El jueves 17, a las 20.00, con entrada gratuita, en el jardín del Bastión del Carmen se proyectará El facilitador, producida por la diaria. La película aborda dos escándalos políticos que marcaron a fuego la gestión del gobierno de Luis Lacalle Pou: los que tuvieron como protagonistas a Alejandro Astesiano y Sebastián Marset. Dos nombres que hasta hace unos años eran desconocidos para la mayoría de la ciudadanía, con tramas oscuras que involucraron a la Torre Ejecutiva y dos casos judiciales todavía en desarrollo, que pautaron la agenda política de los últimos años.
El guion de El facilitador es del cineasta Pablo Stoll (Whisky, 25 watts, Tres). “Me invitaron a hacer una ficción. Como hacer una ficción sobre este tema es una cosa que me parecía interesante y apasionante, pero a la vez imposible con los medios que contábamos, en esa primera reunión propuse hacer un documental y la idea prendió”, explica.
“Mi interés en conocer los pormenores de esta historia es como el interés de cualquier persona que viva en Uruguay y le interese lo que ha pasado en los últimos años a nivel político y político-cultural, diría yo. Porque hay cierta idea de la cultura en el sentido más amplio, que tiene que ver con la forma en que nos presentamos frente a los demás. Había un gobierno que se presentaba de una forma, pero después, muy cerca de la cabeza de ese gobierno, parecía que pasaban otras cosas que no tenían que ver con esa forma a la que nos enfrentábamos en las comunicaciones oficiales”, agrega el cineasta.
A Stoll le pareció que había que investigar estos casos, que dejaban en claro esa contradicción. “El interés estaba en tratar de entender por qué estaba pasando esto, cómo era que había pasado, y llegar a un punto en el cual el espectador puede tener ordenadas las historias. Fueron saliendo muy desordenadas a los medios de prensa, en sentido temporal y también mezcladas una con la otra. Se mezclaba el caso de Astesiano y los pasaportes con otros casos que devinieron de eso, y después aparecía otro pasaporte involucrado en el tema de Marset”, recuerda Stoll.
“Nos basamos mucho en el trabajo de Lucas Silva, en la investigación que había hecho para su libro El caso Astesiano y en las investigaciones que sigue haciendo en su trabajo periodístico. Mi interés también era trabajar con un periodista, con material que no tiene que tener la verosimilitud de la ficción, sino que se maneja con la cruda realidad de lo verosímil del diario vivir. Entonces, cómo contar eso era un desafío interesante, y creo que lo logramos”.
“La Justicia todavía no investigó a fondo los puntos en los que el presidente Lacalle puede estar involucrado”
Lucas Silva, periodista de la diaria desde su fundación en 2006 y director de este medio entre 2014 y 2020, explica cómo los escándalos en torno a Astesiano y Marset fueron creciendo hasta generar el interés de cubrirlos con ayuda del audiovisual: “En el proceso del libro ya había cosas que me parecía que podían dar, sobre todo cuando empecé a acceder a algunos audios. Al ver que esos materiales tenían una riqueza propia, empecé a pensarlo y lo comentamos. En el caso de Marset también hubo videos, con una primera salida en Canal 4. Esos dos momentos de los casos, que no coinciden en el tiempo, ayudaron a pensar que había material audiovisual, que a veces tiene más impacto que las notas escritas”.
“Durante las primeras reuniones tuvimos que ver en qué nos enfocábamos”, explica Silva, encargado de la investigación periodística y uno de los productores periodísticos del documental. “Después de tomar la decisión de que fueran ambos casos, cuyo hilo en común era la Torre Ejecutiva, se intentó buscar que no quedara tan desbalanceado; por eso se van narrando en simultáneo. El tema de los pasaportes está en los dos casos, y ambos son los que más le pegaron al presidente Lacalle Pou. Están ubicados en diferentes pisos de la Torre Ejecutiva, el 4 y el 11, pero en los dos lados pasaron cosas”, detalla.
