensión tan importante dentro de la comunidad, especialmente entre los italianos, que construyeron un templo en su honor. El templo construido en homenaje a ese santo oriundo de Italia es administrado por una sociedad civil, que custodia ese bien patrimonial. La celebración de San Roque moviliza “un mundo” que va mucho más allá de la población carmelitana, ya sea en los nueve días previos de preparación, como en el día propio de la fiesta.
Durante los nueve días previos se realizan oraciones y misas. La novena comienza el 8 de agosto, por una cuestión de coordinación, porque al otro día es la fiesta de San Cayetano y también congrega a mucha gente de Carmelo. Entonces lo que debiera hacerse del 7 al 15 se hace del 8 al 16. Y el día 16 el templo es un centro de atracción muy importante que moviliza a gente que está a diferentes niveles de participación religiosa”.
En efecto, además de las diferentes misas que se realizan a lo largo de ese día, el entorno del templo se transforma en una suerte de feria donde pueden conseguirse los más diversos objetos, lo cual convierte a esa celebración en un espacio de comunión social que trasciende el sentido religioso.
La localidad productiva
La región de Carmelo ha sido un espacio próspero para el desarrollo de las tradiciones que trajeron consigo los migrantes europeos. Los vinos y los quesos han sido elementos distintivos de esta región. Detrás de la producción, han estado desde siempre hombres y mujeres que no sólo han debido enfrentarse a los vaivenes que impone la naturaleza, sino también a las impredecibles modificaciones que imponen los mercados internacionales.
Esas particularidades provocan que los productores vivan enfrentados a un proceso permanente de adaptación, a los efectos de no perder pisada en actividades que han sido generadoras de sus propias identidades.
Algunos lugares para conocer en Carmelo
Puente Giratorio: Se trata del primer puente movido a tracción humana de Uruguay, de características únicas en América del Sur. La construcción fue dirigida por el ingeniero Juan T Smith. Fue inaugurado el 15 de enero de 1912.
Calera de las Huérfanas: Los restos edilicios de las Caleras de las Huérfanas se encuentran a pocos kilómetros del centro de Carmelo, con acceso por ruta 21.
Estancia ubicada a pocos kilómetros de Carmelo, con el núcleo central junto al arroyo Juan González, donde se levanta la capilla de 21 metros de largo con siete de ancho y muros perimetrales de casi un metro de espesor, grandes y numerosas habitaciones de ladrillos alrededor de dos patios, talleres de herrería y carpintería, tahona, dulcería, panadería, telares, hornos de ladrillos y tejas, hornos de cal.
El establecimiento formó parte del casco de la Estancia del Río de las Vacas, dirigida por la Compañía de Jesús (jesuitas) a partir de 1741. A partir de 1767, la estancia pasa a depender de Buenos Aires, quien encarga su administración a Juan de San Martín, padre del general José de San Martín. En 1777 se hicieron cargo del lugar las Religiosas de la Caridad.
La denominación calera proviene de que en dicho lugar se producía cal para la construcción, mediante la utilización de dos grandes hornos. Se le agregó “de las huérfanas” porque la rentabilidad generada por el establecimiento iba destinado a mantener el Colegio de Niñas Huérfanas de Buenos Aires.
A partir de 1815, según el reglamento artiguista, la estancia es repartida entre más de 40 personas, en suertes de estancia. Posteriormente, el reparto se anula y se realiza una venta, comprando el general Julián Laguna el casco de la estancia. En 1938 pasa a ser patrimonio público y Monumento Histórico Nacional.
En 1999 se inician las tareas de investigación arqueológica con financiamiento del Ministerio de Turismo y el Ministerio de Educación y Cultura, y con el apoyo de la Intendencia de Colonia y de la sociedad civil carmelitana.
Las canteras del Cerro: Las canteras del Cerro es una alta planicie de más de 50 hectáreas. Allí se labraron los adoquines y los cordones utilizados en el desarrollo de la infraestructura de Carmelo.
Algunas de las canteras son impresionantes, con profundidades que oscilan entre los 35 y 40 metros. Los actuales pozos, algunos llenos de agua, son testimonios de que en esos lugares transcurrió la vida de una enorme cantidad de obreros picapedreros locales.
Casa de la Cultura: La antigua casa del coronel Ignacio Barrios actualmente es un centro de actividades culturales. En ese sitio funciona un museo, una hemeroteca y se realizan diferentes presentaciones artísticas, además de efectuarse promoción turística.
Puente Castells: Se trata de un puente construido en 1853 por el gobierno nacional de la época. Ubicado a diez kilómetros del centro, se destaca por su hermoso diseño arquitectónico.
Archivo y Museo del Carmen: El edificio fue mandado a construir por el presidente Juan Manuel Oribe entre 1848 y 1849 con destino a escuela.
El museo mantiene sus antiguos pisos, techos de teja y aberturas. Posee valiosos objetos y documentos pertenecientes al pueblo y capilla de las Víboras y a la Calera de las Huérfanas, como las partidas de nacimiento de los tres hermanos mayores del libertador don José de San Martín.
Templo del Carmen: Nació con el pueblo como rancho de adobe y paja. A comienzos de 1830 los vecinos, oficiando de albañiles, carpinteros o peones, comenzaron con la construcción del templo. La tarea culminó el 12 de abril de 1848.