Tras un tiempo de restricciones impuestas por la pandemia de covid-19, Colonia del Sacramento ha vuelto a recibir millares de turistas de diferentes partes del mundo, generando un movimiento que hacía tres años que no se veía en esa ciudad. Este cambio logró un crecimiento importante en el flujo de clientes a hoteles, restaurantes y otros comercios, como puestos de venta de artesanos y otro tipo de emprendedores.
En el Barrio Histórico de Colonia del Sacramento, declarado Patrimonio Histórico de la Humanidad por la Unesco en 1995, principal centro de atracción de esa ciudad, conviven decenas de artesanos que esperan expectantes las jornadas cargadas de visitantes extranjeros, la mayoría de los cuales llegan desde la vecina Buenos Aires.
El conocido ceramista Ariel Chape es uno de los destacados actores locales que aguardaban el retorno de los turistas a las viejas y empedradas calles colonienses.
Chape nació en Riachuelo en 1941. En ese lugar, siendo un niño, tuvo sus primeros contactos con las arcillas y los hornos de ladrillos. En la adolescencia estudió cerámica durante tres años en la UTU de Colonia del Sacramento. En paralelo, comenzó el armado de su taller, contando con el asesoramiento y estímulo permanente de dos referentes culturales de Colonia del Sacramento, los arquitectos Miguel Ángel Odriozola y Cliver Armand Ugón.
Desde hace más de 50 años, Chape se destaca en la confección de réplicas de utensilios de uso cotidiano y azulejos, que formaron parte sustancial de la cultura portuguesa que se trasladó a Colonia en 1680, fecha en que esa ciudad fue fundada por militares de ese origen. A partir del rescate de aquellos artefactos, realizado por equipos de arqueólogos que trabajaron en Colonia del Sacramento, Chape tomó contacto con esas piezas y se especializó en la confección de réplicas que reflejan una alta factura estética.
Los artefactos fueron hallados en excavaciones realizadas en el actual Barrio Histórico. La diversidad y calidad de piezas elaboradas por Chape no solamente distinguen al conjunto cerámico que ofrece Colonia del Sacramento a sus visitantes, sino que también realza el nivel de la producción nacional de esos artefactos.
Además, este artista se ha destacado por la realización de diversas formas de intervención urbana en esa ciudad mediante la realización de murales, entre otras modalidades que también desarrolló en otros lugares.
En su taller, ubicado en la zona del Real de San Carlos, Chape camina por las habitaciones, termo y mate en mano, observando y hablando en voz baja, porque “ya tengo 82 años y no me dejan hacer mucha cosa”, comentó con una sonrisa. “Antes daba clases de cerámica, pero ahora también le disparo a eso”, añadió.
Ubicado en la mesa donde se les da la terminación a las piezas, Chape dijo que su taller “no tiene ninguna otra pretensión más que hacer trabajos útiles y lindos”.
El artesano lleva “más de medio siglo en el mercado”. “Hemos tenido etapas de todo tipo, prósperas, en las que anduvo todo muy bien y se vendía todo lo que se hacía, y otras peleadoras, feas”, como ocurrió “en la pandemia, que fue cruel”, recordó. Chape explicó que “mantuvimos el taller abierto de corazón, porque tuvimos que sacar plata de donde no teníamos para mantenerlo”.
El veterano tiene las manos curtidas, secas de tanto trabajo con la arcilla. Toma un mate y conversa sobre la historia, el presente y el futuro de su taller, que lo satisface “de manera magnífica”, dada la continuidad que ha logrado darle con la presencia de una hija. “Aquí está trabajando un equipo de gente que ya tiene experiencia”, como es el caso de “mi hija, que maneja todo el emprendimiento, y dos mujeres más que trabajan desde hace más de 25 años”. “Entonces yo vengo, me doy una vuelta, pero ya no me dejan hacer nada”, suelta el hombre con una sonrisa cómplice.
Chape se ha destacado por la reproducción de objetos que se utilizaron en la antigua colonia bajo el dominio portugués. Su trabajo ha sido merecedor de diferentes reconocimientos, entre ellos el Premio Morosoli 2008. “Para lograr dedicarme a esto conté con dos pilares fundamentales que fueron influyentes y lograron arrimar el taller de cerámica desde Montevideo”, expresó.
“Los arquitectos Miguel Ángel Odriozola y Cliver Armand Ugón fueron fundamentales para que yo comenzara esa carrera y hoy siga trabajando”, aseguró Chape.
Además, Héctor Collazo fue el profesor de aquel taller dictado en la UTU de Colonia del Sacramento al que concurrió en su adolescencia. “Nos enseñó absolutamente todo. Fuimos unos privilegiados al poder aprender con él”, aseveró.
Los inicios del artesano fueron lentos porque “en aquellos momentos no había tanto turismo”. “Comenzamos con un puestito que abrimos entre varios artesanos, llamado Santa Helena, que estaba ubicado frente a la Puerta de la Ciudadela”, recordó Chape. En ese camino de medio siglo de trabajo “ha pasado de todo”.
En la dictadura estuvo diez años viviendo en el exterior. “Yo no tenía actividad política, pero molestaba un poco lo que hacía y hablaba”, dijo. Cuando retornó al país en 1983, Chape se encontró “con otra ciudad”. “Los años que viví fuera de Colonia fueron en San Rafael [Mendoza, Argentina], donde seguí trabajando como ceramista y me sirvió para continuar aprendiendo y agarrando más experiencia”.
El panorama que encontró a su retorno fue completamente diferente del que dejó en el momento en que decidió marcharse al exilio. “Arranqué a hacer otros tipos de cerámicas y, por suerte, tenían salida”, contó.
Chape vio desde adentro el crecimiento exponencial de Colonia del Sacramento en materia turística: “Colonia ha sido visitada por tanta gente que todos siempre se llevan algo de lo que hacemos; estoy seguro de que no hay país del mundo en que no haya una piecita mía”, destacó.
A lo largo de 50 años de trabajo “he conocido mucha gente que son artistas o intelectuales de muy bajo perfil que vienen de paseo y terminan eligiendo vivir aquí, dada la belleza y tranquilidad que hay en Colonia”, comentó.