Silva recalca que son dos historias que todavía no terminaron: “Están en desarrollo. Hay un intento del documental por mostrar que en la Fiscalía se avanzó hasta un punto y quedaron muchas cosas sin resolver, y de hecho esperamos que se siga investigando. En los dos casos hay cuestiones que dejan la sensación de que no se fue a fondo, por ejemplo en los episodios recientes sobre la exclusión de los chats de Lacalle Pou con Astesiano. Tengo la esperanza de que el año que viene haya algún avance en los dos casos”.
“El vínculo entre la Justicia y la política es un tema complejo, que tratamos de explicar en alguna medida. En el caso de Marset hay una segunda causa en Fiscalía, que es la que eventualmente podría llegar más directamente a Roberto Lafluf y al presidente Lacalle Pou, por la que todavía no empezaron ni siquiera a citar. De hecho, los puntos en los cuales el presidente podría estar más involucrado todavía no se han investigado a fondo”, señala Silva.
“Un servicio a la democracia”
Darío Klein, corresponsal de CNN y exdirector de informativos de la televisión pública, es el otro productor periodístico de El facilitador y también ofició como director de rodaje. Para él, exponer los casos de forma ordenada era una prioridad: “Ojalá hayamos logrado contar esto de una manera clara, porque nos da la impresión de que la gente no estaba logrando entender o procesar la andanada de información que estaba surgiendo sobre estos dos escándalos. Como mínimo, era necesario explicar y ordenar el caos, y, si lográbamos eso, íbamos a estar dando un gran servicio a la democracia. Que se entendiera qué había pasado, cómo había pasado, y de ahí empezamos a trabajar”.
“Lo que más había habido eran notas escritas, como las que había publicado Lucas en la diaria, que tenían una dosis de complejidad importante, porque Lucas es un periodista muy riguroso, entonces todo lo que se publicaba estaba absolutamente cotejado, verificado y con un documento atrás. Pero con esa dosis de rigor fuerte que tenían esas notas, no necesariamente estaban explicadas 'APB', como digo yo, 'a prueba de boludos'”, bromea Klein.
“Es algo que pasa a menudo con las investigaciones de corrupción, y es uno de los grandes problemas que tiene para el periodismo, porque en general estos casos son complejos, difíciles de entender y difíciles de explicar. Entonces, nos parecía que el medio audiovisual era perfecto para eso. Después nos dimos cuenta de que era demasiado ambicioso, y creo que se pudo explicar una parte”, admite el periodista.
Sobre esto, Stoll agrega: “Lo pudimos hacer mediante el uso del archivo, que era una idea que me gustaba. Con las personas diciendo las cosas ellos, y no nosotros teniendo que decirlas por ellos, que sería un poco el trabajo de la ficción. En un momento entró la idea de un narrador, para dar cierto orden a estos casos que se disparaban por distintos lugares, y tratamos de que fuera lo más neutro posible, que explicara un poquito el contexto y contara algunas cosas, pero que no opinara, que eso no sucediera desde la voz del documental”.
Para que eso ocurriera, se necesitaba dar con los involucrados y que contaran lo ocurrido. “Cuando empezamos, teníamos la intención de llegar a los dos protagonistas, Astesiano y Marset. Son personas que podrían haber sido entrevistadas y se hicieron los intentos, pero no se logró. Después, del resto de los protagonistas hubo algunas negativas, pero por lo menos quedó equilibrado en cuanto a lo político. Aparece la propia Gabriela Fossati, que ahora está militando para Andrés Ojeda. Aparece Carolina Ache, aparece Luis Alberto Heber. En ese sentido, quedamos conformes”, dice Silva.
Klein también estuvo involucrado en ese aspecto de la producción: “Fue uno de mis roles principales: tratar de conseguir la mayor cantidad de gente posible en cámara. Creo que los principales están, solamente faltan algunos. Era muy importante que estuvieran representadas todas las voces y todas las visiones, que no fuera un documental flechado. Que fuera un documental que tratara de dar la versión más aproximada de la verdad, dentro de lo cual cada uno de los actores debería tener la posibilidad de dar su versión”, explica.
“Creo que todo el mundo se sintió a gusto en las entrevistas, porque el estilo del documental no era apretar a nadie, sino dejar que cada uno dijera lo que pensaba, lo que creía, lo que entendía. No más que eso”, agrega Klein. “Y eso está; creo que en ese sentido el documental representa totalmente la visión de los que pudimos entrevistar. Pero no es sólo las entrevistas”.
Audios e ilustraciones
Stoll introduce un tema muy presente en El facilitador: “Había otro desafío, que era que no teníamos muchos audios. No había imágenes. Entonces surgió una idea de Darío de apelar a la estética de los sketches de las cortes estadounidenses que vemos en las películas. Usando esa estética fue que llamamos a Federico Murro para que hiciera los dibujos y trabajar un poco sobre esa estética, que es un poco gringa, pero que nos parecía [un recurso] que estaba bueno, que nos daba esa idea de estar viendo algo que no sabemos cómo sucedió, entonces lo vemos dibujado”.
Federico Murro ha colaborado extensamente como ilustrador en la revista Lento y, entre otras cosas, publicó Historiatas, un libro de cómics en el que aborda distintos episodios significativos para Uruguay.
“En una primera instancia mi trabajo era sobre todo para las cuestiones de la Fiscalía o la entrevista de [el fiscal Fernando] Romano a Astesiano en la cárcel de Punta de Rieles”, explica Murro. “No había un registro visual, y estaba bueno apoyarlo con una estética como la que se usa en los juicios norteamericanos, donde no se puede entrar con cámara de fotos, y que es un lenguaje más o menos reconocible para nosotros por las series y las películas”.
“Después se fueron agregando otras cuestiones que estaba bueno graficar de esa forma, y se buscó esa parte visual de los dibujos. Hay otras partes que están ilustradas más como si fueran una historieta, hay unas animaciones, pero en esa estética también; no son 24 cuadros por segundo, son unos planos con cierto recorrido y cierto tiempo”, detalla el ilustrador. “Lo de los sketches fue una buena vuelta visual, porque había algunas instancias que estaba bueno llevarlas para el lado de la animación, pero en otras estaba bueno escuchar el audio en sí. Que apoye, como si fueran las pantallas de un concierto, pero el centro es lo que está pasando ahí”.
Sobre los múltiples elementos, Silva interviene: “Sabíamos desde el principio que había que buscar el equilibrio entre archivo, entrevistas y todo el material que veníamos acumulando durante la investigación. Creo que se logró utilizar esos tres recursos para la narración que queríamos. No queríamos que ganara uno sobre todo, que fuera sólo archivo o sólo entrevistas. Fue tremenda ganancia el trabajo de Federico Murro. Sirvió mucho para el producto final y en particular con eso estoy muy conforme”.
Stoll resume su experiencia. “Como desafío de narrador audiovisual, me parece que está bueno haberme podido acercar a un caso real, trabajar con periodistas y lograr sacar un productor que explica, que cuenta con cierta gracia las vicisitudes a las que nos vimos expuestos los uruguayos durante estos años y a las cuales se vio expuesto el gobierno, creo que por propia decisión. En un momento un periodista dice: ‘Se les manchó el sofá con café y quemaron la casa’. A mí me parece que es un poco así, y eso es lo que queda de la película”.
El cineasta también hace una acotación. “Cuando salió esto la primera vez en la prensa, alguien me comentó que había leído en Twitter, o en no sé cómo se llama ahora, una opinión de un edil del Partido Nacional que decía: ‘¿Por qué esto no es una película sobre Ancap o sobre Gas Sayago?’. Me encantaría. Me encantaría también entender qué pasó ahí. Me parece que nos haría bien a todos. Más que salir a gritar ‘¡Vamos, Peñarol!’, estaría bueno decir: ‘Bueno, vamos a investigar, y vamos a investigar a todos y a ver qué onda’. Y si hacemos películas, mejor. Mientras se manejen con honestidad, está todo bien. Cuanto más películas haya, mejor para todos”.
El equipo
El facilitador cuenta con guion de Pablo Stoll, investigación periodística de Lucas Silva, producción ejecutiva de Inés Peñagaricano, producción periodística de Silva y Darío Klein, dirección de rodaje de Klein, fotografía y cámara de Pablo Sobrino, diseños y animación de Federico Murro, montaje de Manuel Rilla y sonido y música de Daniel Yafalian.